Soy como él y seré como él, un alma semi-vacía que se complementará con la suya, siempre y cuando ambos estemos juntos.

El día en el que todo lo bueno murió en mí se siente tan lejano como también tan cercano, ese día descubrí que a mi lado siempre estuvieron aquellos a los cuales les temí desde un inició. Cuando en realidad todo aquello que debería ser correcto y bueno era lo que iba acabar con mi vida.

Fui tan idiota al creer en personas vacías, sin principios y valores. Quiénes mantenían una máscara ante mí, aquellas que a pesar de la inocencia mantenían oscuridad.

Kayla, ella a pesar de sus errores me quiso, y cuando más la necesite me ayudo. Ella me llevó lejos cuando yo estaba pérdida y me protegió en los momentos en los cuales iba a caer al pozo de la locura, pero mi vida había sido una mentira, los pedestales de las personas importantes de mi vida habían caído en picada a un lugar sin salida, mis padres fueron unos de ellos, pero no por eso los odio, los sigo amando y a pesar de las malas decisiones que mi padre cometió lo he perdonado, porque para él yo era la princesa de sus ojos, la reina de su mundo y mi madre el ángel de su corazón.

No sé exactamente a dónde Kayla me llevo, porque estaba tan absorta en mis pensamientos pesimistas, llenos de sed de venganza y de rencor que es poco lo que recuerdo del trayecto, lo único que recuerdo es que el viento de los árboles azotaba las ventanas de mi habitación y el olor a pino y tierra mojada me daban la bienvenida cada mañana. Tuve tiempo, demasiado tiempo para asimilar las cosas, para aceptar que la mayor parte de mi vida había sido una feliz mentira y que desde entonces tendré mis manos manchadas de sangre. Y no me arrepiento de eso, jamás lo haré y si tuviera que hacerlo lo haría mil veces más.

— Aneile, amor. ¡Emiliano ha llegado! — grita Allen mientras limpia sus manos con un limpiador de cocina. 

Se ve tan sexy, tan guapo, tan irreal de esta manera que me dan ganas de correr y besarlo hasta cansarme, va vestido con un pantalón de mezclilla azul oscuro y una playera tipo polo celeste pastel, su cabello ahora está un poco más largo que antes, lo cual hace caer algunos mechones rebeldes sobre su frente.

— ¡Voy! — respondo colocándome de pie mientras beso la cabeza de mi bebé, él aferra su manita a un mechón de mi cabello y tira de él — ¡Ay!— chillo por el dolor — No mi amor, eso no se hace — susurro con voz tierna mientras agarro su manita para soltarla de mi cabello. Él empieza a balbucear sin sentido alguno mientras su manita toca mi barbilla, me hace gracia la intensidad con la que lo hace, pareciera que me hablara, río ante sus balbuceos, llego hacía donde mi esposo me observa con deleite — Te amo, Allen — admito con adoración mientras beso sus labios en un acto veloz y me adentró hacía la casa dejándolo atontado.

Sé que lo he tomado de sorpresa porque es muy difícil que yo tomara la iniciativa si él no da alguna pauta.

— ¡Amor! — grita Emiliano cuando me ve ingresar a la sala de estar con el bebé en brazos, camina a paso rápido y me lo arrebata para tomarlo él y mimarlo segundos después.

Mi bebé ríe mientras su tío le besa las mejillas para luego hacerle cosquillas en la barriguita.

— Hola querida cuñada ¿Cómo has estado? ¡Oh, yo muy bien Emiliano! ¿Y tú? — digo con sarcasmo mientras me cruzo de brazos, siempre es lo mismo cuando está de visita en casa, Aneile deja de existir para él.

— Deja los celos, Aneile. ¿Qué no ves que este muñequito ahora posee mi maravillosa atención? — me sonreí con burla.

— Tarado... — susurro molesta. 

Aunque no del todo, me gusta ver a Emiliano así con mi hijo, parece otra persona y no el engreído hombre que yo conozco.

— ¡Emiliano, harás vomitar al niño! — dice una voz maternal entrando a la sala de estar. 

Idiota asesino |EditandoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora