Día 17

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*siento las faltas de ortografía*

Día 17

La sangre me rodea, haciendo que mi respiración incremente drásticamente. Estoy tumbada en mi cama entre mi propia sangre. Siento perder el control sobre mí, y no puedo pensar con claridad. Y entonces escucho su voz.

-Te lo dije -su voz me paraliza-. No tienes ni idea de lo que has hecho. No me puedo creer que hagas tenido los cojones de chantajearme con esas fotos.

Su risa cínica me hace temblar. Quiero decirle algo, cualquier cosa, pero mi cuerpo no me responde. Me siento vulnerable, y mi presión sanguínea no me ayuda a calmarme. Y los nervios me hacen sentirme débil ante él.

Le veo andar hasta mí con una sonrisa cínica en la cara. Reconozco esa sonrisa; es la misma que esbozaba cuando se llevó mi inocencia. Entro en pánico y las lágrimas me mojan la cara.

-Por favor, no -susurro, pero es casi inaudible.

Las palabras son en vano, ya que trato una vez más de salvarme de sus fuertes manos. Está justo en frente mía; sus intenciones son altas y claras. Empiezo a gritar, pero me siento muy débil a causa de la mucha sangre que he perdido. Siento que pierdo la consciencia poco a poco, pero antes siento la cama hundierse. Las lágrimas empiezan a caer con más rapidez; no quiero volver a pasar por ésto. No otra vez.

-NO -grito con toda la fuerza que me queda.

Sebastian me mira con ojos preocupados. Mi respiración es rápida y profunda. Miro la habitación, buscando el hombre que me estaba torturando. Siento algo mojado en mis mejillas, pongo los dedos encima para sólo encontrarme con lágrimas viejas. Y en menos de un segundo, Sebastian me mira a los ojos.

-Era una pesadilla -dice, intentando relajarme.

Mi respiración para cuando me doy cuenta que la horrible situación en la que estaba hace tan sólo cinco segundos sólo era un sueño. Mi rápida y profunda respiración, al igual que el rápido latir de mi corazón, empiezan a relentizarse. Miro a los ojos de Sebastian para sumergirme en emociones. Su preocupación sube al ver que no digo palabra. Su mano empieza a acariciarme el pelo, calmándome. Cierro los ojos, humedezco mis labios y dejo salir un profundo suspiro. Pesadillas sobre la noche en la que perdí mi inocencia me han dejado sin dormir varias noches seguidas, pero eso no puedo contárselo a Sebastian.

-¿Estás bien?

Abro los ojos y fuerzo una sonrisa.

-Sí, estoy bien. Gracias.

Alza una ceja.

-¿Qué pasaba? Estabas repitiendo “no” una y otra vez.

-La típica pesadilla, ¿sabes? De esas que te persigue un monstruo y llegar a un callejón sin salida -me río-. Tan cliché y aún así me asusta -hago lo que puedo para hacer la pesadilla real para él.

-Me has asustado. Parecía como si te fueran a asesinar -se ríe para después de gemir ante el dolor de sus costillas-. No tienes que pasar la noche en el hospital si tanto te asusta.

Le pego en el hombro.

-No me dan miedo los hospitales. Y no voy a dejarte solo aquí.

-Hmmm -dice pensándoselo.

Me levanto de la silla y me río en silencio de la manera en la que he dormido en ella. Saco una goma de mi bolso y me recojo el pelo en una coleta alta. Sebastian me mira con tanto interés que me pongo nerviosa.

The Letter {Español}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora