-Solo fuiste a mi casa, y las arrancaste con descaro- dijo Katherine.

-Bueno, al menos yo lo recordé-se cruzó de brazos la rubia.

-La que lo recordé fui yo mentirosa-se introdujo Marinett.

-Bueno, ¿y eso que importa? - dijo Giorgiana, aparentemente cansada de las discusiones de esas dos.

Annabella las miraba como si fueran fantasmas, en realidad estaba contenta de verlas, por un momento pensó que no se cumpliría aquella tradición en la que todas se arreglaban en la misma habitación y al final, todas las demás ayudaban a ponerle el vestido a la novia. Estaba tan agradecida que casi quería llorar.

-¿Por qué lloras? - preguntó preocupada Katherine.

-No llores Bella, lo siento, no pelearemos más-dijo Marinett.

-Procurare que la tonta de mi hermana se mantenga callada, lo juro-dijo Elizabeth provocando la mirada furibunda de Marinett.

-¡No lloro por eso! - dijo Annabella entre risas -¡Estoy feliz de que vinieran!

-¿Por eso lloras? - se sorprendió Giorgiana -¿A caso pensaste que no lo haríamos?

Annabella bajó la mirada apenada por desconfiar de ellas, dándose cuenta de que estaba en una bañera que solo cubría su desnudez por los pétalos de gardenias que flotaban en la superficie. La joven no pudo evitar sonrojarse hasta los pies al notar eso.

-Se ha sonrojado- la apuntó Elizabeth -Se acaba de dar cuenta de que esta desnuda enfrente de nosotras.

-Déjala en paz Lizzy- la regañó Katherine.

-Te esperaremos afuera, para que comiencen a arreglarnos a nosotras. - dijo Giorgiana comenzando a empujar a los otros tres metiches que comenzaban a reír descaradamente.

Aunque se estuvieran burlando de ella, Annabella estaba feliz de verlas a todas presentes en esa rutina que ya era como una ceremonia para ellas, se dio el lujo de relajarse por unos minutos dentro de ese baño aromático, preparándose para afrontar una nueva vida.

Después de lo que fueron muchos estirones de cabellos, apretones al ajustado corsee, y una buena sesión de maquillaje, Annabella estaba parcialmente lista, solo usando las enaguas y el corsee, lista para que sus primas colocaran la crinolina especial que sólo Giorgiana conocía y el vestido.

Cuando todo estuvo listo y en su lugar, las cuatro primas restantes se esforzaron a encontrar algún error en ella, dando vueltas alrededor de la joven, subiendo y bajando la mirada, revisando desde el más alto cabello hasta las suelas de los zapatos.

-Creo que esta perfecta-asintió Marinett.

-Me gustan las joyas- apuntó Lizzy -Siempre te han gustado las esmeraldas.

-El color del vestido es hermoso-se adelantó Katherine, tomando la tela entre las manos.

-Es un perla-asintió Giorgiana -Perfecto para la piel de Annabella.

-¿Cuándo me harás a mi uno de esos vestidos? - pregunto Marinett -Se ven cómodos.

-Y lo son-asintió Annabella -Siento que tengo más oportunidades de moverme.

-Bueno, luego veremos eso- apuró Cristina desde la puerta -Tenemos que ir a la iglesia, recuerden que no celebraremos aquí la misa.

-Dios santo, es verdad-dijo Katherine, aparentemente olvidando ese pequeño detalle.

Todas sus primas tomaron aquellos vestidos de colores pasteles y se apuraron a bajar a las carrosas que ya las estaban esperando para llevarlas a la iglesia. Annabella, sin entender las prisas, siendo que ella siempre se tardaba una eternidad, se miró en el espejo. Era su turno de evaluar el trabajo de sus doncellas y primas.

La Condena Del AmorOpowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz