I: Introducción al sistema.

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I.
"Introducción al sistema"

¿Madre? ¿Qué es esa palabra que tanto desconozco? O peor aún, ¿madrastra

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¿Madre? ¿Qué es esa palabra que tanto desconozco? O peor aún, ¿madrastra...?

De acuerdo a cualquier diccionario que encuentres, la definición es la misma. Mujeres que invaden el territorio que actualmente está vacante en tu pequeña familia y tu padre permite que aquella atrocidad suceda. No, tal vez no sea tan así pero al menos para mi... eso significa.

No lo entendía, tal vez era ingenuo, pequeño e incapaz de encontrar una razón lógica del por qué esa mujer llegó a entrometerse en nuestras vidas. Desde el primer momento en que le vi supe que algo andaba mal y cuando él dijo aquellas palabras quise morir ¿Por qué, Padre? Solo éramos tu y yo contra el mundo, no lo entendía...

─Padre ¿Realmente Naori tiene que vivir aquí? ¿Por qué aún no se va?

La muchacha de ojos pardo verdosos y cabello lila dejó de lavar los trastes sucios enseguida al oír aquellas palabras salidas del pequeño, apretujando suavemente aquel plato que hace unos minutos se encontraba limpiando, sin evitar el sentirse un poco mal ante lo dicho. Aún así, no fue capaz de dar una opinión o interponerse en la conversación padre e hijo que había tras la muralla que les separaba. Pues, no era asunto suyo u al menos no todavía.

─Kakashi, no seas grosero. ─reprochó el padre, muy ruidosamente a pesar de su tono calmado que mantenía siempre. Aquel que Naori tanto añoraba y apaciguaba sus sentidos.

El pequeño solo se cruzó de brazos, refunfuñando. Sin embargo, aquel niño inquieto de tan solo cinco años no iba a quedarse sin hacer algo al respecto. Por lo que, antes de que su padre se diese cuenta se fue a la cocina a paso rápido precisamente hacia dónde se encontraba Naori Hyuga con los trastes en el lavadero. Sakumo al darse cuenta de su reacción, no dudó en seguirlo y sentir algo de nervios al ver como este le apuntaba con el dedo.

─Tú ─refunfuñó, ambos cachetes inflados como una ardilla molesta.

La chica de coleta nuevamente dejó de lavar los trastes y se volteó hacia la imagen mas que incómoda, tierna de Kakashi frente a ella. Aun así, sintió algo de nervios al tener la mirada fija del padre sobre ella, como si esperase una mala reacción. Algo que realmente, Naori no sería capaz de hacer en aquel momento. Incluso si tenía su carácter.

─¿Por qué sigues viviendo aquí? ¿Acaso no tienes casa?

Sakumo observaba la escena desde la puerta de la cocina, esta vez tomando su rostro entre manos con algo de vergüenza frente a las irrespetuosas palabras de su propio hijo.

Naori se sorprendió ante su pregunta y posó su vista en Sakumo con incomodidad. A pesar de que quisiese reír con el rostro molesto de aquel pequeñín no podía hacerlo debido a que aún no adquiría la confianza suficiente sobre la casa del Hatake. Después de todo, la Hyuga llevaba apenas viviendo un mes con ellos y el peligris aún no era capaz de confesarle lo que sucedía entre ambos al pequeño Kakashi, incluso si la mitad de la aldea ya lo sabía y él sospechase algo extraño.

Lágrimas de un ÁngelWhere stories live. Discover now