CAPÍTULO 5: LA REALIDAD DE ALEX

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No entendían cómo podía estar tan agotada pero aun así despertar tan despejada pero diferente, no conseguían comprender lo que ocurría.

- ¿Qué... qué le ha pasado? No parece ella – musitó Killian fascinado y, a la vez, aterrado.

- Alex es el nombre que utiliza Adalia, es estúpido, yo no tengo nombre – dijo por sí misma, desperezándose y estirando los músculos, pero no era Adalia.

Los dos miraron a Enid buscando respuestas, ella tan solo se mantenía muy quieta, no quería que Alex la culpara a ella.

- Dejad de observarme y alejaros de mí si no queréis acabar muertos – amenazó.

- No les hables así, nos están ayudando a llegar – exclamó Enid, arrepintiéndose en seguida de sus palabras.

Alex la cogió del cuello y la golpeó contra el árbol más cercano a ella, donde había clavado antes el puño Adalia dejando un agujero en la madera. La alzó varios centímetros del suelo, colocándola a su altura, quedando cara a cara.

- No toleraré que me hables de esa manera, ridícula Princesa de pacotilla. Y tan sólo es una pequeña advertencia...

Killian y Lycan quisieron ir en su ayuda, pero se sintieron paralizados de pies a cabeza, como rocas o estatuas que tan solo observaban la situación sin poder actuar.

- Ahora, si para la próxima vez que salga de su interior no hemos llegado, sufrirás las consecuencias – amenazó de nuevo.

Enid mantenía el rostro firme sin responder mientras se iba ahogando, mantenía la cabeza hacia un lado para no mirarla. Killian y Lycan no podían moverse un centímetro ni pronunciar palabra, notaban una fuerza extraña que se lo impedía.

- ¿Me he expresado con claridad, niñata? – dijo gruñendo y volviendo a golpearla contra el árbol.

Enid asintió asqueada, sujetando con fuerza su muñeca para que la soltara. Los hermanos se dieron cuenta de que no sería la primera vez que la trataba así, ya que no parecía tener tanto miedo como ellos.

- Bien - dijo Alex – Vosotros dos dejad de intentar moveros o acabaréis siendo mi cena...

- Ya te has divertido bastante... si no te importa... deberíamos seguir... el camino – pudo pronunciar Enid.

Alex la bajó de nuevo al suelo suavemente, y la soltó acariciando su delicado cuello, deseosa por saborearlo.

- Mmm... que bien huele tu sangre – Alex se acercó a su cuello y la olisqueó con ganas, luego se acercó a su oído - Mientras viajamos no quiero tonterías, o sentirás mis colmillos sobre tu precioso cuello - sonrió y se relamió los labios mientras se alejaba, luego, se giró hacia los hermanos - Eso va por vosotros también, lobitos.

Después de decir esto, cerró los ojos y sintió el terreno como lo hace Adalia, y se percató de que aun las perseguían.

- Vámonos ya, se acercan.

Hizo un gesto con la mano y liberó a los hermanos de su influencia. Se acercó de nuevo a Enid y la puso sobre su espalda, sujetándola, de nuevo, como lo hace Adalia.

- Uno de vosotros - dijo – Que dirija el camino.

Enid les miró, ellos comprendieron que sería mejor hacer justo lo que decía ya que no podían competir con un poder como el que parecía poseer. Así que, Killian señaló la dirección, y Lycan fue delante. Debían llegar cuanto antes al castillo, Merek sabría lo que hacer.

El Alma PartidaWhere stories live. Discover now