Capítulo 28 parte 1

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Hinata despertó asustado, había tenido una pesadilla, le costó abrir los ojos, los tenía pegados con una película de arena seca, su boca también hacía gala de la falta de líquido, removió la lengua dentro de su cavidad oral para estimular a las glándulas salivales a que hiciera su trabajo, y con sus manos se restregó los ojos. Sus músculos dolían al moverse, instintivamente llevó su mano al foco de dolor en su rostro, se toco la mejilla y la tenía inflamada, recordó todo lo vivido anoche, fue doloroso el proceso, darse cuenta de que había tocado fondo fue terrible. "Estoy en la pieza de Kaori, en su cama, ¿dónde estará ella?", se giró y la encontró, ella dormía plácidamente a su lado, en su mano tenía un bolsito de gel que se pone a enfriar pero éste ya estaba líquido y tibio. "Se debe haber quedado dormida mientras me lo ponía en la cara", exactamente así fue, ella le colocaba la compresa fría y la sacaba durante ese proceso se durmió. Hinata quería seguir durmiendo, quería seguir refugiado de la realidad, pero recordó que era domingo y que debía volver a su casa, ahora el problema era qué le diría a su madre, ¿cómo le podría explicar la inflamación del rostro... no se le ocurrían más mentiras, debería decir la verdad a medias, no le quedaba otra. Se sentó en la cama para no volver a dormir ya que el estupor era bastante, pensó y repensó todo lo vivido y llegó a la conclusión de que fue la droga el problema, "si no me hubiese drogado nada de esto hubiese pasado... debo dejarla, pero ahora no puedo perder nada más, ya te perdí Kageyama, ya no quieres saber nada de mí, por lo que ahora sólo me queda el volei... pero sin ti ya no será lo mismo, ¿qué vamos a hacer en las prácticas y en los partidos?, se notará que estamos peleados, tú me tienes rabia y eso será contraproducente para el equipo, tal vez me saquen de los titulares, y ahí si que no me quedará nada, quedaré vacío", una angustia desbordante inundó su pecho, con su mano derecha presionó sobre su corazón, sentía dolor físico, no le permitían respirar.

-    ¿Naranjito? – le dijo Kaori al abrir los ojos, se incorporó en la cama – a ver... deja ver tu rostro – lo tomó por las mejillas con delicadeza y lo giró – tienes inflamado pero no tanto, parece como si tu hubiesen pegado un pelotazo.

-    ¡Oh que buena idea Kaori! – "eso diré, que estábamos con una pelota y me llegó uno, no sería la primera vez".

-    ¿Cómo que buena idea?.

-    Eso diré en mi casa, que me llegó un pelotazo.

-    Mmm, no sé, también tienes un poco morado...

-    No me he visto.

-    Tienes razón, te paso un espejo – se levantó de la cama pasando por sobre Hinata, caminó al escritorio y sacó un espejo con forma de manzana – toma, este lo ocupo al dibujar cuando quiero que hagan expresiones me miro acá.

-    Gracias – lo tomó y se miró, "no parece un pelotazo, parece un puñetazo... mierda, ¿qué le diré a mi mamá?".

-    Shouyou... ¿cómo te sientes? – preguntó muy preocupada.

-    La verdad... mal... Kaori, no sirvo, soy un imbécil, un imán para los problemas, es normal que Kageyama ya no quiera saber de mí.

-    Naranjito, no lo eres, sólo que estás haciendo las cosas mal, primero que todo no debes mentir, eso es lo peor de todo, cuando mientes debes seguir haciéndolo para mantener la mentira y si te pillan obviamente se desilusionarán.

-    Pero, ahora yo no le mentí a Kageyama, e igualmente se enojó conmigo...

-    Es normal que se haya enojado, te metiste con Rodrigo.

-    Sí, es cierto...

-    ¿Ves?, naranjito, ten cuidado, no pruebes por tercera vez esos químicos dañinos, ahora si me dices que quieres maría juana no tengo problema.

-    No gracias, no quiero nada de nada – Pegó un bostezo bien sonoro.

-    Es temprano aún, sigue durmiendo, yo te despierto antes de almuerzo pero antes de volver a dormir llama a tu mamá.

-    Sí, pero mi teléfono está en mi abrigo.

-    Te lo paso, ayer Rodrigo subió tus cosas, estaba súper arrepentido, me dijo que te pidiera disculpas.

-    Él no tuvo la culpa, fue mía y de nadie más.

Kaori no le respondió, le pasó el teléfono al que le quedaba un hilo de batería, como era de la misma marca que usaba ella, esperó a que escribiera y le pasó un cargador.

Hinata estaba agotado, siempre el día post vuelo es muy difícil despertar y levantarse, así que apreció el ofrecimiento de dormir un poco más. Luego de que su madre le diera permiso para estar hasta después de almuerzo con Kaori, se arropó, se hizo una bolita y cerró los ojos, el cansancio lo venció, sus músculos estaban relajados y volvió a soñar...

Volvió a despertar atontado, miró alrededor y ella no estaba, con su máximo esfuerzo salió de la cama y caminó hacia el baño, entró, lo primero que hizo fue mirarse en el espejo, "definitivamente no podré decir que es un pelotazo", se tocó el labio semi partido, ya se le había comenzado a formar una pequeña costra. Puso ambas manos sobre la loza fría, bajó la cabeza y lloró, las lágrimas caían sobre la cerámica blanca y se deslizaban hasta llegar a la cañería.

-    Soy un estúpido, realmente un estúpido... no debí hacer las cosas de ese modo – levantó el rostro y se miró directo a los ojos – Tienes que comportarte bien, no puedes hacer más estupideces, ¿entiendes?, ¿lo entiendes?.

Abrió la llave y el agua comenzó a salir, con su mano ahuecada bebió, estaba seco luego la recogió con ambas manos y se lavó la cara con furia, intentando borrar la vergüenza y el odio a sí mismo. Cerró la llave, se secó la cara y dijo fuerte frente al espejo.

-    ¡Las dejaré!.

Hizo sus necesidades y salió del baño, Kaori no estaba en su pieza, miró su teléfono con la ínfima esperanza que Kageyama le hubiese escrito, su corazón latió fuertemente cuando vio los mensajes que el ceñudo le había mandado pero cual fue su desazón al darse cuenta de que fueron antes de la hora del desastre. "Si sólo hubiese leídos estos mensajes antes... si sólo no hubiese consumido la droga... si lo hubiese llamado antes de venir...", se perdió en los 'si' condicional que a nada llevaban, lo hecho hecho estaba, no había vuelta atrás.

Volemos 2 (yaoi), [kagehina] [daisuga]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora