Damn taxi

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Por fin había llegado a New York, pasaría el verano ensayando en una escuela de baile de la gran manzana gracias a la beca de estudio que me habían dado en mi país. Sinceramente mi objetivo no era para nada convertirme en bailarina ni en profesora de baile, de echo estudiaba a parte una carrera de criminología, pero en mis tiempos libres bailar era lo que me relajaba y me motivaba, y si podía pasar el verano en otro país haciendo lo que me gustaba, prefería eso a pasarme Junio, Julio y Agosto tomando el sol en la playa.

Tenía hasta Septiembre para disfrutar de un sitio en el que nunca había estado y aunque dominaba el idioma se que no sería fácil buscar a parte un trabajo para estos tres meses, era lógico que la beca solo cubría el vuelo y las clases, para dormir y comer me tendría que buscar la vida.

Me bajé del taxi en el Soho, el taxista de origen pakistaní me dio el cambio en monedas y me deseó suerte. Me vi en medio de la locura que en ese momento era la calle, buscando desquiciada el nombre de esta, vestida con una camiseta de tirantes holgada y un pantalón de chándal gris ajustado, ataviada con un moño en el pelo y unas bambas blancas, totalmente informal como yo era. Con una mano agarraba mi maleta de ruedas color morado a la vez que con la misma miraba el pequeño trozo de papel donde tenía apuntada la dirección de la escuela de baile. Con la izquierda utilizando todas mis fuerzas y mi triste habilidad para que algo no se me cayera de las manos, soportaba el peso de una gran caja de cartón donde tenía metidas las cosas que obviamente no me cupieron en la maleta.

Miré de un lado para el otro y me percaté de que el taxista me había dejado bastante lejos de mi objetivo.

- Menos mal que soy yo la extranjera y él, el taxista -. Susurré para mi misma suspirando.

Tendría que andar unas cuantas cuadras para llegar a la dichosa escuela de baile, y al no tener aun donde dormir tendría que dirigirme hacia allí cargada con mis bártulos como si fuera tonta.

Emprendí mi marcha suspirando de nuevo con fuerzas y obligándome a sentir positiva, dándome animo a mi misma, se suponía que no podía deprimirme si era el primer día de una nueva aventura.

Caminé unos metros y cuando fui a girar la primera esquina alguien chocó conmigo tan fuerte que me tiró al suelo. La persona con la que había chocado tenía el pecho lo suficientemente fuerte como para provocar mi fuerte caída sin que tan siquiera pudiera ver su cara.

Caí de culo y con el golpe la caja que anteriormente llevaba sujeta en mi brazo y la maleta de ruedas de la que tiraba hacía un momento cayeron conmigo. No había ni enfocado con la vista a la persona todavía ya que me encontraba confusa, pero dado mi carácter y el ridículo porrazo fui la primera en hablar.

- Eres gilipollas o que te pasa!? -. Dije en mi lengua materna, la cual me salía tremendamente natural cuando me enfadaba.

- Lo siento, estas bien? -. Él habló en inglés con una voz ronca que no sabía por que se me hacía familiar.

Solo pude ver su mano ofreciéndose para ayudarme a ponerme en pie, mano que rechacé tajantemente ya que si intentaba antes controlar mi enfado porque el maldito taxista me había dejado lejos de mi objetivo, ahora llegaría aun mas tarde por culpa del trompazo que me había dado con ese desconocido hombre.

No hice caso a su amabilidad y aun sin mirarle recogí mi maleta y la caja del suelo. De repente me puse de pie frente a él y cuando por fin le vi el rostro no pude evitar quedarme blanca. Conocía a ese tío, era Norman Reedus, uno de los protagonistas de la serie The Walking Dead, es mas yo era fan de esa serie, al igual que mis amigas, y quien siempre me había gustado en esta había sido él pese a nuestra diferencia de edad. Un actor soñado lo tenía cualquiera, es lógico que alguien así fuera inalcanzable incluso siendo de tu propio país, para que imaginar de otro.

Iba vestido con unas botas de montaña negras, un pantalón tejano ajustado del mismo color y un jersey azul marino con cuello de pico de tela fina por la época del año en la que estábamos. En su cabeza llevaba puesta una gorra de color oscuro que intentaba ocultar su cara. Muy comprensible teniendo en cuenta las millones de personas que eran seguidoras de la serie y de él.

Él me miraba apenado por lo sucedido y algo preocupado, llevaba su iphone en la mano, parecía que antes de darnos el golpe hubiera estado hablando con alguien por este. Yo estaba paralizada y ni una palabra salía de mi boca. Así que después de un silencio que se hizo un poco largo creo que para ambos, él habló.

- No te he visto venir, iba hablando por el teléfono, te has hecho daño? -. Se excusó amablemente. No pude ni contestar.

Me puse tan nerviosa, me pareció tan atractivo en persona, tan imponente, que salí de allí corriendo sin decir ni mu. El Sr. Reedus se quedó allí mirando como me alejaba con cara de confusión.

Pensé que creería que era una niñata sin educación, pero mis nervios no me permitieron ni decir ni un triste "estoy bien".

Cuando me alejé unos cuantos metros no pude evitar mirar para atrás aun con mi rápido caminar y mi cara de susto. Norman había empezado a caminar hacia delante volviendo a retomar su conversación con quien estuviera al otro lado de la linea de su iphone y aun confuso volvió a dar una rápida mirada hacia atrás por donde yo me había largado. 

Estaba segura de que estaría pensando en la gran cantidad de locos que posee Nueva York, incluyéndome, claro entre ellos.

Mingus Nanny ( Norman Reedus y tú)Where stories live. Discover now