Capítulo 4 - "nuevo sabor, nueva actitud"

226 19 1
                                    

Decido volver a casa a las 8:30pm. No quiero que se me haga tarde.

Mientras camino,  frente a mí va una mujer con un vestido ceñido al cuerpo blanco que le llegaba a la mitad de las piernas y dejaba ver su excelente figura,  ella pasa junto a un hombre y éste le silva,  sin embargo ella no le presta atención,  aquel hombre al ver la situación  le da un azote en la nalga, la chica para y lentamente gira para ver al hombre quien sonríe victorioso,  la calle estaba sola, sólo nos encontrábamos los tres en ésta,  en un abrir y cerrar de ojos la chica tenía un cuchillo en el cuello de el hombre.

— Vuélveme a tocar... Sólo una vez más y te sacare la cabeza — el hombre abrió sus ojos con horror y yo quedé paralizada,  el impulso de aquel hombre fue empujarla y hacerla caer, con su pié pisó la mano dónde ella tenía el cuchillo hasta hacer que ella lo soltara,  pero los hábiles pies de la chica  hicieron que el callera y ella subió sobre éste dándole puñetazos en la cara hasta hacer que su nariz sangre,  se giró para buscar el cuchillo con la mirada pero ése descuido le dio la ventaja al hombre de golpearla en su pecho,  el hombre como pudo se puso de pie y corrió huyendo del lugar.

La chica se percató de mi presencia pero no hizo nada, sólo corrió tras el hombre y desapareció de mi vista, yo tomé el cuchillo del suelo con cuidado y una rara felicidad invadió mi cuerpo.

{•••}

Al llegar a casa encuentro a mi madre preocupada.

— ¡¡NIKKI!!  — gritó al verme entrar — ¿dónde estabas?  Sabes bien que no puedes salir sola — pongo los ojos en blanco y comienzo a caminar a mi habitación — ¿A dónde vas? ¿Que no ves que te estoy hablando? — entro a mi habitación y le cierro la puerta en la cara — ¡¡NIKKI!!  — gritó desde afuera — ¡Abre la puerta! ¡No seas grosera!  — ella grita mil cosas más pero ya no le presto atención,  saco el cuchillo y lo observo,  ya había visto un cuchillo antes,  éso es obvio,  pero...  Ésta vez es distinto,  hago una rajadura en la palma de mi mano,  nada profunda y de ésta sale sangre,  la miro con fascinación entro a mi pequeño baño y lamo la sangre de mi mano,  el sabor metálico de ésta invade mi boca y sonrío cínicamente en el espejo,  mis dientes se mancharon de sangre y ahora están rojos, lavo mi mano y la vendo para parar el sangrado,  guardo el cuchillo bajo mi almohada y me empijamo,  me acuesto sobre la cama,  el sabor de mi sangre aún no abandona mi boca y roso mi lengua con el paladar.

— Nikki...  ¿No vas a cenar?  — habló mi madre desde afuera,  la verdad si tenia hambre,  pero no quería que el sabor de la sangre se fuera de mi boca y tampoco quería que mamá me preguntara por el vendaje de mi mano.

Después de pensarlo unos minutos quito el vendaje y de mi pequeña herida, no sale nada,  salgo de mi habitación y me siento en el comedor junto a mis hermanos,  mamá nos sirve la comida y papá llega del trabajo,  como en silencio mientras los demás conversan animadamente.

— Nikki — dice papá — tu madre me dice que saliste hoy y no sabe a donde — paro de comer pero no levanto la vista del plato — sabes que no puedes salir sola — levanté lentamente la vista — no quiero que vuelvas a salir sola — enarqué una ceja — ¿Haz entendido?

— Estaba harta de estar encerrada y rodeada de tantas personas,  quería  salir y despejar mi mente — todos en la mesa me miraban con sorpresa,  incluso yo me sorprendí,  hablé claramente,  nada de susurros,  nada de timidez,  hubo un silencio sepulcral.

— No sabía que ya podías hablar — dijo mi madre y yo no quité mis ojos de los de mi padre,  éste carraspeó y dijo.

— pues cuando sea así...  Avisa y así no nos preocuparemos.

— Si hubiese avisado no me habrían dejado ir,  y lo sabes — no dijo nada — no quiero vivir más en ésta casa,  me trae malos recuerdos,  me mantiene inquieta.

— Pues esto es lo que hay — dijo papá — no tenemos dinero para buscar otro hogar, hay que arroparnos hasta donde la cobija nos alcance — puse los ojos en blanco y me levanté de la mesa para ir a mi habitación — Nikki vuelve a la mesa,  no seas mal educada — seguí mi camino mientras oía los gritos de mi padre y entré a mi habitación,  cerré la puerta, no tengo 16 años para soportar sus regaños estúpidos.

Amar A MuerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora