Confusión

558 67 7
                                    

— ¡Hola, Mikasa! —  Una voz conocida la llamó, y en cuanto la identificó rodó los ojos con fastidio. 

— Hola Isabel. — Había crecido, y pasó de pensar que la chica pelirroja que siempre le llevaba comida era su amiga a darse cuenta de que solo buscaba utilizarla. 

— Hace bastante tiempo no hablamos ¿no crees? — Su cabello rojo era tan fabuloso como de costumbre, esta vez tenía hondas que bajaban con delicadeza hasta el final de su cintura, lo tenía muy largo. Abrazó a Mikasa y esta a los pocos segundos se alejó.

— Supongo. — Respondió cortante mientras analizaba silenciosamente a la chica que tenía enfrente, nunca había notado que estaba junto a una maravilla humana, seguramente a su lado se veía terrible.

— Bueno, es hora de irme, saludame a Levi, por favor. — Mientras se despedía sacó algo de su bolsillo y lo guardó en las manos pálidas de la azabache, quien por reglamentación escolar debió retirar sus perforaciones durante su estancia en el edificio, a veces deseaba que su tono natural regresara, se arrepentía, pero esa era la mejor manera que tenía de liberar ira. 

Observó como la mayor y más baja se retiraba para luego descubrir que era aquello que había guardado entre sus manos. Un pequeño llavero con forma de corazón, era tan tierno, pero Isabel era tan falsa. Lo colgó junto a su juego de llaves y continuó su camino a clases mientras agradecía que su bufanda roja estuviese siempre con ella en las mañanas más frías. 

Doblando la esquina la pelirroja encontró un callejón y se resguardó allí de la vista ajena, abrió su bolso y suspiró enamorada, estaba cada vez más cerca de Levi, estuvo mucho tiempo entablando conversaciones con Mikasa, sabía que las hermanas menores siempre son el punto más débil, motivo por el cual se vió desubicado con el repentino viaje a Europa y más aún cuando supo que Mikasa no había estado enterada. 
Buscó por todas partes, información de cualquier tipo, necesitaba ubicarlo y luego dio con él para esperar em silencio. 

Las fotos que tenía de la niña, los hilos de cabello azabache, uno que otro de su bufanda y esta vez un arete que alcanzó a deslizar durante la corta duración del abrazo matutino. Uno que otro metal afilado brillaba con el reflejo de la luz y ella solo podía sentirse orgullosa de su actuación y de su perfecto plan. Robar a Mikasa Ackerman. 

— ¿QUÉ? ¡NO! ¡TODO MENOS ESO!  ¡CUALQUIERA MENOS ÉL!  — Se quejaba y hacía pataleta, no quería, se negaba. 

— ¡Él te recogerá hoy y punto! ¡No tienes derecho a protestar! — Le regañó su padre, quien se comunicaba desde el otro lado del teléfono. 

— No, no quiero y punto.  — Caprichosa. 

— ¿Ya olvidaste lo que pasó con Armin la semana pasada?  Obedece. — Su padre y sus hermanos la malcriaron. 

— Pero papá... — Se vió derrotada.

— Tienes que reconciliarte con Levi. — Y así, sin más, Erwin colgó la llamada para no escuchar más a su hija, quien ahora tendría que esperar por su hermano mayor, ese chico irresistible que hacía latir su corazón con rabia y ¿emoción? 
La vez que estuvieron juntos sentía que iba a explotar de la emoción, porque conocía el corazón de Levi y al tiempo ahora lo veía con otros ojos, pero la rabia no le permitía disfrutar ni conseguir una caricia, su orgullo era muchas veces mayor que esa atracción mortal que apenas estaba naciendo.

— ¿No cedió?  — Preguntó la chica patata algo asustada al ver la pantalla de expresiones varias en el rostro de su amiga. 

— Mikasa, tal vez es hora de hablar con él, llegó hace poco y si no hablan pronto será más difícil ¿acaso buscas que no vuelvan a cruzar palabras?  — Annie tenía un buen punto de vista sobre su situación.

Pretty Little Girl Donde viven las historias. Descúbrelo ahora