—Bien... ya pasó todo. He tenido unos dolores muy intensos —explicó.

—Me alegro de que ya estés bien, ¿y estabas sola? —preguntó.

—Mamá fue a comer algo —explicó.

Leo se relajó al verla mejor y se sentó en la silla que estaba al lado de la cama. Esme le contó todo lo que había sucedido, incluso cómo su madre la había tratado cuando se enteró de que llevaba un retraso.

—Tu madre es increíble —zanjó Leo al tiempo que negaba con la cabeza—. No sé de dónde saca esas tonterías. Deberías ignorar cuando te habla así. Son pensamientos retrógrados y machistas.

—Lo sé... —afirmó ella sin querer ahondar en el tema—. ¿Cómo fue tu día?

—Me la pasé preocupado por ti y no respondiste mis mensajes. Además de venida aquí me encontré con el chico ese... y...

—Le gritaste y le dijiste que te dejara en paz —continuó Esme, Leo sonrió.

—Creo que me conoces bastante bien —asintió Leo.

—Solo conozco a esa bestia que a veces traes dentro, aunque conmigo ya la has domado —afirmó.

—La has domado tú —dijo Leo sonriendo.

Ambos se quedaron mirándose a los ojos, perdiéndose en esa paz que encontraban solo cuando estaban juntos.

—Has estado distante estos días, Esme. ¿He hecho algo malo? —inquirió Leo y ella cambió el rumbo de su mirada.

—No... solo... no me hagas caso, Leo —dijo la muchacha en casi un susurro—. Solo son tonterías mías —afirmó y él no quiso insistir, al menos no en ese momento.

Magalí volvió un rato después y ante la incomodidad que le generaba su presencia, Leo se despidió de Esme no sin antes pedirle que contestara los mensajes cuando le fuera posible.

Unos días después, Esme ya se encontraba mejor, aunque había respetado el reposo y los cuidados que el médico le había indicado.

Tefi y Leo habían ido a visitarla tarde tras tarde, y mientras compartían con ella lo que habían hecho en clase, le informaban también de los chismes y novedades. Nada nuevo sucedía, las actividades para juntar fondos seguían con ímpetu y eso era todo en lo que el grupo pensaba. Leo y Tefi se habían hecho más amigos desde que les tocaba compartir juntos los recesos, sin Esme.

—Has bajado de peso —mencionó Tefi al verla.

—No lo creo... —Se encogió de hombros—. Y a propósito de eso, me hicieron unos estudios y luego otros más y me han detectado algo —añadió mirando a sus amigos.

—¿Qué es? —preguntó Leo preocupado.

—Se llama Síndrome de ovario poliquístico...

—¿Quistes? ¿Es malo? —inquirió Tefi llevándose una mano a la boca asustada.

—No, no es algo grave. Según lo que me explicó el doctor que me atendió es una especie de desajuste hormonal. En realidad, se detectó por casualidad, ya ven que me preguntaron la última fecha de mi periodo y mamá creyó que podía estar embarazada. —Tefi rio y Leo le dio un leve empujón.

—Perdón... —se disculpó, pero sin dejar de reír.

—Bueno, el caso es que al médico le llamó la atención el retraso y me mandó a hacer algunos estudios, también me hicieron una ecografía... y bueno, se detectó eso.

—Ya, pero ¿qué es?, ¿qué te produce? —inquirió Leo con prisa.

—Pues... solo entendí que mi cuerpo tiene un desajuste hormonal y que hay algo con la resistencia a la insulina y la producción de hormonas masculinas... El caso es que, entre otras cosas, esta es la situación que dificulta que baje de peso... —explicó y bajó la vista con tristeza.

—¿Pero se puede curar? —preguntó Tefi.

—Bueno, se trata. Cuando me levanten el reposo debo consultar con un endocrinólogo y pues... ya veremos. También me han recomendado seguir un tratamiento con una nutricionista... —suspiró—. Pero ya he ido a varias, no sé si vaya a funcionar...

—Oye, no te desanimes —dijo Leo acercándose con ternura—. Verás que todo irá bien, ahora solo dedícate a reponerte de esto, ¿sí? Y ya luego veremos cómo solucionamos lo otro.

—Awwww, ¿en qué momento pasaste de ser el desagradable Leonardo a esta cosita tan tierna que da ganas de apachurrarte? —dijo Tefi mirándolos.

—Deja eso o volveré a ser el desagradable Leonardo para ti —añadió Leo riendo, hacía días que él y Tefi habían empezado a entablar una bonita amistad.

—Deja eso o volveré a ser el desagradable Leonardo para ti —añadió Leo riendo, hacía días que él y Tefi habían empezado a entablar una bonita amistad

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Ni tan bella ni tan bestia ©Where stories live. Discover now