3.

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Tony camina alrededor de su habitación mientras ahoga un suspiro al tiempo en que su teléfono continúa emitiendo sonidos bajos con la voz del doctor.

-No me fío de él... Hay algo raro. Leí su expediente...

El castaño rueda los ojos mientras mira a través de los ventanales de su habitación.

New York se muestra gloriosamente tranquila a sus ojos.

-Por favor, Stephen. Estás siendo paranóico... ¿Lo has visto en persona? -dice, y no puede evitar evocar a su memoria al objeto de discusión.

Strange suelta un gruñido bajo.

-Quizá debería presentártelo alguna vez... Lo último que supe es que los preferías rubios...

Por la forma en que contuvo el aliento, Tony sabe que ha dicho lo correcto para que el tema quede de lado.

Al menos eso quiere creer.

-Anthony... Por una vez escucha la recomendación de tu doctor. Cuídate de él...

La conversación cambia entonces, y Anthony agradece profundamente aquello.

Luego del accidente que le costara su carrera como cirujano Stephen Strange había resurgido cual fénix. Su vida dio un cambio radical y entró en contacto con la parte más espiritual de su persona (misma que Tony, honestamente, pensaba no existía)

Lo conoció a temprana edad, por lo cual tenían cierta confianza entre ellos como para preocuparse el uno por el otro.

Sin embargo, entre tantas cosas que habían ocurrido, Strange solo pudo contactarlo para cuando todo había terminado.

Intrigado por la actitud del Capitán, el hechicero investigó cuanto pudo, y dedujo lo obvio.

Steve Rogers era un peligro para Tony Stark.







Natasha sintió un peso inesperado tan pronto como puso un pie en el viejo edificio. Sus fuentes le informaron que existía gran probabilidad de que los restos de Hydra hubiesen tomado esas instalaciones para su organización y, siendo tan curiosa como era, no permitió que la oportunidad pasara.

No solicitó ningún tipo de apoyo para aquella misión más que el de Barton, quien, ahora mismo, le esperaba fuera en un vehículo listo para darse a la fuga.

Las órdenes de la pelirroja eran claras.

Esperar contacto. En caso de pasar más de 10 minutos sin comunicaciones Clint procedería a entrar. En caso de emergencia, él debería huir antes de ser alcanzado y contactar a Stark de inmediato.

No estando muy de acuerdo ante aquello se resignó a hacerle caso luego de recibir una fría mirada.

Ambos experimentaron un horrible presentimiento que les hizo actuar precisamente de aquel modo.

Ante el caos, Romanoff era la única capaz de mantener la cabeza fría. Lo sabían bien.

Clint observó el radar en su móvil, los movimientos de la otra se mostraban constantes.

El lugar debía estar abandonado, después de todo.

Con ese pensamiento estaba cuando el punto en el mapa desapareció.

Sintió palidecer.

-Widow...-llamó él, serio.

-Lo sé-respondió la otra por el transmisor, y lo oyó suspirar de alivio- Algo está interrumpiendo mi marca-observó.

Deberían agradecerle a Stark luego, dado que fue éste quien se las arregló para armar dispositivos especiales para ambos.

Una vía de comunicación lo suficientemente baja como para que pudiera evadir los bloqueos de señal convencionales.

"Son el dúo dinámico. Si todo se va al traste, necesito que sean capaces de comunicarse

Eso fue lo que dijo ante la mirada curiosa de ambos agentes.

-Es extraño-musitó Nat, y Barton solo esperó la explicación- No parece que invirtieran demasiado en esto...

-¿A qué te refieres?-cuestionó

-Han trabajado aquí.

No hubo duda alguna en su voz.

-Sin embargo... Todo es tan... antiguo.

La señal vaciló.

-Widow... Tienes que salir de ahí. Algo me da mala espina.

Un sonido extraño alertó.

Un silencio prolongado.

Algo cayó provocando un estruendo.

-Hawkeye...

Barton observó como la señal comenzaba a parpadear en la pantalla. Frunció el ceño.

-Contacta a Tony-ordenó ella

El otro no tuvo que escuchar dos veces mientras preguntaba;

-¿Qué ocurre?

-Encontré algo que puede interesarle...-murmuró, observando el archivo en sus manos.

Donde destacaban los nombres de Howard y María Stark.






El soldado Kraust miró con curiosidad a su superior, nombres aparecían en la pantalla frente a ellos al lado de diversas marchas y órdenes.

Los nombres de los Avengers aparecían entre éstos, y se mostraba además las más recientes adquisiciones del equipo.

No muy lejos observó también la imagen del legendario exterminador de Hydra.

El Soldado del Invierno.

-No lo entiendo, señor...-confiesa el menor, confundido- ¿No se supone que era parte de nuestro equipo?

-Ha dejado de ser de utilidad-respondió, con simplicidad el mayor- Sabe demasiado... Reconoce a Rogers. Y pone en riesgo toda la operación.

-Nunca debió de enviarlos juntos a una misma misión...

-El primer error de Barnes ameritaba una ayuda... Especial...-menciona, colocando un comando en el teclado, cambiando la imagen de la pantalla

-Por no decir que Zola deseaba un reencuentro trágico-murmura el otro, serio.

Observan la cinta que se repite una y otra vez. El auto chocando, provocando heridas en los dos ocupantes del vehículo. Ninguna muerte hasta ese momento. James toma las muestras que necesita, decidido a no asesinar a la pareja frente a él.

Una sombra se acerca entonces. Y el golpe provocado por ésta al vehículo termina con la muerte de sus ocupantes.

-¿Quién lo diría? Asesinar a quien ayudó a darle tremendo regalo...

El mayor asiente.

-Es peligroso. Si fue capaz de asesinar a sangre fría a una persona tan importante en su vida...

-Steve Rogers es un hombre de temer...

-Steve Rogers es un hombre de temer

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Cuando Termine El Invierno {Avengers}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora