Antigio - Capítulo XXVI (26)

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XXVI

Casi sin fuerza y medio adormilados, veíamos como la gente de la oficina andaba hacia todas partes sin ningún sentido aparente para nosotros. De vez en cuando también veíamos a David pasando de un lado a otro. Nos trajeron unos bocadillos para comer y unas cuantas tazas de café aunque nuestros cuerpos ya no distinguían entre el desayuno y la comida. Me sentía cansado y a la vez preocupado. No estaba acostumbrado a sentirme de ese modo y aparte de desesperarme me agotaba física y mentalmente.

Eran las seis de la tarde cuando David se sentó con nosotros y parecía muy preocupado.

- ¡Levantaos! Tenéis que ver esto.

Nos fuimos a una de las habitaciones contiguas donde un pequeño televisor, sobre un soporte negro atornillado a la pared, sintonizaba las noticias.

- Uno de nuestros contactos del departamento de policía de la ciudad, nos ha confirmado que hace dos días les informaron del nombre de una posible víctima de asesinato. Desde entonces, intentaron ponerse en contacto con la susodicha persona pero todos sus esfuerzos han sido en vano. Al saberlo supusimos que el asesino se dio cuenta de que le estaban buscando y adelantó la fecha del asesinato pero como podéis ver no ha sido el caso.

En la televisión aparecía una gran fuerza de policial que rodeaba una gran catedral. Se notaba que todos los agentes estaban muy alterados y a juzgar por el tono de voz del comentarista, él también lo estaba. Por desgracia no entendía nada de alemán ni tampoco la relación de lo que sucedía con “Zeus”.

- ¿Qué está pasando? ¿Qué dicen?

- Presta atención Vicente. Resulta que las dos personas que buscamos están metidas en esa catedral. Concretamente en la torre situada al lado derecho de la entrada principal. Es de libre acceso y los dos están arriba del todo.

- ¿Qué hace la policía?

- Intentan negociar a través del teléfono móvil de la señora Claus.

- ¿Es Imán?

- No parecen muy seguros pero creen que no.

- ¿Creen que no? Debemos ir de inmediato. Debemos asegurarnos de la identidad del secuestrador. Si es Imán, daremos con la clave para detener el plan de esa maldita organización que hemos apodado “Zeus”.

- En marcha pues. No tenemos minuto que perder.

Cruzamos el laberinto de habitaciones, pasamos por la improvisada recepción, hicimos un gesto de agradecimiento al portero cerca del detector de metales y bajamos las escaleras del edificio con mucha premura hasta que llegamos a nuestro coche.

- La catedral aparecía en la tele es la de San Esteban ¿Verdad?

- Sí Vicente ¿Por qué?

- Se encuentra en el centro de la ciudad. Una persona que pretende huir no se atrinchera en un lugar así.

- A mí también me pareció sospechoso y se lo mencioné a la policía pero no me han hecho mucho caso.

- Creo que no vamos a poder salvar a esa pobre mujer.

Acababa de afirmar lo que más temía. Otro fracaso, otra víctima y otra vez vuelta a empezar. Si el plan “B” de Pierre consistía en recoger cadáveres para averiguar donde acabaríamos encontrando el siguiente, lo estábamos haciendo de maravilla.

*

La conducción temeraria de David no me asustó. Eduardo y Emma tampoco aparentaban tener miedo, simplemente se sujetaban bien a los agarradores del coche evitando golpearse con las bruscas, pero a su vez efectivas maniobras de nuestro conductor. Seguimos todo el trayecto dando bandazos, hasta que por fin llegamos al centro. El tráfico, mucho más denso que el de las afueras, era igual que el de todas las grandes ciudades. Con todo el ajetreo de los peatones, los coches de policía apareciendo por todas partes, las ambulancias permaneciendo en alerta y algún que otro despistado cruzando por donde no debía, seguramente pronto acabaríamos atascados.

AntigioWhere stories live. Discover now