Antigio - Capítulo V-B (5-B)

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- ¿Alguna idea sobre donde comemos?

- No te preocupes Vicente, preguntaré al recepcionista.

- ¿Hablas Francés?

- No, pero ya verás.

Eduardo se acerco al recepcionista y con una mano le hacía el gesto de comer y con la otra se frotaba la barriga. ¡Eso lo entendería cualquiera! El recepcionista sonriendo, le dio una tarjeta y le señalaba hacia la dirección que debíamos ir.

- Ya sabemos dónde comer…

El restaurante, situado cerca del río con unos bancos de madera reposando en ambos lados de la entrada, tenía un nombre muy extraño que no era capaz de pronunciar y su especialidad era la comida francesa. No estaría mal comer algo típico francés, al fin y al cabo, esta región es muy famosa gracias a sus excelentes platos que se pueden acompañar con sus excelentes vinos. Entramos haciendo un gesto con la mano indicando “dos personas” y el camarero, asintiendo con amabilidad, nos acompañó hasta nuestra mesa, al lado de un ventanal que ofrecía unas vistas magnificas.

- Pide tú por los dos.

- ¿No quieres ver la carta?

- No creo que la entienda.

- Hay que tener un poco de valor e imaginación Eduardo.

- El valor lo pongo dejándote que escojas en mí lugar e imaginación creo que tienes suficiente para los dos, así que adelante.

Pedí varios platos de la carta y para mi sorpresa, no me equivoque mucho.

- La comida está muy buena Vicente, todo lo contrario a la colaboración de la policía francesa. Parece que hemos entrado en un callejón sin salida.

- Ni que lo digas.

- Nosotros venimos aquí para hablarles de un caso y ellos nos responden con evasivas mencionándonos otro caso completamente diferente.

- Diferente para nosotros pero quizás no para ellos.

- Desde luego, el texto encontrado en griego crea un posible vínculo. Si tan sólo supiéramos de donde provenía el barco.

- ¡Cierto! Si no fuese griego, sino de otro país, se trataría de una gran coincidencia. Estoy seguro de que hay detalles importantes que no nos han mencionado.

Eduardo tenía razón. Sólo había una explicación para que los franceses nos comentasen otro caso que aparentemente no tenía ninguna relación aparente con el nuestro. Sin duda se comportaron de una manera muy brusca y terca aunque ahora estoy convencido que lo hicieron para ocultarnos algo…

- Me gustaría acercarme a una biblioteca para hacer unas comprobaciones.

- ¿Cómo dices?

- ¿Te acuerdas de la fotocopia del libro que nos enseño el capitán?

- ¡Sí!

- No sé por qué, pero no paro de pensar en ello. Santo Tomas de Aquino no es una lectura muy apropiada para un marinero.

- ¿A qué te refieres?

- Las once exposiciones sobre el trabajo de Aristóteles no es una lectura amena. Es probable que descubramos una conexión entre “Zeus” y ese marinero.

- Si sólo era un carguero…

- ¡Sí! ¿Pero de qué país? ¿Y si realmente no existió ningún carguero? ¿Y si ese tipo no era marinero? ¿Has pensado en la posibilidad de que hayan atrapado al asesino cometiendo el tercer crimen y que en este preciso instante lo estén interrogando?

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