[M] a r c o í r i s.

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Marco era un arcoíris.

Star lo concluyó después de una larga y aburrida clase de biología, en la que habían conversado de la atmósfera terrestre y ella solo se había fascinado por las imágenes en el libro. No había entendido mucho de lo que decía por estar concentrada en esas imágenes, con las cuales supo más de la tierra y las montañas y los humanos y su cultura en general... pero la terminaron sacando de la clase por no prestar atención. Y luego Marco salió con su libro bajo el brazo y las quejas de la profesora de fondo y se sentó junto a ella en el pasillo, comenzando a explicarle con su voz de sabio cómo funcionaba el ciclo del agua, el crecimiento de las plantas para la comida en la tierra, la convivencia de los animales y demás cosas que, por primera vez en mucho tiempo, de verdad escuchó.

Y también observó, y admiró a Marco. Por su forma de hablar, de saber de todo, y por los hoyuelos de sus mejillas con su lindo lunar y la forma de sus labios gruesos y cómo cada palabra que decía le daba envidia de que probaran su lengua y ella no. Y se recriminó por pensar en eso, de nuevo.

Marco era rojo.

Porque así era su lengua, en la que le provocaba navegar, ser exploradora sin mapa de sus papilas gustativas. Porque así eran sus sudaderas y sus sonrojos nerviosos y lo que ella sentía en el estómago al verlo debían de ser llamas muy, muy rojas. Porque así era la luna en la que habían bailado sus almas aquella noche y el color del adorno del sombrero que ella le había quitado, queriendo seguir con sus manos en su cintura y su rostro a pocos centímetros del suyo.

—No necesito un héroe, necesito un amigo. 

No, eso tampoco.

En las tardes, después de salir de clases, les gustaban las aventuras. Ese día había sido de prácticas con los hechizos, como muchas otras tardes desde que no se encontraban en medio de fuertes peleas con Ludo ni monstruos a los que combatir a cada momento, y era en esos días que de verdad se sentía perseguida. Pero Marco solo le sonreía y la animaba y estaba a su lado, diciéndole que todo iba a estar bien. Y ella le creía.

Marco era naranja.

Porque de ese color era el queso que rebosaban los nachos que él preparaba para hacerla sentir mejor siempre, y sin duda así se sentía ella. Como los nachos, que aunque son sabrosos sin el queso, junto a este crean una mezcla maravillosa que hace feliz a cualquiera que los pruebe.

Pero tú no has probado nunca a Marco, Star.

Y, si se ponía a evaluar, ella podría ser amarillo. Porque de ese tono era su cabello, era su color favorito y así es como se suelen pintar las estrellas. Oh, estrellas. Nunca iba a olvidar el día en que Marco le explicó que, en su idioma natal, el español, su nombre se traducía a estrella. Y lo habían pronunciado de una forma tan delicada, con sus labios abriéndose y su lengua danzando con piruetas entre las vocales, que tuvo que decirle que era un aburrido con sus cosas de idiomas e ir a por agua para no besarlo y pedirle que volviera a llamarla así, por el resto de sus vidas, si no era mucho pedir.

Puede que ella fuera amarillo, pero era una simple estrella. Y había aprendido que el sol también lo era, mas la Tierra estaba a una distancia en la que su luz y su calor le daban lo necesario para que hubiera vida. Y Star se sentía como una pequeña estrella fugaz que había llegado creyéndose poderosa y divertida... y encontrándose con el fenómeno intergaláctico de Marco, un Sol gigante que era sabio y seguro y le daba luz y calor a su fría existencia, un amarillo incandescente por el que estaba fascinada, al que quería acercarse como luciérnaga atraída. Solo que no sabía si podría quemarle.

Marco era verde.

De ese color es lo que botan los humanos por la boca cuando tienen indigestión, pero también es el color de sus moretones cuando están lastimados. Y recordaba un día en el que Marco había recibido un golpe horrible en la pierna y se había negado a ser curado por su magia, ya que antes le había lanzado un pez muerto por error con la varita y el olor y su vómito y lo lastimado que estaba no mejoraron nada. Y Star, sin saber nada de lo que los humanos llamaban medicina, porque para qué necesitas saber del cuerpo si tienes magia para curarlo, tuvo que buscar cosas de primeros auxilios y curarle y vendarle la pierna al chico. Y tocó su piel, y sintió unas mariposas venenosas carcomiéndole las entrañas, y no supo si preguntarle si eso era contagioso.

Solo que luego las fue sintiendo más y más mientras Marco estaba a su derecha normal, y entendió que no. Él no las sentía y no las quería vomitar.

Marco era verde porque la hacía sentir así. Marco era verde porque Star lo sentía como sus raíces y el tallo verde que la sostenían a la Tierra. Y ella la flor que, aunque estaba sobre él, solo flotaba, no estaban entrelazados.

Tú nunca te has entrelazado a Marco, Star.

Marco era cian.

Porque ese es el color al que llaman al agua cuando está estancada. Y ella recordaba el día de la piscina, en la que había preguntado por qué no era del mismo color de los ríos y el mar y no entendía para qué querían estancar agua si tenían tanta en otros sitios. Marco le había explicado que en las ciudades abundaban las piscinas porque a veces no había tiempo para ir hacia los mares y los ríos, y ella vio por detrás de sus hombros a varias chicas observando a Marco quitarse la camisa.

Y ella también lo observó. Y sintió que Marco era la piscina a la que la había lanzado su madre, el sitio en la tierra a la que la había mandado porque no había tiempo para entrenarla en un mar o en un río, como lo era Mewni. Y le agradeció por hacerla conocerlo, incluso cuando ella lo que quería era nadar pero en un flotador llamado amistad, el cual la mantenía sobre las frías aguas de Marco, sin poder tocarlo pero estando allí, estancada en el bello Cian que era su espalda intentando explicarle cualquier tontería mientras nadaba.

Tú nunca has nadado en Marco, Star.

Marco era azul.

De ese color eran los ojos de Star, y era otro de sus muchos colores favoritos para vestidos, y si ella fuera un color le gustaría ser azul. Pero sus ojos brillaban de una forma perceptiblemente especial cuando lo veía a él sonreír, y fuera del color que fuera Marco era su favorito, y de verdad se alegraba cuando él le decía que se veía cool con sus vestidos. E incluso de ese color también eran muchas cosas en la tierra, como el mar o el cielo o los lindos tulipanes que había tomado prestados del jardín de la vecina.

O sus lágrimas al ver que Jackie y Marco estaban hechos el uno para el otro.

Marco era violeta.

Porque habían flores que se llamaban así y era otro de sus colores favoritos y ella quería que Marco algún día le regalara flores, fueran o no violetas. O ni siquiera flores, con que estuviera a su lado bastaba, siempre bastaba. Solo que el violeta era una mezcla entre el rojo y el azul, y si Marco era mucho rojo y ella era mucho azul entonces ellos dos podrían ser violeta, eso sería lindo.

Pero su madre había llegado esa noche y le había dicho que ese violeta era más imposible de lo que ella creía. Y si el violeta pudiera representar tristeza, pues entonces así estaba ella cuando bajó a confesarle sus sentimientos a Marco y a despedirse de todos a los que había llegado a amar, dándole un adiós eterno a los colores preciosos que había descubierto en la tierra.

Y lloró, mucho, pasando el portal antes de que Marco la detuviera y encontrándose en su dimensióncon el Consejo vueltos cadáveres. Y ahora se seguía sintiendo violeta, dirigiendo la guerra entre los Monstruos y Mewni de la que su madre la quiso alejar, siendo Toffe su mayor enemigo.

Había crecido, y sus tonos se habían oscurecido bastante. Star estaba más madura, hacía planes de batalla en tinta muy negra y planos grises, y su armadura era blanca y solía llenarse de un rojo que no era de Marco. Era un retrato triste hecho en pinturas de guerra, y sabía que era admirada por su madre y por los del Consejo debido a sus hechizos e ideas y fuerza, y sabía que pronto se enfrentaría cara a cara con Toffe y no con sus monstruos y sabía que ella se estaba convirtiendo en uno.

Pero no sabía que Marco la buscaba en todas las dimensiones con sus tijeras, persiguiendo el rastro de una batalla eterna y de un Mewni amurallado por la magia. Porque, al estar sin esa pequeña estrella rodeándole, Marco sintió a la gravedad atacarlo y el cómo se volvía nada en la caída. La quería a su lado, como el queso a los nachos y como quieres a lo que, aunque no lo aceptes, amas.

Y Star, en las noches, intentaba no pensar, porque lo único colorido en su cabeza eran los recuerdos. Así que cuando el cielo era violeta y por fin podía fingir paz y soñar con pesadillas, a veces el sol salía entre su inconsciente, y junto a la lluvia de su realidad, se creaba un arcoíris.

En verdad, un Marcoíris.

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⏰ Last updated: Apr 09, 2017 ⏰

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Marcoíris. |Starco One-Shot|Where stories live. Discover now