¿Y ahora qué?

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Mike no sabía cómo pero parecía que la visita al piscólogo había alegrado a Johann. ya no lucía tan deprimida y había vuelto a comer.

Pero lo que la seguía poniendo de mal humor era tener a esas peritoso todo el día en su casa, ya habían sacado todo lo que necesitaban y no había más que buscar en la escena del crímen. ¿Por qué no se iban de una vez? Por mala suerte debían vivir en un hotel, aunque sea temporalmente porque su casa ahora era ''escena de un asesinato'' y se consideraba una ''prueba'' o alguna cosa por el estilo.

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Eran las ocho y media de la mañana del sábado, Johann aprovechaba para dormir hasta tarde mas su sueño fue interrumpido por la llamada a su puerta del hotel.

─ Señorito Morland, debe acompañarnos. ─habló un hombre vestido con uniforme de la policía.

─ Pero.. Oíga ¡soy menor de edad! ¡No puede llevarme sin autorización de un mayor!

─ Y lamentamos, señorita, informarle que usted no tiene mayor a cargo.. Su tutor no ha aparecido y este es la razón por la cual debe ir a la estación. Está  a  cargo de un juez de menores. ─habló el mismo oficial mientras la tomaba del brazo y la sacaba de la habitación.

─ Espere, pero, y... ¡Mike! ¿Qué hay de él? Es el hijo de George, lo conozco desde toda la vida, estoy segura de que Mike querrá...

─ Lo lamento, señorita. Son órdenes del juez. Al menos que su tutor aparezca y le pase los cargos usted está bajo tutela del juez.

Johann no quería creer lo que oía. No quería pasar dos años a cargo de un juez, en un reformatorio, orfanato o lo que sea. Ella no lo iba a soportar.

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La sala era en extremo aburrida, la masa de las galletas estaba dura y su café se había enfriado. La mujer que le hablaba la trataba  como a una niña pequeña y le recordaba demasiado a la señora Hill. Por otro lado estaban los policías, que entraban y salían con sus interrogatorios sobre el caso, hasta algunas veces le habían repetido tres veces las mismas preguntas. Todo esto era insoportable, rogaba por lo bajo que todo se solucionara pronto y lloraba internamente. ¿Por qué no podía tener una vida normal como la de los demás adolescentes? ¿Qué había hecho para merecerlo? Y su conciencia la golpeaba como un hielo frío contra una roca caliente: No salvar a sus padres.

Por más que le habían repetido miles de veces que ella no había tenido al culpa y no habría podido hacer nada no dejaba de reprocharse el no haber llamado a la policía o alguien en vez de encerrarse en el armario a llorar mientras asesinaban a sus padres e incendiaban la casa. Sentía que de haber sido valiente sus padres estarían con ella ahora y podría llevar la vida que siempre quiso. Johann nunca había pedido más: Una familia.

My Stalker (En espera)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora