Prefacio

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Estaba terminando de redactar el examen del tema 7: potencias y raíz cuadrada, cuando la puerta se abrió y volvió a cerrar de golpe. Levanté la cabeza para ver quién había entrado. Recuerdo que al verle pensé algo así como: «¿Éste se ha creído que está en su casa o qué?».

No era normal que un adolescente entrara en el aula de profesores durante el horario escolar a no ser que alguien le hubiese mandado hacerlo, en cuyo caso, todos tenían la obligación de llamar a la puerta y pedir permiso. Y con obligación me refiero a educación, algo de lo que ese chico carecía por completo. Me quedé mirándolo a la espera de una disculpa o una explicación. Él se rascó la pierna a través de un agujero de sus pantalones rotos y se apoyó en la pared con el teléfono móvil entre las manos.

Estaba claro que no era alumno del instituto porque 1) no lo había visto antes y 2) no llevaba el uniforme, sino una camiseta negra y arremangada hasta los codos con la frase "I give you permission to wake me up if you get horny".

Te doy permiso para despertarme si... ¿estás caliente?

Aparté la mirada y chasqué la lengua. ¿No le daba vergüenza llevar eso? Entendía que a la gente le gustase ponerse camisetas con frases graciosas o ingeniosas, pero eso me parecía excesivo.

No obstante, decidí que su forma de vestir no era de mi incumbencia y seguí con mi examen. Si él no había venido a hablar conmigo, posiblemente estuviera esperando a que Jungsoo, el jefe de estudios y profesor de física, terminara con sus clases de primera hora. Ya me encargaría de enseñarle modales si terminaba convirtiéndose en alumno del instituto.

Pasé la página de mi libro y me llevé un lápiz a los labios, empezando a releer los problemas que les había explicado en clase y a pensar la manera de adaptarlos sin que fuera demasiado fácil pero tampoco muy complicado. Mordí el lápiz unos segundos y me lo saqué de la boca para apuntar hacia la pantalla de mi ordenador con él.

—Menos siete al cubo... —pensé en voz alta.

—Trescientos cuarenta y tres.

Alcé la cabeza, sorprendido, encontrándome con la sonrisa ladina del chico a una mesa de distancia. Me subí las gafas, curvando mis labios también.

—Te falta un "menos" delante.

Sus ojos se movieron durante unos segundos mientras él pensaba. Pareció darse cuenta del error y asintió, como si con ello me otorgara la razón, antes de apoyar ambas manos sobre mi escritorio. Pude ver cómo tres pendientes negros brillaban en sus orejas bajo la potente luz sobre nosotros.

—¿Debo suponer que eres el profesor de matemáticas? —ladeó la cabeza.

Enredé el lápiz entre mis dedos, conteniendo las ganas de decirle que diera un paso atrás, pero no era mi alumno y no podía ordenarle nada. Y mucho menos por algo tan tonto como mi manía del espacio personal.

—Supones bien. ¿Vas a matricularte?

—Sí. La mujer de ahí fuera me ha dicho que espere a un tal Jungsoo para arreglar los papeles.

—¿Y tus padres no vienen contigo? Son ellos quienes tienen que firmar.

Él hizo una mueca, encogiéndose de hombros. Metió una mano en el bolsillo trasero de sus pantalones y sacó un montón de papeles mal doblados.

—Mi tío ha firmado esto como mi tutor legal —me los enseñó vagamente y volvió a guardarlos—. Creo que servirá.

En cuanto entendí lo que aquello significaba, me sentí mal por haber preguntado por sus padres. Agradecí que él no pareciera afectado por mis palabras antes de sonreír con amabilidad y señalarle la mesa de Jungsoo.

Parada óptima [EunHae +18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora