Capítulo 3 - Segunda coincidencia

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- ¿Impaciente? - reimos - Vamos.

Al final fuimos a un Starbucks y lo pasamos bastante bien. Estuvimos riendo y hablando todo el rato. Descubrí que teniamos muchas cosas en común y que cada vez me gustaba más. Definitivamente, estaba feliz, todo estaba empezando a cambiar para bien, hasta que pasó lo que nunca creí. ¡Era él! ¡El que casi me mata! Oh... Que guapo es. ¿Pero que digo? Tengo que esconderme, no quiero que me vea.

P.V. Sergio.

Estaba en casa apunto de salir y mi "hermana" se unió a mi sin ni siquiera preguntar, algo habitual en ella. Llevaba semanas instalada en mi casa y aún no se iba. Sus ininuaciones eran cada vez más claras y más tentadoras, pero me resistía como podía. Decidí ir al Starbucks donde Esther y yo quedamos muchas veces cuando nos estabamos conociendo. Tal vez fue algo masoquista por mi parte, pero algo me dentro de mí me insistia para que entrata, asi que así lo hice. Y gracias a Dios que lo hice, al entrar la vi. Aquella chica con la que estuve obsecionado días y días sin poder dejar de pensar en ella. Al verme se quedó algo absorta y después se puso algo colorada, sonrio y se enfadó con ella misma. Era muy divertido observarla, parecía una loca, ya que poco después intentaba esconderse para que no la viera. Me picaba bastante la curiosidad, asi que decidí acercarme a ella.

- Hola. - reí al ver como miraba a todas partes haciendose la desentendida - sí, es a ti. - y reí más aún.

- Eh... - se quedó pensativa y después empezó a hacer como que me recordaba - Ah, eres tú. ¿Y todavía te atreves a hablarme? Debería haberle pagado a unos sicarios para que te mataran.

- Veo que me recuerdas. - no podía contenerme la risa, asi que volví a reir y ella pareció molesta.

- ¿Pero por qué te ríes tanto? - frució el ceño. 

- Me estoy riendo de ti. - por fin pude ponerme serio, aunque me costó bastante.

- ¡¿QUÉ?! Hace semanas, casi acabas con mi vida, y hoy me ves, y en vez de pedirme disculpas, te ries de mi, ¿y en mi cara? ¿Pero tú de que vas? - estaba muy molesta y yo no podía parar de reir - ¡IMBÉCIL!

- No te enfades chica, sólo son bromas. De hecho, venía a eso. Lo siento por casi matarte, y como disculpa te invito a comer, ¿qué me dices?

- Pues... - se quedó dudando un momento y yo creí que no aceptaría. Lo nervios se apoderaron de mi esperando esa respuesta... - ¡Está bien! Te haré gastar tanto dinero que habrá lamentado casi matarme. - y me regaló una sonrisa. Era preciosa, su sonrisa, su cara y todo ella. La verdad, no esperaba que aceptara, pero aceptó y me sentía feliz. 

Apunté mi número de teléfono en una servilleta y se lo di.

- Ese es mi número, llámame cuando tengas un hueco libre. ¡Espero tu llamada! - le sonreí y me marché, más feliz que nunca.

Mi hermanastra miró y escuchó todo, ahora me quedaba aguantar todos sus comentarios y sus preguntas incomodas. Y como no, no iba a tardar ni un minuto en enterarse de quien era esa chica.

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 P.V. Haridian.

- ¿Quién era ese tío? - me preguntó Samuel algo confuso.

- Nadie importante. - dije con una sonrisa en la cara, viendo como ese hombre tan atractivo se iba después de haberme invitado a salir. - ¿Podemos irnos ya? Acabo de recordar que tengo que cuidar a mi hermano.

- Está bien, te llevo a tu casa entonces. - noté algo de molestia en su voz, aunque no le di importancia. Era verdad, tenía que ir a cuidar a mi hermano y yo me había olvidado por quedar con Samuel.

Afortunada CoincidenciaWhere stories live. Discover now