CAPÍTULO 3

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Podría haberme puesto a escuchar música triste, para alimentar mi dolor y no dejar que la herida sanara, pero eso no me llevaría por el buen camino, no me ayudaría a superarlo, y tenía que entender que habían cosas peores que sucedían en el mundo que no tenían nada que ver con un jueguito de niños de "te quito tu juguete porque no me caes bien". Así que simplemente dejaría de pensar en eso.

Wow pero que madura te pusiste Mel— dice el pepe grillo en mi mente.

Pero solo digo lo que siento, sí, me lo digo a mí, pero en este momento me tengo solo a mí, por lo tanto me convierto en una persona estúpida que habla con ella misma y con un grillo imaginario como conciencia.

Limpio otra lagrima que se me escapa, desearía poder impedir que estas siguieran saliendo.

La puerta de mi habitación se abre y mi abuelo asoma su cabeza.

—Ya está la cena pequeña. — me avisa.

Escondo aún más mi cabeza en la almohada.

—No tengo hambre. — digo aun con la cabeza enterrada en mi suave almohada.

—Tienes que comer algo Mellie, solo llegaste y te encerraste en tu habitación. Déjame decirte que crié solo a tu madre, así que sé cuándo una mujer está pasando por algo.

Me siento en la cama dándome por vencida, conozco como es el abuelo de terco, insistirá e insistirá como cuando mi mamá me inscribió a unas clases de ballet cuando era pequeña, y no quería ir.

—Mira lo flacucha que estas— dice levantando uno de mis brazos, una sonrisa brota de mis labios—, te hace falta un poco de pasta de la receta familiar.

—No, no me hace falta nada— hago un puchero.

—Claro que si Mellie— dice pero yo vuelvo a negar, ignorando lo mucho que crujen mis tripas reclamando alimento.

—¿Qué te sucede?— me insiste de nuevo el abuelo.

Lo miro con los ojos empañados de nuevo, no quiero mentirle.

—Liza y Math me engañaron. — sollocé, él me acerco a su pecho y me abrazó.

—Son unos estúpidos. — me dice y yo trato de controlar mis sollozos.

—No sé cuánto tiempo llevaban humillándome de esa manera— le digo de nuevo con la voz ahogada. —, los descubrí hoy en la mañana.

La mirada de mi abuelo se quebranta, supongo que es por verme de esta manera tan vulnerable.

—No llores por esas personas que no lo merecen, el karma y la vida se encargarán de hacerles pagar por esto que te hicieron. No llores más, no te desgastes por cosas que no valen la pena, eres joven y tienes un futuro por delante, esto no tiene que pausar tu vida.

Me abraza de nuevo y siento más tranquilidad en mi ser, el abuelo es muy sabio, debo hacerle caso.

—Eres un buen segundo padre. — le digo sonriendo.

—Tu abuela murió cuando tu madre tenía 2 años, tuve que criarla sola, aprendí muchas cosas de cómo ser madre que ahora me están ayudando mucho. Tuve que hablar con tu madre acerca de su periodo— se encogió de hombros y yo reí—, tuve que aprender a no ponerme celoso y protector cada vez que un chico la invitaba a salir, y tuve que limpiar cada lagrima que derramo cuando le rompían el corazón, y también tuve que aprender a controlarme de no salir a golpear a cada imbécil que hiciera llorar a mi princesa, cosa que estoy haciendo de nuevo, estoy muy viejo para ir a golpear a ese muchacho, aunque de seguro le ganaría. — con esto último me rio aún más fuerte.

El abuelo Lucio siempre sabía como sacarles una sonrisa a las personas cuando lo único que querían era llorar y llorar, era algo que admiraba de él, también lo fuerte que era tanto físicamente como sentimentalmente.

—Conocí a otro chico hoy. — le dije cambiando de tema.

—Tú si eres rápida niña. — bromea.

Rio pero niego con la cabeza.

—No de esa manera abuelo, es muy agradable y gracioso, me apoyó cuando me vio llorando a pesar de no conocernos, es muy guapo, pero antes de querer algo con alguien más, debo superar esto.

—Me gustaría conocerlo. — me dice parándose de la cama.

—Es muy pronto para hacer planes. — le digo.

Bajamos a cenar y justo cuando nos sentamos, mi mamá llego para hacernos compañía.

—¿Por qué tienes los ojos rojos?— me pregunta extrañada luego de saludarnos y explicarnos que había salido temprano.

—No tengo los ojos rojos. — dije odiándome por ser tan blanca.

—Hija, conozco lo que salió de mí, sé cuándo lloras, estás demasiado pálida como para que tus ojos se pongan rojos e hinchados.

Le explico todo lo sucedido el día de hoy.

—Siempre tuve mis sospechas de esos dos. — me dice furiosamente sentándose junto a nosotros con un plato de pasta casera.

—A mí tampoco me daban buena espina. — concuerda con ella el abuelo.

—No los quiero volver a ver asomándose por acá. — me sentencia.

—¿Y si quieren pedirme perdón?— le digo con algo de esperanza.

—Ya te advertí Mellanie, no los quiero ver asomándose por acá, debes aprender a darle a las personas lo que merecen. — no discutí más con ella, discutir con Michelle Williams era como discutir con una pared, y aun así es más probable que la pared seda primero.

Michelle 1 Melanie 1

Empate, por ahora...

***

Número desconocido: Melanie Williams, le gustaría a usted comer conmigo a la hora del almuerzo?

Att: Jules, el sexy, Black.

Un mensaje me interrumpe a media clase de Práctica Escénica, el día de hoy estábamos viendo una clase teórica, por lo que podía tener mi teléfono a la mano.

Una sonrisa brota de mis labios cuando leo de quien es.

Yo: Eso suena a un plan muy tentador.

Agrego el numero como: Jules, el sexy, Black.

Jules, el sexy, Black: imposible negarse.

Yo: estoy de acuerdo, donde nos vemos?

Jules, el sexy, Black: en el área verde a un lado de tu edificio a la una y media.

Guardo mi teléfono con una sonrisa y espero ansiosa la hora del almuerzo.

La Vida que Soñé I || COMPLETA ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora