Me mira fijamente y su mirada brilla con tanto interés, anhelo y felicidad que me enferma. Me encojo y me arrepiento cuando lo hago porque entonces él nota que aún le temo.

—Señora Jamestown...—comienza su despreciable abogado extendiéndome su mano. La tomo con un apretón no tan firme.

—Kanet, señorita Kanet.

—Eres mi esposa.

Me estremezco y me niego a verlo una vez más, concentrándome en la escoria que lo ayuda a salirse con la suya ¿éste hombre no tiene una madre, hermana, prima, amiga o hija a la que no le gustaría ver en esta situación? Me repugna.

—Mi apellido es Kanet desde el día en el que casi muero y me quité mi anillo de bodas. Cambiado oficialmente, y señorita porque no respondo al título de señora. No soy una esposa. Nunca más lo seré.

Hay silencio y estoy un poco en piloto automático mientras Jeremy me hace sentarme a su lado, su silla muy junto a la mía haciéndome sentir reconfortada. Ronald lo nota, su boca es una mueca y siento la necesidad de esconderme debajo de la mesa o el impulso de repetirle una y otra vez que no pasa nada, que Jeremy es solo mi abogado. Me asquea aun tener esa reacción, el temor de explicarle todo antes de que enloquezca.

Y cuando me mira tan fijamente en ciertos lugares me hace sentir sucia, usada, un desecho que nunca se sentirá como antes. Alguien que nunca estará dispuesta a recibir las caricias de algún otro hombre. Un animal asustado.

El abogado de Ronald habla y Jeremy responde de manera cordial sin caer en ninguno de sus trucos o provocaciones. Observo mis manos y soy consciente de esa mirada sucia sobre mí.

Quiero tanto llorar. Esconderme para siempre.

No puedo prestar atención a nada de lo que se dice, de alguna manera me desconecto, me ordeno alejarme mentalmente de este lugar que me hace sentir dentro de un infierno que quema mi piel hasta el punto de un dolor no descriptible. Sin embargo no puedo refugiarme en mi mente para siempre y una hora después soy capaz de escuchar las barbaridades saliendo del abogado Cohen.

Saco fuerzas y voz de donde no las tengo.

—No hay ninguna reconciliación, ni oportunidad. No le di solo dos oportunidades a su cliente, le di más de cuatro ¿Sabe cómo terminó mi última oportunidad para darle? En un hospital a instantes de morir por la persona que hoy intenta negociar una reconciliación. No me pondré en las mismas manos de la muerte una vez más.

No lo veo pero cada palabra es dirigida para él, mi voz tiembla al igual que mis manos y una parte de mí no deja de susurrar que me calle o me golpeará. La mano de Jeremy debajo de la mesa se posa en mi pierna, haciéndome saber que no estoy sola.

»Usted quizá nunca ha estado recibiendo golpes tras golpes por cosas sin sentido de alguien que debe amarte. Usted solo está aquí, defendiendo a alguien que un día simplemente podría lastimar a los suyos. Yo no amo a su cliente y quiero el divorcio tanto si le gusta o no. No más.

Mi respiración es muy audible y agitada, nunca he experimentado concretamente ataques de pánicos, pero si he caído en histeria y me siento camino a ello justo ahora.

—Naomi, cariño, cometí errores en el pasado. Te amo, eres mi vida y quiero enmendarlo. Merecemos esta oportunidad...

—Mereces ser el receptor de unos cuantos golpes con un bate de metal en cada parte de tu cuerpo—Jeremy sisea y luego parece caer en cuenta de su declaración y el tono de voz porque suelta una risa que para mí se oye falsa, pero que para ellos parece genuina— solo bromeaba.

»Mi clienta no está dispuesta a ningún acuerdo del tipo amistoso y reconciliación. Seré muy sincero, queremos a su cliente lejos de la mía, papeles de divorcios firmados y una orden de restricción. Además de un reembolso de los gastos de la clínica que atendió cada lesión de mi cliente. La casa— la cual de obtener espero vender antes de siquiera caer en la tentación de quemarla—y no divulgación del acuerdo.

Conquistando a Jeremy (BG.5 Libro #3.5)Where stories live. Discover now