II. PESADILLA

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-Cuando me enteré de mi estado, había pasado un mes desde que te fuiste. Por supuesto, estaba enojado. Nos odiábamos; éramos compañeros no solo de la Mafia, de sexo también. Sabía que además de eso no éramos nada pero... traicionaste a quienes yo consideraba había sido nuestra familia.

-Chuya, no entiendes que...

-Cállate y déjame continuar. Como sea, cuando Mori me lo dijo, digamos que no me lo tomé muy bien-su voz era ácida, detestaba esa parte de su vida- lo primero que hice después de asimilarlo fue negarlo. Querer que desapareciera y si era posible, terminar con su corta vida. Lo odiaba. Yo no quería nada tuyo, te despreciaba. Obviamente, eso no pudo pasar ya que Mori me amenazó: era tenerlo o acabar su vida junto con la mía. Tal parece que te quiere, y no dejaría que por simples estupideces, muera el que consideraba su primer nieto.

Omitió el hecho de que, aun así, se había negado. Pero el mayor cumplió su palabra; la cicatriz en su cuello era el testigo de lo cercano que estuvo a su muerte.

>> Por más empeño en que le puse, más argumentos que inventé, tuve que resignarme a tenerlo. Los primeros meses fueron horrorosos, náuseas siempre, dolores en la cabeza... era como tener resaca todo el tiempo ¡Y sin poder tomar! Una pesadilla, definitivamente. Pero al final, valió la pena; sí que lo valió. Poco a poco todo lo malo pasó y creo que hasta me acostumbré, seguí todas las recomendaciones y llegué a entender que él estaba libre de culpa, que no tenía que odiarlo solo por ti.

-¿Sabes? La primera vez que sentí sus movimientos, sus pataditas, me asusté mucho. Tuve que llamar a Mori, quién me tranquilizó diciendo que desde cierto tiempo, estas comenzaban a ser frecuentes. En ese momento me di cuenta el terror que me causaba la idea de perderlo. No sé cómo pasó pero, en algún momento de mi "embarazo", dejé de odiarlo y empecé a amarlo, a querer protegerlo.

Algo que al parecer, tampoco pudo hacer bien.

>>Todo fue mejor de allí. Recibí el apoyo no solo de este, sino de Kouyou-sama y algunos otros pocos miembros de la Mafia. Tuve que mantenerme al margen, separarme un tiempo de allí y alejarme de todo el estrés que conllevaba. El tiempo, de pronto, pasó demasiado rápido y el día esperado, yo estaba demasiado nervioso, tanto que tuvieron que sedarme bastante antes de la operación que por cierto, la hizo el jefe. Temía que algo sucediese, un accidente, un improviso, que simplemente lo pierda pero... El resultado fue un niño saludable, muy feo y que gritaba demasiado. Pero eso estaba bien para mí.

Las sonrisas que se escapaban de sus labios remarcaban la felicidad que supuso el nacimiento de su pequeño.

"Apuesto a que si lo hubiese visto en ese estado, yo habría sonreído más todavía" Pensó el castaño.

-Como agradecimiento, dejé que su abuelo adoptivo eligiera su nombre. Siempre le estaré agradecido por haber permitido que él haya nacido, a pesar de mi insistencia de que no lo haga. En fin, esa es la razón de su nombre. Todo fue muy tranquilo, aunque llegó a desesperarme varias veces: me sentía frustrado por estar solo con él, el no ser suficiente... sentía que nunca podría hacerlo solo. A veces me entraban ganas de simplemente correr a buscarte y decirte la verdad pero ¿Con qué sentido? Tú no estabas y, aunque te hubiese encontrado, temía que rechazases al niño. Felizmente pronto me acostumbré a mi nueva rutina, el apoyo de los hermanos Akutagawa también fue fundamental-

-¿Akutagawa? ¿Ryunosuke Akutagawa lo sabe?

-De hecho, es su padrino, junto con Gin.

La furia y la tristeza se mezclaban en esos orbes oscuros. Chuya casi se podía imaginar lo que sentía: había hablado con él, estado tan cerca... y, a pesar de lo importante que debía ser el enterarse de la existencia de su hijo, nunca le dijo nada. Ni siquiera una insinuación, o pista. Nada.

ANTES DE DORMIR |PremiosUNIVERSO|Where stories live. Discover now