No quiero principes azules.

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El sueño de todas nosotras desde que nacemos, creo, es conocer a nuestro príncipe azul, el cual parece que sabe esconderse de maravilla. Ese chico perfecto en todos los sentidos, con el que nos casaremos, tendremos hijos y nos haremos ancianos abrazados el uno al otro.

El príncipe azul ideal se dice que es de ojos azules, cristalinos, rubio, melena brillante y radiante, más bonita y cuidada que la nuestra, claro está, boca perfecta con sus dientes bien cuidados por un dentista buenísimo, cuerpo escultural, alto, y un largo etc.

Especie en peligro de extinción.

Ahora como las modas todo cambia. El típico rubito de ojos azules ya no mola, ahora se lleva el tío cachas de gimnasio, moreno, con una buena dosis de pelo en su barba y ojos oscuros a poder ser.

Este es mucho más fácil de encontrar.

Yo no quiero príncipes azules. Yo quiero personalidades únicas. Si, el típico rarito que te encuentras caminando por la calle con la mirada perdida, ese que camina sin saber donde ir, el típico chico de las pintas raras. Ese, ese es el que quiero descubrir, porque de todos los demás sé el final del cuento.

Esas miradas son las que atrapan, las que enamoran, las que no te puedes borrar de la mente. Aquellos que deseas descubrir su corazón y saber qué esconden esos ojos oscuros, esa mirada perdida, esa sonrisa tímida o esa carcajada sobrenatural. Los que tienen un no sé qué que nose como explicar.

No quiero supermodelos de televisión, ni bombones a los que sin su funda se quedan en nada. No quiero al simpático de turno, que luego tiene el alma podrida. Ni tampoco las melenas brillantes que no cuidan lo esencial.

Dejemos a los príncipes azules para los cuentos.

Todo lo que callo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora