3. Blake Andrews Grayson.

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Capítulo 3: Blake Andrews Grayson.

Mi hermana mayor Kayla es atleta. Le encanta correr y es muy buena. Corre en relevos, líneas rectas, obstáculos y siempre lo hace con una sonrisa en el rostro. Cuando le preguntaba de pequeña cómo es que no se agotaba y fatigaba —algo que me pasaba muy seguido debido a que tenía unos cuantos kilos algo por arriba—, me sonreía y decía que todo estaba en la respiración.

Ella me contaba que todo estaba en tu respiración. Que mientras iba corriendo todos sus pensamientos fueran malos o buenos salían volando y se concentraba en la rítmica respiración. Que si estaba enojada, a punto de explotar, entonces tomaba aire y enfrentaba las cosas.

Aunque las palabras de mi hermana eran ciertas, yo era cobarde. Entré a natación, no sólo porque bueno, era el deporte que consideraba menos mal para mí, sino porque bajo el agua tenía que aguantar la respiración. Mientras Kayla tomaba aire y enfrentaba los problemas, yo me aguantaba mi respiración y me escondía para no hacerle frente.

Era cobarde.

Soy cobarde.

—¡Eh, Criss! —gritó una voz mientras salía de la piscina. Revolví mi cabello con la toalla más cercana y me cubrí el cuerpo tiempo después. A pesar de que ya no era más una chica gorda, el miedo de que la gente se burlara de mí en mi traje de baño era persistente.

Había cosas de las que no terminaba de deshacerme.

Me giré para ver a Blake acercándose a mí con una sonrisa cómoda y las manos en los bolsillos. Ya había pasado una semana sobreviviendo en esta escuela con la ayuda de Sam, Derek quea veces se sentaba con nosotras en la cafetería, sobre todo para contarme de los nuevos libros que estaba leyendo. Resulta que al parecer era todo un geek de los libros, mucho más que yo y eso ya era mucho que decir. Blake también había sido muy amable conmigo, casi yendo en contra de lo que los Kambg hacía, que no era más que lanzarme muecas y Kaev tratar de evitar mi mirada.

Salí de mis pensamientos, sonreí y tomé mi maleta.

—¿Blake? —dije y noté que mi voz sonaba muy alegre. En realidad no le tenía miedo a los F5, mucho menos a Blake. Sea lo que fuera esa Tercera Advertencia, ellos seguían siendo adolescentes y no iba a demostrarle a Kaev mis inseguridades que tanto me estaba costando superar o ocultar.

—No podía encontrarte —comentó, tomando la maleta por mí y cargándola él. No pesaba, pero se sintió bien encontrarme con un caballero en la vida real—. Sam me dijo que probablemente estabas nadando.

—¿Sam todavía está aquí?

Hizo una pequeña mueca.

—No lo creo —respondió y empezamos a caminar, a mi pesar, a las regaderas. ¿Es que esperaba ver cómo me bañaba?—. Creo que su madrastra pasó por ella.

Fue mi turno de hacer la mueca.

—A Sam no le agrada su madrastra.

Él se encogió de hombros, pero yo me quedé pensando en lo que Sam me había contado. Su madrastra, junto con su hermanastra era como si trataran a Sam como la mismísima Cenicienta siempre que su abuela se volteaba para mirar hacia otro lado. Sam me contó que sus papás fallecieron y tuvo que quedarse con su madrastra, quien a su vez tuvo que empezar a vivir con la adinerada de su abuela. En otras palabras, todos dependen de esa señora rica, pero su madrastra era la encargada de hacerla sufrir.

—¿Quieres que te lleve a tu casa? —preguntó de pronto, deteniéndonos frente a las regaderas—. Noté que no llevabas auto y debes estar cansada por haber nadado tanto tiempo.

Tercera advertencia [TA] [CHS #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora