Capítulo 13: ¿Con qué una cita?

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Esta no es la primera planta, veo el numero en que el jodido ascensor me ha dejado y es el piso 25. Suspiro, exasperada. No voy a subirme por ese jodido ascensor que tiene la personalidad de Edward.

Me resigno, les sonrío a un grupo de Madisons que me miran queriendo perforarme con las perforadoras y cortarme con las hojas que tiene en las manos. Que lindas, yo también las aprecio.

Me encamino a las escaleras y al ver que están vacías porque la gente es gorda y las Madisons tienen miedo a que el Botox o la grasa se les explote por fuerza excesiva. Lo solitaria que están hace que un frío recorra mi columna. Tengo miedo de poner un pie y resbalarme e ir en picada por 24 pisos. Un vértigo inexistente en mí —hasta ahora.— me da la impresión de que las escaleras se acercan y se alejan.  Si voy a morir que sea con más emoción.

—Ay diosito bendíceme —me persigno y respiro hondo. Entro al ascensor.

Hace un rato salieron unas personas intactas y ¿por qué yo no?

Observo a Miller caminar apresurado con su elegante traje y cabello bien peinado. Presiono el botón de la primer planta miles de veces y las puertas no se dignan a cerrar. Mierda.  No me nota porque lee unas hojas, entra como un semblante arrogante y sonríe al saber que el grupo de Madisons lo mira queriendo arrancar su ropa. Presiona un botón y el ascensor se cierra de una.

Enserio. Puta máquina.

— ¿Y ya compraste el almuerzo? —pregunta sin despegar la vista de sus ojos de las hojas. Tiene ojos detrás de la cabeza o sus nalgas son unos, pues lindos ojos.

Se sensata, No le mires el trasero.

—Lo voy a comprar ahora mismo

El solo asiente desinteresado, pero comienza de nuevo, el ascensor ruge y las luces titilan, no obstante, esta inmune o solo es mi imaginación.

Miller alza la vista y frunce el ceño. Me recuesto contra la pared al borde de llorar. Voy a morir con la peor persona en la vida.

El ascensor se detiene y la luz se va.

—Voy a morir aquí y contigo, no puede ser y yo... tengo mucho por vivir, eso es tu culpa por la comida —exploto y me hice bolita en el suelo porque sentí que iba a caer aún recostada en el suelo, casi siseo. Escucho un suspiro largo. Levanto un poco la cabeza para ver a oscuras las facciones de Miller.

­—Cálmate, si puedes... —me levanto desesperada, ignorando sus palabras hasta llegar a los botones aplastando el de abrir puertas, el de cerrar y todos casi golpeándolos.

Lo enfrento en las penumbras. —No quiero morir aquí contigo, no. Prefiero morir al mirar ambos lados de la calle antes de cruzar y de la nada ser atropellada brutalmente por un avión —el alza las cejas por la frase sin sentido mía. Lo ignoro, es decir está tranquilo ¿cómo puede estar tranquilo? Me vuelvo a girar para gritar y comenzar a golpear las puertas. —Ayuda, auxilio por favor, sálvenme ¿con qué no entiende el español? entonces ¡HELP ME! En chino ...

—Basta —interviene de inmediato agarrándome de las manos y me acerca a él. —No creo que estemos en un piso, le estas gritando al metal y al otro lado al puro concreto —me regaña en un tono represivo, me callo por su cercanía, me suelta y se encamina a los botones. Plasta uno que nunca me fije que estaba. —Solo hubiera aplastado el de emergencia.

Lo presiona.

—Listo —comenta y se recuesta en la pared como chico malo. Volteo los ojos.

Minutos, posteriormente unas horas. Sin contar el calor y la oscuridad.

—Ayuda, saquéenme —Miller grita inquieto y golpea a la puerta, me río entre dientes por el cambio de papeles.

—Te diría tus propias palabras, pero creo que ya las sabe —deja su cabeza descansando su cabeza en la pared. Miller se ha sacado el saco y se ha desabrochado los primeros botones de su camisa y una fina capa de sudor le invade el cuerpo. Piensa en pandas.

Sé que estoy nerviosa porque una de sus sonrisas ególatras empezaba a crecer en sus labios.

—Tu celular, llama a alguien —propongo antes de otro pensamiento ilícito evidente en Miller.

Resopla. —Está en mi oficina

Mierda, mierda, mierda. Enserio.

Busco en mi bolso a vista ciega y lo agarro. —No hay señal —Miller golpea su puño contra el metal y es apropósito para desquitar su impaciencia.

Me levanto y camino de un lado a otro hasta que tres rayas fueron mi salvación mientras me quedo ahí y llamo a Kendall:

—Valerie ¿dónde estás?, no has llegado. ¿Sabes? que ya te arreglé la cita —mátate Kendall—. Es este....

—No importa ahora eso, estoy encerrada en el ascensor y dile a alguien que nos saque

— ¿Nos? ¿con quién estás? —No le respondo, le recalco la palabra 'ayuda' y farfulla —. Hubieras llamado a 911 —buena respuesta.

—Solo tengo poca señal y el tiempo no....—el sonido de la llamada colgada se hace presente, iba a matar a mi amigo cuando veo que ya no tengo señal.

— ¿Con qué una cita eh? ­—Miller está parado frente a mí. Muy cerca para ser especifico.

—Si tú puedes tener yo también —inquiero.

— ¿Ah sí? —su casi visible sonrisa por la oscuridad me hace estremecer. Lo único que ilumina es mi celular que este tendido en mi mano.

— ¿Celoso? —No puedo cerrar la boca. Cuando se toma la libertad de acercarse más hacia mí, me muerdo el interior de mi mejilla, lo suficientemente fuerte para que se sientas adormecida. Me mira desafiante sus ojos están chispeantes y su sonrisa curvada hacia su derecha. Entones, él se queda quieto cuando ve que hay ninguna distancia que nos separa. Sus ojos verdes se ven más claros de cerca, e incluso puedo apreciar que el contorno de su iris es de color miel. Lo beso.

Razón no hay, me fue irresistible, fue un acto reflejo, muy tonto de mi parte, mi cerebro se puso en blanco y lo único que sé hacer cuando hay unos labios así cerca mío es: besarlos. 

Los labios de Edward se mueven en busca de respuestas, desesperados, como si estuviesen ansiosos de probarlos. Abriéndose paso dentro de mí mientras juega con mi lengua, acariciándola con la suya. Su cuerpo está pegado al mío. La luz de mi celular se apaga y se vuelve todo de nuevo, casi oscuridad. Siento mi cuerpo chocar contra la pared. Mis manos instintivamente se envuelven en su cuello, atrayéndolo más a mí si es posible. Siento como si toda nuestra rabia, odio, se resumirá en un beso lascivo.

La luz del ascensor vuelve, funciona. Se separa al igual que yo en busca de aire. El ascensor da el sonido de llagada y las puertas se abren. Miller me da una sonrisa, la más egocéntrica que he visto desde que lo conocí en toalla. Me quedo estática. La luz de exterior da la vista a un montón personas amontonadas. Él sale al igual como entró porque todos le pregunta como está. Salgo y gente con la que he cruzado palabras me pregunta lo mismo, si quiero agua y etcétera.

Kendall aparece con una sonrisa de alivio. —Dios, es el jefe. Estuviste encerrada con él y los botones de su camisa. Oh no, tú y él...

Intervengo. —No y basta, voy por un latte en la cafetería que está dando la vuelta

Lo dejo con la palabra en la boca porque no logro asimilar lo que ha pasado.

Besé a Miller, fui yo la que lo hizo y...

—Que te vaya bien en la cita —el ya nombrado pasa por mi lado sonriendo como un engreído con los papeles en las manos mientras sale del edificio y al parecer va a la cafetería. Le he afirmado todo lo que él quería saber.

Mejor voy más tarde.






42k................GRACIASSSSSSS.

Espero que les guste.

-G.

Voy A DestruirteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora