Capítulo 13: ¿Con qué una cita?

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— ¿Y? —el suspenso de Kendall es insoportable. Mira su celular ladeando una sonrisa un poco bizarra por su logro, me extiende su celular para mirar las solicitudes de citas virtuales que me ha conseguido.

—Ves, siete citas sí que soy lo máximo. Mamá Kendall a sus disposiciones, madame —hace reverencia fingiendo respeto.

—Para tu información es Madama, Madame es para quien dirige un burdel —se ríe volviendo a observar el celular, se lo quito e inspecciono mi perfil.

Claro que siete citas porque tengo un hermoso nombre de usuario: Sexycachondaparati_01

Lo miro mal, haciendo una mueca en mi cara mientras me sirvo café. —Kendall... ¿tan necesitada me ves?

—Ehh...necesitadísima no, pero lo importante es que hay pretendientes. Pasa —le entrego el celular, comienza a rebuscar el perfil de cada uno. —Mira qué te parece este —me muestra y el chico aparentemente se llama 'papirico345'. Niego rápidamente, nunca me fío de esto, puede ser hasta un violador y eso no le importa. —Amargada, y este Sexoloco69 —el café paso con dificultad por mi garganta como desaprobación, mi amigo revira los ojos negando. —Bueno, ya comprendo, infinitosorgasmos68 —se pasa, lo miro al borde de lanzarle el café en la cara.

Capaz los demás piensan que somos unos inútiles y que holgazaneamos en el trabajo, pero no es así, es nuestra hora del almuerzo porque entramos más tempranos que otros y salimos más temprano, mientras que los demás es todo lo contrario. Soy muy responsable.

—Lo encontré —chilla casi dejándome sin audición temporalmente. Sonríe extendiéndome el celular, lo miro. —Carl-M —es el usuario más decente y aquí me pregunto porque estoy haciendo esto.

Para que Kendall y nadie de las Madisons sospechen que yo soy la famosísima Bruja decrepitada o si no estuviera a punto de ser quemada en una hoguera como toda bruja según ellas.

—Bien, encárgate de ver su perfil y si es buen partido; lo que le gusta lo que no y esas cosas; tengo que comprar lo que el insufrible del jefe quiere —una hermosísima desventaja de ser la secretaria de Miller. Que cuando se le antoja que la comida del lugar es mala quiere que la secretaria vaya como toda innata que es y le compre. Lo hace de venganza por lo que sucedió con esa chica del restaurante y no hay que olvidar los brownies, paso encerrado en su habitación por largos minutos con música extremadamente alta y Sophie ya no sabía cómo entrar.

Al recordar me río y Kendall me mira como: en verdad está loca.

Faltan 30 minutos para que termine el almuerzo así que tengo que apurar las cortas piernas que el dios de las extremidades me dio. ¿Por qué no se compadeció en darme un cuarto más de estas? Resoplo. La cafetería más cercana es un Starbucks que queda a la vuelta de la esquina. Yo no iré a un restaurante o cafés caros a comprarle bufetes, si quiere comer que coma eso y si no, que pena.

Entro al ascensor, precio el botón de la primera planta y no hace nada el maldito, vuelvo a presionar una y otra vez hasta que me canso, presiono todos los botones de una, enojada. Me muerdo la lengua para no insultar a una maquina inerte. Cuando voy a salir para bajar por las escales que son eternas y hacer algo de ejercicio, las puertas se cierran casi aplastándome en dos.

Si eso hubiera sucedido sería un exclusivo de mil maneras de morir.

El ascensor ruge, siento que sube y baja sin ir al punto de destino. Tengo el corazón en la garganta, las luces titilan y con eso me recuesto en la pared al borde de un ataque de epilepsia.

Pienso en la altura que debo de estar y de la nada tengo dé acrofobia y claustrofobia. Cuando por fin las puertas se abren, es como si tuviera en el cielo. La gente me observa como si fuera un alíen verde. Pero lo importante estoy viva.

Voy A DestruirteWhere stories live. Discover now