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Un olor a humedad inundó mis fosas nasales haciéndome despertar, logre abrí los ojos lentamente, no recordaba nada de la noche anterior ni tampoco como había llegado a estar recostada en un suelo de madera, en una oscura habitación iluminada solo por una escasa luz tenue, que entraba por debajo de la puerta.

Intenté levantarme, una mueca de dolor se hizo presente en mi rostro cuando lo hice, cada parte de mi dolía, cada músculo, mi cabeza comenzó a dar vueltas, cerré mis ojos intentando librarme de aquel mareo ahora sentada en el suelo. Volví a tratar de levantarme sujetándome de la pared, al logarlo note un gran espejo frente a mí. Me mire, mi ropa estaba rota, mi pelo ahora me llegaba a los hombros, mi cara tenía moretones violetas, mis ojos estaban hinchados y mis labios rotos. Contuve el llanto, ¿que había pasado? ¿Como había llegado a aquel lugar? Toque mi rostro, dolía, dolía demasiado, volví a sentarme en el suelo, aún contenía las lágrimas, mi garganta estaba seca, quería gritar, pero no lograba ni siquiera susurrar, deje salir una lagrima, ¿por qué estaba de aquel modo? ¿Que fue lo que había echo para llegar a eso? Llore en silencio, sentada ante aquel gran espejo.

No me di cuenta cuando me quedé profundamente dormida, recostada nuevamente en el piso de madera, con los ojos aún hinchados y con lágrimas en mis mejillas, cansada de respirar, intentado que el aire no me matará de repente.

Ya no sentía el olor a humedad, me había acostumbrado a aquel olor, no había comido ni bebido en lo qué pasó del día, o la noche, no sabia muy bien. Intenté despertar varias veces en mi cama, pero todo parecía muy real a mi alrededor y el temor comenzaba a florecer dentro de mi, clavando sus espinas en mi pecho.

Algo me despertó, una persona, alguien que se encontraba parado frente a la puerta, era un hombre, lo note por sus hombros anchos, me miraba, no dejaba de hacerlo, no tenía rostro, todo era oscuro, indefinido. No intente levantarme, mi cuerpo dolía demasiado. El hombre a quien no reconocía, dejó un vaso con agua frente a mi rostro, cerré los ojos, quería agarrarlo, pero no lo haría teniéndolo frente a mí, volví a quedarme dormida porque mi cuerpo no respondía y me sentía cansada, sin fuerzas, sin ganas de volver a despertar.

Comencé a beber el agua que me traían, siempre era igual, un hombre sin rostro traía un vaso, luego una rebanada de pan y así por varios días, mi cuerpo aún dolía, no tenía la suficiente fuerza para levantarme. Notaba, frente al espejo, que los moretones chicos cada vez eran más grandes y que algunos que se encontraban en mis piernas comenzaban a hacerse más claros, no entendía por qué los de mi rostro crecían, por qué mis ojos aún seguían hinchados.

Un día el agua no llego, la espere lo que me pareció una eternidad. Al otro día no vi al hombre sin rostro, solo vi el vaso con agua y la rebanada de pan.

Toque mis brazos notándolos secos, no me había hidratado bien ese último tiempo, y era de esperarse ya que bebía un vaso de agua por día, mi piel estaba helada, mis labios secos, mi rostro sucio y cubierto de sangre seca.

Otro día pasó y oí pasos, cerré los ojos intentando imaginar que había del otro lado, alguien apagó la luz tenue y todo se puso completamente negro, sentí un golpe fuerte en mi cabeza y me volví a dormir.

—eres hermosa Lis, ven conmigo — Erwin me sonreía desde la entrada del Hotel, intente moverme para acercarme, pero no pude

—¿no vas a venir?— quería contestarle, decirle que no podía moverme, el me suplicaba con la mirada que le hablara, pero mis intentos eran en vano 'Ayúdame, Erwin te quiero, ayúdame' el chico miro hacia dentro, una cabellera rubia apareció detrás de él

—si no quieres lo entenderé — la chica rubia tomó la mano de Erwin '¡Si quiero, si quiero! Ayúdame' la oscuridad comenzó a hacerse presente detrás de mí mientras que Erwin se alejaba con la muchacha rubia '¡NO NO NO! ¡Erwin! '

Desperté agitada, en la oscura habitación, mi corazón latía fuertemente, trague saliva y me senté, al hacerlo note que el espejo estaba roto frente a mí y que mis moretones eran aún más grandes y oscuros, quise contener las lágrimas pero no pude, mis mejillas estaban cubiertas de ellas, y de sangre, mucha sangre.

Mi cara ardía, mis piernas dolían, me era muy difícil mover los brazos, me sangraba el labio y la pierna izquierda, toque mis hombros y sentí los huesos bajo mi piel, toque mis costillas ¿cuanto tiempo había estado así? tenía miedo de lo que pudiera llegar a ocurrirme mientras siguiera en ese lugar, sola, tirada como una rata.

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Otro capítulo 😄

Voy a intentar subir muchos esta semana, gracias por sus votos y comentarios 😘😘

Besos yan.

Life Under Lies ©Where stories live. Discover now