Capítulo 16- Mamá

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En algún punto de su mente lo sabia, Mia sabía que sería difícil continuar con esta aventura... si se pudiese llamar así. Hacían ya varios besos y caricias que había dejado de serlo, los sentimientos curiosos salieron a flote y con el comienzo del invierno sentían la necesidad de tener a alguien con quien compartirlos. Las miradas no tan azucaradas y mas bien deseosas eran las que hablaban por ellos, el cariño se quedaba a un lado y las ganas empezaban a hacer de las suyas; los besos pasaban a ser chupones y los abrazos jalones de pelo que disminuían o aumentaban en segundos. Porque eso era lo que los definía, no eran el típico amorío que se derrumbaba en unos polvos, ellos eran la ceniza que se avivaba con un toque, con una mirada o la misma presencia; renacían de las cenizas para volver a morir y convertirse en ellas. 

Esa podría ser su definición de amor, revivir de las cenizas del fuego anterior. Y hasta eso les quedaba bien. 

Todo podría haberse quedado como el pasado fin de semana cargado de risas y caricias, pero la vida no es tan llevadera y había tocado otro lunes más de trabajo.  

D'antonio le había dicho que este lunes la pasaría a buscar para ir a la oficina, lo que parecía una cita a los ojos de Mia y un simple acto de cariño para él. ¿Pero era así? 

nunca había llevado a ninguna mujer en su auto, a excepción de su madre, sin tener un interés sexual en el camino de por medio; y aunque con Mia lo había, y muy seguido, cuando lo dijo el domingo por la tarde noche, no tenia ningún doble sentido mas que acompañarla y tratar de acercarse un poco mas a ella.  

La dichosa mañana había llegado, y el tiempo pasaba muy lento, demasiado para el gusto y ansias de Mia. Todo parecía como que iba a ir bien, pero un presentimiento de ella le decía a gritos que algo iría mal. Pero eso no impedía que se estuviese preparando, casual pero algo más arreglada esta vez. 

Cuando escucho las bocinas del auto de su jefe se dio una última mirada en el espejo

-Estoy lista

fue lo ultimo que dijo antes de salir por la puerta principal, con nervios, pero aun así pensando en el trabajo, y esta vez tenía mucho. Sería sospechoso que faltase tanto en tan poco tiempo y nadie se diera cuenta que algo pasaba, 

Y ahí estaba él esperándola de pie al lado del auto negro que lo acompañaba.

-Buenos días carina  - dijo D'antonio acompañando el saludo con un corto beso en los labios de Mia, un acto algo tierno proviniendo de él. 

-Buenos días para ti- dijo con una sonrisa tonta mientras se subía al auto. Esta vez estaba algo más alta, traía unos zapatos negros con un poco de taco fino, un suave toque de maquillaje y su falda negra. 

-Veo que estas linda como siempre- Y es que para los ojos de él, Mia era una joven delicada y con gracia para vestirse y andar por ahí. Eso lo notó desde el primer día. 

-Cállate y vayamos al trabajo que ya se esta haciendo tarde

-Ventajas de ser el jefe, diría yo

-Desventajas de ser la secretaria querido, diría yo

Esto último lo dijo en tono de gracia haciendo que D'antonio se tragase sus palabras cautivadoras y se vieran reemplazadas por un chiste de Mia. 

Cuando agarraron la ruta hacía la oficina, comenzaron sus charla divertidas, y es que, Mia podría ser sexy y atrevida, pero ahora era alguien completamente diferente. Habían pasado por un café rápido para comprar dos espressos y mientras los tomaban él le contaba cosas graciosas que le habían sucedido alguna vez, tal vez en alguna exageraba para escuchar la risa de Mia, pero no importaba al final con  tal de escucharla reír y ver como sus ojos se ponían chiquitos. 

-No puede ser cierto eso, ¿Cómo es posible que te cayeras de esa forma?- 

-Te lo juro, eramos adolescentes y algo borrachos, casi me ahogo aquella vez

-¡Pero es divertido! que te cayeras de una canoa a un lago es divertido, más aún de la forma en la que me la cuentas

-¡No te rías Mia! podría haber muerto- dijo entre risas D'antonio

Con esta última anécdota terminaron su conversación del viaje y llegaron al edificio de la oficina, era hora de trabajar y enfrentar la realidad. 

-Bajo yo primero y tu estacionas el auto en la cochera de la oficina, así no se mal interpreta nada

-Entendido capitana

Mia bajó unos metros antes de la oficina y pasó por el umbral del edificio, encontrándose con Pol y otros empleados. A esta la saludó con la mano y se dirigió al ascensor, cuando estaba subiendo vio de reojo que estaba ingresando su jefe  y no pudo evitar que una risa se escapara. Estaba mal lo que hacía pero eso no importaba cuando lo miraba. 

Tocó el último piso al que llegaba el elevador y con una sonrisa subió a la oficina. Al llegar se encontró con algo que la dejó perpleja. 

Había una mujer de unos 60 años parada de pie al escritorio de Mia, y no era nadie que haya visto alguna vez aunque su cara se le hiciera conocida, le sonaba de algún lado. 

-Buenos días señora- dijo Mia dejando unas cosas sobre la mesa y su abrigo detrás de su silla

-Buenos días señorita, veo que la anterior secretaria ya no trabaja aquí

-Es verdad eso, soy la nueva secretaría, ¿Usted quién es? 

-¡Que modales los míos! Soy Alessandra, madre de D'antonio

¡Así que de esta forma se veía la mamá de mi jefe! pensó Mia para si misma. La mujer era de cabello oscuro y ojos verdes aunque no era muy alta. Ahora recordaba donde la había visto, fue la mañana de la primera noche que estuvo en la casa de D'antonio, había un cuadro con una foto de él y tres personas más, entre ellas su madre que estaba de pie en frente de Mia. 

-Mucho gusto señora Alessandra, soy Mia- dijo estrechándole la mano, y como si de toda la vida la conociera, la mujer le tomó la mano con una sonrisa de oreja a oreja. No era así como se la imaginaba. 

-Dime Alessa, encantada

Y hablando de roma, como si lo hubiesen invocado, del ascensor salió D'antonio con una media sonrisa. 

-¿Mamá?- Quedó observando la escena por unos momentos hasta que se dio cuenta que era con Mia con quien estaba hablando -¿Qué haces aquí? 

-¿¡Qué me impide visitar a mi hijo!?- Con una risa la madre de D'antonio soltó la mano de Mia y fue hasta su hijo para tomarlo de su brazo, y mientras intentaba dirigirse hacía su oficina se dio la vuelta para echarle un último vistazo a Mia, que los miraba son una pequeña sonrisa en sus ojos y se dio la vuelta avergonzada al ver que Alessa la había visto observar la escena. 


Peligrosa obsesión [+16]Where stories live. Discover now