15. La estupidez

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Un par de días después de obtener la información del teniente, tomé la decisión de abandonar el asentamiento. Buscaría la forma de llegar a esa dirección, así me costara la existencia; de cualquier forma mi vida no iba a ser muy extensa y placentera permaneciendo en ese lugar. El juicio cada vez estaba más cerca y según pude escuchar de los rumores, llevaba todas las de perder. Me encontraba convencida de que Wright no se había deshecho de toda la investigación de Sidnay durante el incendio, sino que conservaba para él mismo algunos documentos de esos trabajos, pero por el miedo a ser descubierto, nunca permanecieron en Dakota si no en un sitio externo y ese tenía que ser alguna de sus propiedades de bajo perfil. El sujeto mantuvo en secreto su amor por ella durante años y por momentos me abordaba el temor de que fuera en realidad mi progenitor y no Ethan. Aún muerto, el maldito no seguía más que causándome problemas. Además, el comentario que soltara antes de morir por mi mano, no dejaba de hacer ruido en mi cabeza, "¿puedes sentirlo?", eso solo significaba que el sujeto sabía más de lo que aparentaba.

Ya podía caminar mejor aún sin el bastón, aunque cojeaba bastante y no requería casi de analgésicos para controlar el dolor que me asaltaba de vez en vez en el brazo, además de que al fin podía darme un baño bajo el chorro de la regadera sin necesitar la ayuda de nadie. Poco a poco y con discreción me dediqué a tomar comida en conserva extra de la cocina, así como frazadas y cambios de ropa, además de algunas medicinas, como medida preparatoria para lo que se avecinaba.

Cada viernes por la noche, Jack no regresaba a la habitación dado que se llevaban a cabo pruebas en el Proceso Zeitgeber y demás temas relacionados con los nuevos Voin, durante toda la madrugada. Los Роскошной ("Roskoshnoy") abreviados como: Ros-VEI. Todas esas nuevas unidades contaba con seis mil toneladas y 95 metros de altura, volviéndolos más ligeros e inclusive más altos que sus antecesores. Además, el acero con aleación de titanio y recubrimiento de carbino, los volvían más resistentes a los golpes, pero según me enteré, el nuevo traje de combate para los Strateg, estaban dando más problemas de los que ingeniería podía resolver.

Ese día no sería diferente, era mi perfecta oportunidad para escapar, en general mis demás compañeros de cuarto dormían como piedra y en caso de que alguno notara que me largaba, no notificaría a nadie ya que poco les interesaba mi existencia.

Pasada la una de la mañana, ninguna alma estaba consiente en la habitación, así que bajé con sumo cuidado de la cama para evitar que crujiera. Saqué de por debajo la mochila que ya tenía preparada y me eché un abrigo a los hombros, caminé esquivando a todos a mi paso y por fin salí al pasillo. El asentamiento de Kansas no estaba plagado de cámaras como el de Dakota, así que eso me daba la libertad de moverme sin tener que revisar cada esquina con un espejo para evitar ser vista por los dichosos aparatos.

Después de perderme un par de veces y de regresar al mismo punto otras cuantas veces más, llegué a la zona de embarque de los Voin. Era la primera vez que la veía; noté enseguida que era mucho más pequeño y por lo tanto sólo entraban tres robots, que resultaban ser los de la nueva generación. No les di importancia a como lucían, igual yo no iba a manejar ninguno de ellos y pasé de largo, el Arkhetipom y los Pro-VEI XV, XVIII, XXII y XXIII seguramente debían estar aparcados fuera, bajo la lluvia que azotaba la ciudad todas las noches.

Esas semanas en el Área de Salud las había dedicado a recabar información con cierto sigilo; por ejemplo, descubrí que caminando por entre las piernas colosales de los robots por el lado izquierdo se llegaba a una solitaria salida de emergencia que daba al aparcamiento de las Jeep y según lo que los militares platicaban en el cuarto, nunca contaba con vigilancia, permitiendo que de pronto animales salvajes como coyotes, zorros, mapaches e inclusive alces, entraran furtivamente a tratar de robar comida de la cocina, que se encontraba en el mismo piso, muy parecido a la situación que se vivía a diario en el asentamiento de Dakota.

La última sombra del hombreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora