Capítulo 5 ❅Marcas de culpabilidad❅

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La tumbé con fuerza sobre el césped húmedo. Mi mirada estaba borrosa, pero a pesar de eso pude ver la mirada llena de pavor y sorpresa que tenía Juvia. Estaba aterrada.

No me importó.

Ella era tan estúpida que creía que podía ofrecer todo de sí misma sin importar las consecuencias. Bien. Yo le enseñaría el verdadero significado de sus palabras. Lo haría por las buenas o por las malas.

Juvia no decía ni una sola palabra, quizá la había golpeado demasiado fuerte cuando la tumbé en el suelo. Decidí ignorar eso y pensé en lo que estaba haciendo. ¿Realmente pienso hacer esto con Juvia? La miré y cuando vi que su boca se abría quizá para decir algo la cerré con un fuerte beso.

Aplasté mis labios contra los de ella con una ferocidad tal que no tardé en sentir el sabor de la sangre pasar de su boca a la mía. Seguí besándola. Mis piernas a ambos lados de su cuerpo y mis manos sosteniendo mi peso a los lados de su cabeza.

Cuando me cansé de sentir sus labios bajé rápidamente a su cuello pero fue poco lo que pude besar gracias a esa ropa tan abultada que llevaba. Me desesperé y de un solo movimiento rasgue la parte superior de aquel vestido. Finalmente pude volver a sentir su blanca piel bajo mis labios y a pesar de eso sentía que no era suficiente.

Podría estar excediéndome pero quería más. Solo besar su piel no estaba siendo suficiente para mí. Traté de tomar más mordiendo con fuerza su cuello y supe que el quejido que escuché de parte de ella no era de placer. Era de mucho dolor.

Volví a tomar sus labios con fiereza, no quería escuchar ningún sonido que viniera de ella.

–No digas nada –susurré contra sus labios. Pareció entender ya que cuando me separé de ella y bajé nuevamente hasta su cuello vi como mordía su labio aparentemente tratando de evitar que algún sonido saliera de su boca. Sonreí ligeramente con eso. Me gustaba que quisiera, de alguna forma tétrica, complacerme.

Continúe lo que había dejado. Mis mordidas y besos continuaron por su cuello hasta que vi como la piel se tornaba roja y en algunos lugares ligeramente morada. Hasta ese momento no había notado como con el desgarre que hice con su ropa se podía ver ligeramente su brasier y una parte descubierta de sus pechos. Mi mano fue inmediatamente a ellos para terminar de romper la tela.

Ni siquiera quise mirarla a los ojos y bajé mi cabeza para estar entre ellos. Me detuve antes de que mi lengua los tocara al escuchar un ligero quejido proveniente de ella. Levanté la cabeza con pocas ganas y vi como las lágrimas bajaban por su rostro hasta perderse en el césped. La miré desconcertado.

–Juvia.... –

–No se detenga Gray-sama. Juvia no volverá a hacer ningún sonido –mi pecho se movió con la indignación.

– ¡Estás loca! Estuve por hacer...eso contigo ¿y pensabas permitirlo? ¡¿Qué demonios pasa por tu cabeza?! –me levanté de inmediato tomando mi chaqueta, que en algún momento había caído al suelo y la arrojé sobre su cuerpo semidesnudo. Ella se sentó sobre el césped y se cubrió con mi chaqueta. Agachó la cabeza hacia adelante mientras su cabello alborotado caía sobre sus hombros.

–Juvia no volverá a hacer ningún ruido. No se enoje con Juvia –la forma tan dulce de hablar típica en ella, me estaba sacando de mis casillas. Debía largarme de aquí si no quería llegar a lastimarla en serio.

–No me molestes más Juvia. No sabes que puedo llegar a hacerte –sin decir una sola palabra más, di media vuelta y salí de aquel bosque tan rápido como las piernas me dieron. Pronto estuve en mi casa donde sólo pude limitarme a romper todo lo que tenía cerca.

Gruvia. Una gota de amor en un mar de odioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora