Capítulo 3

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―No. Como dije, tienen que responder por sus actos.

―Pero ellos comenzaron...

―Y ustedes les siguieron el juego ―replicó haciendo una pausa para que el mesero dejara su desayuno delante de él―. Además, no es la primera vez que me complican las cosas. Sabían perfectamente que anoche tenían que comportarse.

De nuevo reprimió una sonrisa al ver su expresión asustada y como mascullaba entre dientes, posiblemente maldiciéndole. Desvió sus ojos hacia su hermano, quien evidentemente no se veía preocupado.

―¿Y qué pasó con tu chica? ―soltó su hermano mirándole petulante―. Espero que no la hayas hecho salir por el balcón, como supongo entró.

Se obligó a no mostrar reacción alguna. Sin embargo, su comentario dejaba claro que él se había dado cuenta de la presencia de Heize en su recamara esa mañana, no podía referirse a otra cosa y eso explicaba la manera en que lo miraba.

―¡¿Tienes una chica?! ―preguntó sorprendido su amigo, haciéndole sonreír ligeramente―. ¿Por qué no nos habías dicho? ¡Joder!

Su reacción le pareció un poco exagerada, pero si lo pensaba con detenimiento, nunca las mujeres figuraron en sus prioridades, ni en las charlas intrascendentales que mantenía con ellos.

―Porque no soy de los que divulgan su vida personal ―respondió secamente, sosteniéndole la mirada a su hermano. Quien parecía atento a sus reacciones, esperando verlo caer en su juego, cosa que no haría. Podía tener pistas, sí, pero dudaba que pudiera saber que era Heize. Nadie apostaría por ella, nadie. Porque dentro de la empresa, eran demasiado hostiles, siempre enfrentándose y retándose laboralmente. Eran las cartas fuertes de sus padres y por ende todo mundo creía que se odiaban. Que equivocados.

―Ni tan personal si la metes a escondidas a tu habitación ―declaró William, torciendo aún más su sonrisa insolente. Gesto que casi le hizo mirar el techo y resoplar. Su hermano era astuto, pero no demasiado para llegar a una correcta conclusión y en todo caso, tenía ciertas cartas que podía usar para mantener su boca cerrada. Lo mismo que con Walker.

―¡¿Qué?! ―Walker parecía no dar crédito a lo que escuchaba, miraba alternadamente sus rostros.

―Lo que oyes, anoche durmió calientito, el cretino este. ―Ante su comentario, se relajó. No sabía quién era, de lo contrario habría despertado a todo el mundo, aporreado la puerta y hecho un escándalo. Simplemente, del mismo modo que Walker parecía asombrado, lo estaba él.

―No jodas. ¿En serio, Stefan? ―Se encogió de hombros, dándole un generoso sorbo a su jugo de naranja. Definitivamente, le habría divertido sus comentarios de no estar Heize en medio de todo el asunto. No es que le avergonzara o preocupara que descubrieran su relación, porque lo aceptaría sin problemas, pero no era tan fácil como eso y no deseaba exponerla, al menos por el momento.

―No creo haber molestado a nadie. Y solo porque William es un chismoso se enteró, de lo contrario nadie se habría dado cuenta ―argumentó dando un bocado a sus huevos revueltos―. Pero ni se molesten en preguntar su identidad, ni nada relacionado con ella, porque no voy a decirles una palabra.

―Solo espero que no haya sido una... chica o a nuestra madre le daría algo ―se mofó William, queriendo provocarlo. "Chica", entendió que se refería a pagar por ella. Y ciertamente su madre no se lo perdonaría, pero si conociera la verdad, quizás hubiera preferido que fuera el caso.

―No voy a decirte nada, ni lo intentes.

―No importa, lo único bueno es saber que no te gustan los hombres.

¿Enemigos?Where stories live. Discover now