Capítulo 10

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―Deja de mirarme así ―William protestó, pero Stefan continuó observándolo con censura, esperando que la mujer abandonara la estancia―. Ya te dije que no pensaba hacer nada y no entiendo porque tienes que seguirme como si fueras un maldito sabueso. ―Su hermano se desparramó sobre el sillón―. No soy un niño.

―A veces actúas como uno ―señaló. Había sido alertado por Walker, sobre la presencia de Jonathan en el mismo establecimiento y sobre su anterior discusión en el estacionamiento de la empresa, así que no pensó demasiado para ir en su búsqueda, encontrándolo con una bailarina en una habitación privada. Debía admitir que ambos seguían teniendo su ropa o en el caso de la chica, la mayoría de su ropa y que solo bailaba cuando entró―. Vamos. Te acompañare a la casa.

William echó la cabeza atrás y suspiró, antes de ponerme se pie.

―Solo porque estoy de buenas, dejare que me trates como un mocoso.

Stefan se encogió de hombros y salió hacia el corredor iluminado con un tono rojizo.

―¿Dónde dejaste a Walker? ―William hizo un ruido de molestia y sacudió la cabeza, siguiéndole de cerca.

―Dijo que tenía cosas que hacer y sabes que no le gustan mucho estas cosas. Creo que él aun tiene esperanzas con Vera.

Él realmente esperaba que no fuera así, no solo porque no existía futuro para esa relación, ya que su hermana estaba casada y acababa de ser madre. También, porque no era un mal tipo, mecería tener a alguien.

Con eso en mente, se detuvo al ver la rubia acercarse a ellos.

―¿Se marchan? ―Ella les dio una enorme sonrisa, empujando su cabello sobre su hombro―. Es demasiado temprano, ¿no creen? Yo podría hacerles pasar un buen rato.

William y él intercambiaron una mirada. Su hermano claramente estaba divertido por su propuesta, pero por una vez se alegró de que ambos coincidieran en la idea de no compartir.

―Creo que en esta ocasión pasare ―William empujó la cortina a un lado y se quedó quieto, no demoró en entender la razón. A un par de metros estaba Blas, acompañado por Heize.

Fue incapaz de decir quien de los cuatro parecía más sorprendido, pero ella rápido compuso la expresión, por su habitual indiferencia que le hizo sentir culpable. No había hecho nada, pero no parecía eso y no especialmente cuando la rubia se colgó de su brazo.

―¿Qué me dices tú? ―susurró frotando sus generosos pechos contra su costado―. ¿Podemos divertirnos? ―No se caracterizaba por su mal comportamiento, así que, con suavidad, pero claridad, apartó su mano y negó.

―Vamos. ―Cogió del brazo a William y no condujo hacia la entrada del lugar, dejando pasó a Heize y su acompañante, que mostraba una expresión petulante. No por primera vez, quiso romperle la cara, especialmente cuando lo vio poner su mano en la espalda de ella y llevarla dentro de los reservados. Ese tipo claramente tenía algo por ella, lo único que evitaba que fuera contra él, era saber que ella carecía de cualquier tipo de intereses.

―Jamás lo habría creído, si no lo acabara de ver ―escuchó decir a su hermano―. ¿Crees que le van las mujeres?

Se obligó a mantener la expresión seria y no corregirle, el mejor que nadie sabía los gustos de Heize, pero era algo que no tenía porque saber.

―Creo que ha venido a buscar a Jonathan. ―Eso hizo que William se detuviera y volviera la mirada.

―¿Ese idiota estaba aquí?

¿Enemigos?Where stories live. Discover now