Capítulo 13. Vampiros

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—No termino de entender estos vampiros— dijo Sai frustrado

—No es tan difícil en realidad, el vampiro muerde al noide, le transfiere su veneno, el noide muere y así se convierte en vampiro— explico Samantha

Sai giró sobre si para quedar sentado frente a la muchacha.

—¿Pero tiene que morderlo siempre en el cuello?— preguntó con una sonrisa naciendo con disimulo en su comisura

—No es necesario, pero es lo más efectivo, porque están las arterias principales...— le respondió ajena al brillo divertido de los ojos de Sai

—¿Y si yo te muerdo en el cuello?— la interrumpió con un semblante serio y su ceja derecha alzada

Samantha palideció; La voz que había usado Sai no era despreocupada como cuando lanzaba sus preguntas interminables, era un susurro ronco quizás un poco nervioso. Sintió su mirada clavándosele a través de la piel. Cuando volteó se consiguió con sus ojos hincados en ella, incluso con la poca iluminación del cuarto pudo ver sus rasgos finos y su cabello enmarañado.

Se obligó a pensar que era su imaginación. Sai era su amigo, su mejor amigo; aunque era cierto que en este tiempo que habían compartido había notado ciertos comentarios, o algunos gestos que le habían sembrado dudas, las había desechado todas, en lo que se refería al arte de coquetear Samantha era por completo inexperta y en definitiva despistada. Sin embargo, esta vez no pudo evitar la mirada de Sai, su voz, se ceja alzada, su sonrisa escondida debajo de la comisura de su boca y como se le deformaba el labio cuando se mordía el interior de la boca. Soltó todo el aire que no sabía que estaba conteniendo.

—Entonces, ¿si te muerdo en el cuello?— Sai con su cabeza un poco inclinada, rodó con parsimonia su vista por su cuello y de regreso a sus ojos— ¿te convertirías en vampiro?

—Bueno... no— tartamudeó— porque tú no eres vampiro

Sai sonrió y negó divertido con su cabeza.

—Y ¿si te beso?— preguntó sin perder su sonrisa

—Y yo... ¿yo soy vampiro?

—Nop— Sai pronunció cada letra con lentitud, haciendo que la P explotara en sus labios.

—Bueno... — Samantha tragó pesado— Si tú no eres vampiro...

—ujum...— Sai se permitió acercarse a ella y colocar un mechón de cabello detrás de su oreja.

—y yo no soy vampiro...— continúo con dificultad.

—mmm— con su semblante ahora serio acariciaba el cuello de la muchacha

—y tú me besas... — casi no podía hablar ni respirar— Pues, sería....

Y Sai la besó. Recorrió los escasos centímetros que los separaban como un sediento busca el agua. Sus labios se unieron en un beso suave y lento. Sai presionó sus labios contra los de ella, adueñándose del labio superior. Su mano seguía en su cuello, trazando pequeños círculos con su meñique, enviando descargas eléctricas por toda la columna de ambos. Samantha no respiraba, sentía todo su cuerpo bajo una tensión agradable. Sentía el calor emanar de Sai y su respiración tibia le acariciaba el rostro. Sus labios eran suaves, tenían cierto regusto salado y dulce al mismo tiempo. Olía a jabón y gel de baño.

En el tiempo que tenían conviviendo habían podido unirse más, pero siempre pensó que era un sentimiento de amistad fortalecido, no otra cosa. En los segundos que duró el beso, Samantha tuvo la oportunidad de ver todas las imágenes de aquellas semanas, de cómo Sai la miraba, de cómo le daba abrazos, de cómo siempre se ponía de su parte en las decisiones y votaciones; ahora, mientras era besada por Sai, esos gestos cobraron su verdadero sentido.

Val se movió en la cama.

—¿Hasta cuándo esta película?— dijo aún medio dormida.

Sai y Samantha se alejaron.

Samantha estaba asustada, se sentía como si hubiese sido pillada; Sai en cambio, se tomó su tiempo; él no tenía miedo de ser descubierto. Quizás Val estuviese al tanto de sus sentimientos, era algo que tenía sentido puesto que eran hermanos, y hermanos muy unidos y cercanos.

Le dedicó una sonrisa amplia a Samantha y esta se la devolvió.

—Sai vete para tu cama— murmuró Val entre sueños.— Aquí ya no cabemos.

Val había dormido con Samantha los últimos días. Según se habían confesado, en el orfanato ella dormía con su hermano, pues le aterraba dormir sola. El orfanato, de por sí, era un lugar difícil, pero para una joven como Val, atractiva y simpática, podía ser un infierno. A pesar de que no estaba allá, Val no lograba dormir sola.

Sai rodó los ojos hacia su dormida hermana y le dedicó un guiño a Samantha cuando se cambió de cama. Samantha estuvo despierta hasta que escuchó la respiración de Sai hacerse lenta y pausada. Ella en cambio, seguía sintiendo el calor de la respiración de Sai en su cara, los labios aún le cosquillaban donde la había besado, y sentía su columna iluminada con miles de bombillos, allá donde Sai mandó todas estas descargas durante el beso. Se repitió la conversación en su mente varias veces, avergonzándose por su torpeza.

Sin embargo, se quedó dormida con una sonrisa, pues había sido besada por primera vez.


Gemas de Poder: Sobrevivir Con PoderesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora