—No, por favor, Loco, por favor... —lloró, tratando de que él no la desnudara.

—Solo quiero ayudarte, engel, tenés que confiar en mí a partir de ahora —le quitó el sostén y resbaló su ropa interior por las blancas piernas, desnudándola por completo. Con cuidado le acarició el rostro herido y la tomó nuevamente en sus brazos—. No es momento de echar cosas en cara, lo sé, pero no puedo evitarlo —dijo en voz baja y la sumergió en el agua que comenzaba a teñirse de borgoña—. Te dije que no era a mí a quien debías temerle, no a mí.

—Aaron... él... ¡él está loco! Me... me hizo esto...

—No, mein engel, él está desquiciado, yo estoy loco —Comenzó a pasar con suavidad una esponja para limpiar sus heridas con delicadeza—. Necesito que me digas qué pasó, sin miedo.

—No quiero.

—¡Engel! ¡Necesito que me digas qué pasó!

La miró de forma dura, ella lo miró, sus ojos se encontraban llenos de lágrimas.

—¡No puedo! No puedo Loco, no puedo...

—¿Por qué todos le temen al lobo y no al cazador? ¿Por qué desprecian al lobo y aman al cazador? ¿Qué puede hacerte el lobo más que comerte? En cambio el cazador puede hacerte demasiadas cosas, sin embargo el lobo es el malo de la historia... —gruñó pero al verla llorar decidió quedarse en silencio.

El Loco podía verla sufrir, eso le producía aún más ira que antes pero trataba de mantenerse tranquilo y pensar con claridad. Decidió respetarla y esperar a que ella decidiera contarle todo cuando estuviese lista, lo más importante en ese momento era curar sus heridas. Así que luego de curarla debidamente y vestirla, todo con sumo cuidado, la alzó en sus fuertes brazos y la llevó al cuarto de él, donde la recostó con delicadeza en esa cama de size king. No quería llevarla al cuarto de arriba, el que armó para ella, ya que no podría oírla si necesitaba algo.

Se sentó a su lado, viendo el demacrado estado de su cuerpo, lleno de golpes y heridas, de gasas que se llenaban rápido de sangre y lo obligan a cambiarlas. Debió coser una herida en su vientre, pero Erica parecía estar en shock, pues estaba quieta y sin mirar nada en especial, solo temblaba de forma incontrolable, hasta que luego de tanto llorar se quedó dormida. Él acarició su cabello húmedo con cariño, para luego ponerse de pie y salir de ahí.

Caminaba de un lado a otro, lleno de ira, de impotencia. Se refregó el rostro de forma nerviosa, luego, ya no soportando la impotencia y el odio acumulado, lanzó varios puñetazos a la pared, lastimándose los nudillos. La sangre brotó enseguida, pero ni el dolor ni la sangre lo frenaba, solo el odio lo dominaba, imaginaba el rostro de «el pollito» en la pared.

«Lo sabía, siempre supe que pasaría esto, siempre lo supe... Debí matarlo cuando pude, debí matarlo ese día que lo vi por primera vez. Si lo hubiera matado él jamás habría dañado a Erica, ni a Moira, ni a Hund o Jack... ni siquiera a Nahui...»

Luego de tranquilizarse decidió ir a ver a su amado «ángel», la veía moverse, mascullaba cosas en francés que solo ella comprendía, su rostro estaba cubierto de sudor. Apoyó la mano en su frente, el ardor era notorio, la fiebre la atormentaba. No estaba seguro de qué hacer, nunca fue bueno con cosas que no debía curar manualmente, con fiebres jamás supo cómo tratar. Solo se le ocurrió la típica e infalible técnica del paño mojado en agua fría.

Trató de atenderla bien, pero al taparla con una manta vio que las sábanas blancas estaban manchadas de sangre, no comprendía por qué, si curó todas sus heridas y la vendó. Siguió el camino de la sangre hasta ver su ropa interior empapada en rojo, se quedó helado al notar de dónde provenía la sangre y el motivo por el cual sucedía. Eso solo lo llenó más y más de odio.

Mörder [ COMPLETA ]Место, где живут истории. Откройте их для себя