20. Plan de rescate.

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"Alcanzarás buena reputación esforzándote en ser lo que quieres parecer."

Sócrates


Paris

Al momento de llegar, me quedé abrumada. Estábamos en una Iglesia, creí que era un chiste pero al descender por unas escaleras antiguas, me di cuenta de que no era ningún chiste. Éste lugar daba miedo, había celdas por doquier, con personas en los rincones llorando o suplicando por sus vidas, que solo eran iluminadas por unos pequeños focos.

¿Qué pudieron haber hecho estas personas para estar acá abajo?

Esa pregunta se repetía una y otra vez en mi cabeza mientras seguiamos avanzando por los oscuros túneles.

-Están en cárceles diferentes.- La voz del ángel que ahora era mi guía por estos lugares me sacó de mis pensamientos. Lo miré expectante para que siguiera hablando, y al parecer entendió mi indirecta. Rodando los ojos prosiguió explicando- En la del fondo se encuentra Samuel y en esas otras dos están Bacarra y Emma, ve a buscarlos que yo te cuidaré las espaldas.- Me señaló cada una de las celdas.

Tomé el manojo de llaves que me estaba extendiendo, cuando un grito nos alertó, o más bien un llamado. En ese momento nos quedamos helados, hasta que él reaccionó de pronto y me empujó para que me escondiera detrás de una pared.

Pude alcanzar a escuchar que hablaban acerca de una reunión en el gran salón y luego, sus pasos al marcharse. Al no ver más peligro, corrí hasta dónde se encontraba Samuel, abrí la puerta, con el corazón latiendo desbocadamente,y la cerré de golpe. El lugar, a diferencia de los otros, se hallaba en penumbras, dificultándome la misión de por encontrarlo. Saqué mi celular y alumbré un poco mi camino para poder guiarme.

Al encontrarlo, un grito intentó salir de mis labios. Se encontraba encadenado a la pared con algunos golpes en su rostro, las muñecas y tobillos no paraban de sangrarle. Esa imagen fue muy dolorosa, hizo que mis ojos se empañaron un poco al saber que se sacrificó por mí.

-Sam...- Lo llamé despacio, para asegurarme de que era él y lo confirmé cuando éste levantó la cabeza, se veía débil y agotado.

-Paris, ¿Qué haces aquí?- Murmuró bajo, y pude notar algo de miedo en su voz- Deberías estar lejos, no me digas que te atraparon.

-Vine por ti.- Susurré con la voz entre cortada.

-No, no puedes rescatarme. Tienes que irte antes de que alguien regrese por mí.- ¿Les dije que odio que la gente me diga lo que puedo o no hacer? Bueno, eso hizo que me hirviera la sangre, y el coraje se adueñó de mi cuerpo.

-Cállate, no me digas lo que puedo hacer. Vine a rescatarte y me importa un tómate si es lo que quieres o no.- Dije regañándolo en un susurro. Él me miró con los ojos abiertos, como platos y cerró la boca, dejé escapar un largo suspiro y saqué las llaves para liberarlo. Al soltar las ataduras, Samuel cayó al suelo.

-Lo siento, no debí hablarte así pero no quería que te pusieras en peligro.- Me puse de cuclillas delante de él y con mi dedo índice tomé su barbilla para alzarla.

-Vine para salvarlos y además no estoy sola.- Solté con una risita- Vamos, todavía faltan los demás.

Ayudé a Sam a levantarse, sorprendiéndome con su estabilidad física, éste chico era más fuerte de lo que aparentaba.

En Busca De TiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora