XXV. Reunión Sangrienta

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Sentado en un taburete con la cabeza inclinada y las manos entrelazadas sobre sus piernas, Takano cerró los ojos en una oración muy corta.

"Deja que mi Ritsu esté a salvo. Si realmente me estás escuchando... Que esté seguro..."

Los quince hombres ocupaban un espacio dentro de la sala de reuniones. Algunos estaban en el piso puliendo sus armas, mientras que otros estaban de pie contra las paredes, con los ojos fijos en el techo. Todo estaba tranquilo. Era una calma ensordecedora. Cada roce de ropa o el sonido de botas en el suelo vibraba diez veces más fuerte.

Todos tenían expresiones serenas en sus rostros. Era como si todos estuvieran contemplando los años que pasaron en sus vidas y cómo estarían luchando contra la muerte esa noche. Como si ya estuvieran afligidos, de modo que cuando entraran en el campo de batalla, no habría remordimientos. Fue así como el equipo de Yokozawa se preparó antes de la batalla.

Todos miraron al hombre que estaba en la puerta. Vestía todo de negro para mezclarse fácilmente con la noche, asi como todos los demás. Sus oídos estaban taponados con auriculares, su cintura llena de granadas, bombas de humo y su pecho lleno de confianza.

El momento para el que se habían preparado finalmente había llegado.

Moviéndose lentamente dentro de la habitación, Yokozawa dio a cada hombre una mirada de aprobación.

—Recuerden siempre esto, las armas en sus manos y las granadas que llevan son para las últimas opciones solamente. En la medida de lo posible, sólo golpeen a los enemigos. Sean frios, no dejen que sus emociones...—. Se detuvo en la última palabra mirando a Takano. —... tomen el control sobre ustedes. Y por último...—. Los labios de Yokozawa se curvaron en una sonrisa. —Siempre es un honor trabajar con ustedes. Quiero sus traseros aquí para la próxima misión. Ahora vayan—.

Como un cañón de aire disparado hacia el cielo, la señal había sido emitida y el pequeño grupo de hombres caminó hacia sus coches especificados. El grupo estaba dividido en parejas, y Yokozawa estaba en la sala que poco a poco se iba vaciando, esperando a que su compañero se moviera. Pero Takano permaneció en esa posición sentada sin moverse ni un centímetro.

—Takano...—. Yokozawa comenzó a caminar hacia el hombre que no respondía. Notó entonces las manos y las rodillas temblorosas de Takano. Suspirando, Yokozawa puso su mano en el hombro del hombre. —Mantente fresco, Takano, podrás verlo muy pronto—.

Takano miró a Yokozawa con una sonrisa en la cara. —Apenas puedo contenerme... eso es todo—.

Sonriendo, Yokozawa cruzó los brazos sobre su pecho y entrecerró los ojos a Takano.

—Sé que tu entrenamiento fue muy corto, pero al menos puedes protegerte ¿verdad?—.

Takano se levantó, sintiendo las dos botellas dentro de su bolsillo moverse y golpeó a Yokozawa en el hombro con el puño.

—Será mejor que te cuides la espalda y no a mí, Yokozawa—.

Ocho coches tomaron ocho rutas diferentes esa noche. Todos tenían un destino. La residencia Usami.

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Usami Akihiko miró fijamente el documento en blanco. Con la mano desplazando el ratón de la computadora, echó un vistazo al castaño que estaba distraídamente de pie frente a la enorme ventana con los ojos fijos hacia el cielo sin estrellas.

—Ritsu...—. El hombre de cabello plateado comenzó aflojando su corbata. Se sentó en el borde de la mesa blanca mirando la espalda de Ritsu. —Te dejé por dos días...—. El hombre hizo una pausa e inhaló. —Sin embargo, no has escrito una palabra. ¿Por casualidad estás poniendo a prueba mi paciencia?—.

Enfermo Mental - Sekaiichi Hatsukoi & Junjou Romantica #SA2017Where stories live. Discover now