29. Algo de descontrol

Începe de la început
                                    

La puerta se abrió con lentitud y Alan apareció con la mirada gacha y un aire de preocupación.

Sara se levantó cerrando el botiquín y le hizo una señal a Sophie para dejar a los dos chicos hablando solos. Sophie aceptó, por todos los medios quería evadir a Alan. Aún no estaba lista para hablar con él.

Ian permaneció sentado en la cama, esquivando la mirada, intentaba calmarse puesto que sabía que era capaz de volver a golpear a su amigo.

Exhalando, Alan se sentó a su lado.

— ¿Cómo estás?

—Bien, no es nada, Sophie pega más fuerte que tú —le respondió con desinterés. Alan bufó, parecía mucho más calmado.

—Sabes, he debido besar a no sé... un número considerable de chicas, y cada beso ha sido diferente, unos mejores que otros, pero todos buenos... —comenzó a hablar y el otro muchacho atisbó hacia él asesinamente, seguro de que Alan iba a echarle en cara lo bien que sabían los labios de Sophie—. Excepto uno. Jamás creí que besar a Sophie fuese tan desagradable. —Frunció el ceño e Ian lo miró con cara de asombro—. Es que, segundos antes de juntar mi boca con la de ella esperaba sentir algo agradable, pero mientras la besaba sentía que... pues sentía que besaba a Sophie. Fue igual a besar a una hermana o a mi madre. Qué horror. —Tuvo un ligero escalofrío y volvió la vista hacia su amigo—. Cuando Sophie se perdió en el bosque me aterré, es que la quiero demasiado, es mi mejor amiga, estuvimos juntos toda la vida y sabes que es como una niña pequeña y uno siente el impulsivo acto de protegerla ante todo. Mientras la buscaba comencé a desesperarme y pensé que era porque la quería como algo más que a mi hermana o mi mejor amiga; pero no es así, solo me confundí... —Echó la cabeza hacia atrás con despreocupación, esperando escuchar a Ian.

— ¿Es en serio? Los besos de Sophie son increíbles.

—Yo también beso increíble, pero créeme que si te besara a ti no te agradaría.

Ian sonrió de medio lado, sus instintos asesinos se habían calmado con la sinceridad de las palabras de Alan.

— Si me besaras no tendría tiempo de pensar en el desagrado, antes de darme cuenta estaría cubierto de tu sangre... ¿Entonces vas a dejarnos en paz? A mí y a Sophie.

—Por supuesto que no, no creas que dejaré que estés tan fácilmente con mi primita, y a Tiago la idea tampoco le agrada tanto, además espera a que mi tío se entere, si tu cuerpo aparece sepultado bajo una nueva avenida no será sorpresa.

—Correré el riesgo —dijo chocando su puño con el de Alan, las cosas volvían a ser como antes, al menos parecidas, la pelea por Sophie llegaba a su fin.

En ese momento la puerta se abrió de golpe y Sophie entró con mucha seguridad. Después de pensarlo un poco había decidido hacer frente a la situación.

—Escúchame Alan, no sé qué es lo que crees que sientes por mí, pero estás loco, somos primos y yo te quiero de esa forma, así que no me obligues a pegarte hasta que tus neuronas vuelvan a conectarse correctamente...

—Sophie... —Alan intentó interrumpirla, pero la chica no le prestó el menor interés.

— Si querías hablar de eso lo habríamos hecho con calma, pero besarme de esa forma fue... fue horrible y nunca voy a perdonarte, pero pretenderé que no sucedió. Así que ten en mente que te odio por besarme aunque aparente lo contrario.

—Sophie...

—Y nada de Sophie, no me amas, ¿de acuerdo? Repítelo: No te amo, eres mi prima, somos familia, y esto no será un romántico amor prohibido.

Los sueños secretos de SophieUnde poveștirile trăiesc. Descoperă acum