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El rubio y el calvo caminaban por el pasillo entre los asientos del avión en el que iban a viajar, encontraron sus asientos contiguos y se sentaron.

—Gracias por venir Krillin, espero y Black no se de cuenta —Lo último lo dijo en susurro

—Se dará cuenta y le dirá a tus padres —Se colocó unos lentes de sol y se llevó un chicle a la boca

—No ayudas —Entrecerró los ojos— Mira, lo que haremos es...

—¡Suélteme hijo de su....! —Se escucharon gritos de mujer desde la entrada del avión

El ojinegro y el ojiverde cruzaron miradas, reconocieron esa voz al instante, la reconocerían donde sea y a cualquier distancia.

—¡Bulma! —Dijeron ambos al unísono mientras se levantaban de sus asientos

—Ash, estas personas y su falta de agricultura humana —Bulma se aproximó a ellos después de que el guardia de seguridad la soltara— No sabrían reconocer a una señorita de clase ni aunque lo tuviera escrito en la frente, ¡Y ustedes!

Los puños de Bulma terminaron en la cabeza de Krillin y en la de Goku respectivamente.

—¿Porqué nos pegas? —Se quejaron ambos

—Por que planeaban irse sin decirme nada, iré de arrastrada si eso quieren, no planeo dejar pasar esta aventura —Se cruzó de brazos

—Sólo iremos a perseguir el sueño frustrado de Goku —Dijo Krillin mientras señalaba al mencionado que ya se había preparado para dormir con los audífonos puestos

Pasaron seis horas y 54 minutos en el avión, Goku en su mayoría se la pasó durmiendo, Krillin trató de estudiar inglés con un curso en línea y Bulma sólo pensaba en si encontraría algún chico guapo a donde iban. Llegaron a Anchorage, la ciudad donde sabían que Milk vivía, y decidieron pasar la noche en un hotel que previamente habían reservado en Trivago.

—Oie Goku, ¿Sabes dónde está Bulma? —Preguntó Krillin a su amigo que observaba un mapa de la ciudad

—Dijo que iría a comprar ropa para el frío —Respondió mientras mordía un lápiz

—Por kami, esa mujer si que es despistada, iré a buscarla, ¿no vienes?

—No, ve tú —Espero hasta que su amigo saliera de la habitación para mirar por la ventana de su hotel. 

Lo ponía eufórico el hecho de saber que se encontraba en la misma ciudad donde vivía la chica a la que había acudido a buscar. Y quién sabe, quizá estaba más cerca de lo que pensaba.

Mi escritora favorita «Gochi»Unde poveștirile trăiesc. Descoperă acum