Capítulo uno

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—Preciosa, di hola a la cámara.

—Deja ya eso y ven aquí.

—Vamos amor, di hola.

—Hola, ¿contento?

—Feliz... pero porque tú estás conmigo.

—No estarás muy feliz cuando me levante a traer tu trasero hasta aquí.

— ¿Sabes una cosa? Soy el hombre más afortunado del mundo.

— ¿Ah sí?

—Sí, tengo a la mujer más hermosa y sexy del universo.

—Eres un adulador.

—Lo que soy es un bastardo suertudo por tenerte a mi lado.

—Eso sí y ni creas que podrás deshacerte de mí algún día.

—Jamás lo haría, no podría vivir sin ti.

La mujer sonrió con adoración al hombre, quien aún sostenía la cámara—Ven aquí.

El hombre dejó la cámara sobre la arena y se recostó a su lado en la manta.

—Te amo Briana—dijo depositando un tierno beso sobre sus labios. —Feliz aniversario.

—Feliz aniversario cariño, yo también te amo.

.

.

Se había quedado dormido de nuevo frente al televisor. La música del piano sonaba en el reproductor con su canción favorita, aquella que había compuesto tiempo atrás para ella. En la pantalla estaba congelada su imagen, con su sedosa y ondulada cabellera dorada, los grandes y hermosos ojos azules como el cielo y esos labios color coral que junto con la forma oval de su rostro eran un poema a la belleza.

Rebeca entró al apartamento que compartía con su primo desde hacía algunos meses, encontrándose con la misma escena de siempre. Dejó su bolso y abrigo en el perchero, y tratando de no hacer demasiado ruido se acercó hasta donde estaba el hombre para quitarle de su mano la botella de vodka.

Derek se removido inquieto en el sofá, murmurando frases incoherentes que Rebeca no supo descifrar. Tomó el mando a distancia y apagó el televisor, luego se giró para hacer lo mismo con el reproductor cuando sintió que alguien la sujetaba por la muñeca.

—No lo apagues, —dijo Derek—quiero escucharla un poco más.

Rebeca suspiró pesadamente. Era la misma situación que se repetía todos los días desde aquel día en que su primo había cambiado radicalmente.

—Derek, ¿cuándo entenderás lo mucho que esto te hace daño?

Recibió por respuesta el silencio. La pista terminó y se disponía a iniciar de nueva cuenta. Rebeca hizo caso omiso de la solicitud de su primo y se acercó nuevamente al reproductor para apagarlo. Entonces en un rápido movimiento Derek se puso en pie como un resorte y le tomó fuertemente el brazo.

— ¡Te dije que lo dejaras!—le espetó furioso.

—Derek...—Rebeca no podía creer su reacción. Se soltó del agarre de su primo, acariciando la parte en donde él la había sujetado. —No puedo creer que te comportes así, yo solo te quiero ayudar.

—Pero yo no pedí tu ayuda.

—No era necesario, somos familia y aunque no lo dijeras sé que me necesitabas. Por eso vine a vivir contigo, quería cuidarte.

Dos vidas contigoNơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ