1. Demasiado tarde.

Comenzar desde el principio
                                    

—¿Cómo estuvo el viaje?

—Estuvo muy bien.—le decía, contenta.

Aaron y yo caminamos hasta las maletas, las cuales había dejado por la emoción que me recorrió al ver a Aaron. Él cogió una de las maletas y yo otra.

—Debemos irnos. Quiero que te prepares porque quiero llevarte a un restaurante esta noche.

—¿Una cita?—Aaron asintió.—¡Ay si!

—Sí, mi amor.—me besó de nuevo y luego suspiró contra mis labios.—Al fin estás aquí.

—Y aquí me quedaré.—sonreí.

(...)

—Quiero que vengas a vivir conmigo.

—Amor, ¿ya metiendo presión?—comenté divertida a su lado, en el copiloto del auto mientras él manejaba.—¡Ni siquiera he llegado a mi casa!

—No sé.—se encogió de hombros.—Sólo piénsalo. Sería genial.—tomó mi mano y la besó.

Aaron se aparcó en frente de mi casa. Los dos nos bajamos y fuimos hasta la puerta principal con mis maletas. Tocamos la puerta y luego de unos segundos, abrió mi madre.

—¡Hija!—gritó con emoción y no dudó abrazarme.

Luego vino mi padre y mi pequeña hermana de siete años a saludarme con puras alegrías, haciéndome sentir en casa de nuevo. Aaron se fue y aproveché para acomodar algunas cosas que estaban en mis maletas en mi antigua habitación, la cual estaba olorosa, recogida y organizada. Después, decidí salir al centro comercial para escoger alguna ropa o vestido para la cita de por la noche.

Cuando llegué, comencé a ir a diferentes tiendas de ropas para comprar vestidos sencillos, elegantes y perfectos para la ocasión.

Aaron y yo nos conocimos cuando estábamos en la escuela. Él era el típico chico popular y el más guapo. Me enamoré de él y comenzó a ser de influencia para mí. Eso me llevó a que me encantara hacerle bullying a estudiantes con sus amigos, especialmente a un chico llamado Jaden que era regordete y con la cara llena de acné. Era una combinación de gordo y feo a la vez.

A veces lo pienso y todavía me pregunto por qué al principio, cuando lo conocí, me empezó a gustar Jaden. Él y yo éramos mejores amigos y nos pasábamos mucho juntos antes, pero después me fijé en Aaron y obvio me fui con él.

Salí de una tienda llena de bolsas. Estaba tan distraída cuando de momento sentí que había chocado con alguien haciendo que todas mis bolsas cayeran al piso.

—¡Ay! ¡Lo siento!—dije alarmada.—¡No te vi! ¡En serio lo siento!—recogí mechones de mi cabello detrás de mis orejas y me arrodillé para recoger.

—No importa.—escuché esa voz seca, gruesa y varonil, la cual se me hacía bastante conocida.

Alcé mi cabeza para mirarlo al escuchar esa voz bastante familiar. Me quedé totalmente estupefacta con tanta belleza que tenía en frente de mí. Era un chico demasiado guapo y a pesar de que llevaba puesto un suéter negro apostaba a que tenía sus músculos.

Pero cuando él alzó su vista para mirarme, algo no me cuadraba.

—Oh, mierda...—murmuró él.

Ese rostro con algunas pecas y lunares, esos ojos oscuros como su cabello ondulado, esa cicatriz de líneas en la parte izquierda de su cuello, me dejaron sin palabras porque sentía que todo eso lo había visto antes.

Él carraspeó al notar el profundo silencio que se manifestó en ambos cuando no decía nada, porque sólo lo miraba como una boba mientras mi mente trataba de recordar de donde lo había visto.

—Aquí tienes.—murmuró dándome las bolsas que se me habían caído.

Las tomé y me paré del suelo, sin apartar mi mirada de él.

—Gracias.—murmuré mirándolo fijamente.

—De nada.—respondió rápido y me pasó por el lado, siguiendo su camino.

Me viré, dispuesta a detenerlo.

—¡Espera! ¡Espera!—él se detuvo y se viró para mirarme.—Mira, sé que esto sonará un poco loco pero...—reí nerviosa.—Creo que te he visto en alguna parte. ¿Acaso nos conocemos?

Se cruzó de brazos.

—¿No lo recuerdas?—preguntó con una gracia bastante apática.

—¿Podrías refrescarme la memoria?—dije riendo, nerviosa.

—¡Claro!—dijo con sarcasmo.—Nos conocimos cuando llegaste nueva en la escuela. Yo fui el primero que estuvo dispuesto en ayudarte en todo y con el paso del tiempo nos convertimos en mejores amigos. Llegó un momento que hasta nos gustábamos, pero después me abandonaste y te fuiste con el chico más popular de la escuela, Aaron.

—Espera...

Interrumpió.

—Soy al quien le hacías bullying con tu noviecito y sus amigos en los años escolares por mi físico, mi sobrepeso. Todo porque era un niño gordo y feo. En otras palabras, soy Jaden.

—Y-Yo...

—¿Ya te refresque la memoria o sigo?

¡Trágame tierra y escúpeme en Antártica!

No puede ser.

Tenía demasiada vergüenza.

¡Es Jaden West!

Encontrármelo años después me hizo quedar con la boca abierta, sorprendida por su cambio físico, pero lo más que me llenaba era la vergüenza.

Comencé a jugar con mis manos, nerviosa, sin saber que decir después de todo lo que él dijo.

—Eem, tú... yo, digo, ¡sí!—tartamudeé totalmente nerviosa.—Me has refrescado la memoria. Jaden de verdad, no sé qué decir. Has cambiado muchísimo, te me imaginaba...

—¿Cómo me imaginabas?—interrumpió—¿Gordo? ¿Feo?—frunció el ceño.

—Jaden, yo...

—¿Por qué no te burlas de mí ahora? Si estuviera gordo y feo ¿harías lo mismo?

—¿Qué? No, claro que no.

—Entonces, ¿por qué te burlabas de mí en la escuela? Porque estoy así, ¿merezco respeto?—se señaló.—¿Sabías que estaba loco de que termináramos el último año escolar para jamás ver tu cara ni la de Aaron? ¿Sabes que estos han sido los mejores años de mi vida porque simplemente no te he visto?—dijo con molestia.

Nunca pensé que me hablaría así.

—Yo... de verdad lo siento.

Tenía demasiada vergüenza.

—Es demasiado tarde, Charlotte.—dijo y siguió caminando hacia adelante, sin mirar atrás.

Me quede súper pensativa y avergonzada con lo que había ocurrido. No sé ni cómo decírselo a Aaron.

Del pasado al peligro. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora