—Devuélveme a mi gato —demando poniéndome de pie, mirándolo inquieto. Lo tiene entre sus  asquerosas manos, agarrado descuidadamente. Mi corazón palpita a gran velocidad, el miedo me nubla la mente.

—¿Ya te conté que odio a los animales? —pregunta entretenido, siento nauseas al ver la tétrica sonrisa que se forma en su rostro. 

Quedo paralizado, incapaz de asimilar lo que ocurre frente a mí. Los sonidos comienzan a escucharse lejanos, solo puedo concentrarme en la pequeña criatura que es elevada a gran altura y soltada con crueldad. Quiero alcanzarlo, evitar que se lastime, pero estoy inmóvil. Varias lágrimas caen impotentes por mi rostro, la piel se me eriza al escuchar cómo el cuerpo diminuto del gatito impacta contra el suelo. Caigo junto a él, intentando alcanzarlo con las manos, mas es inútil: Aaron lo vuelve a tomar velozmente. 

—N-No le hagas daño —sollozo cabizbajo, el nudo en la garganta está ahogándome. 

—Esa posición te queda perfecta, Evans. —Su mano libre toma mi barbilla bruscamente, obligándome a levantar la mirada—. Ahora discúlpate y ruega por su vida, si me convences puede que no lo mate.

Ese maldito psicópata suelta risotadas, haciendo que oleadas de ira me atraviesen. Cierro los puños demasiado fuerte, siento las uñas rompiendo mi piel, ignoro cualquier dolor. Trago el poco orgullo que me queda, no sirve de nada aquí. Busca humillarme, y yo busco que deje en paz al inocente gatito, necesito seguirle el juego. 

Tendré que ceder. 

—Lo siento —susurro cerrando los ojos, sintiéndome derrotado. El agarre que ejerce sobre mí se vuelve más duro, sus dedos me están lastimando las mejillas.

—Dilo en voz alta, mirándome —ordena repleto de cinismo, obedezco resignado. No tardo ni un segundo en arrepentirme, estremeciéndome cuando aquel iris gris perfora cada centímetro de mi ser.

—Lo siento... —gruño entre dientes, asqueado. 

—Buen chico —contesta acariciando mi cabello como un amo a su perro, contengo cualquier deseo asesino—. Ten tu premio. 

Deja caer nuevamente al pequeño, reacciono enseguida consiguiendo atraparlo. Tiembla mucho, no parece estar nada bien: su hocico gotea sangre y suelta maullidos quejosos, lastimeros. Reprimo un sollozo, mordiéndome el labio inferior con furia. Cuidadosamente envuelvo al minino entre mis brazos, pegándolo contra mi pecho. 

—No es lindo que dañen a quienes amas, ¿cierto? —Sonríe ampliamente, abandonando la habitación como si nada hubiera ocurrido. 

Actué lo más rápido que pude, buscando direcciones de veterinarios en mi celular, por suerte a pocas cuadras se encontraba una

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

Actué lo más rápido que pude, buscando direcciones de veterinarios en mi celular, por suerte a pocas cuadras se encontraba una. Tomé el viejo bolso deportivo que se hallaba abandonado debajo de la cama, y coloqué dentro al minino. Puse una manta pequeña para abrigarlo, impidiendo que el frío otoñal llegase a él. Luego solo corrí sin detenerme, deseando llegar rápidamente. 

Odio Profundo |BL| ©Where stories live. Discover now