—Mamá —riñe.

—Lo siento —la señora Alicia comienza a sorber por la nariz.

—Mamá no es como que me vaya para siempre.

—Es que contigo nunca se sabe —la señora Alicia casi cuelga del cuello de Stefanie.

—No se preocupe, Alicia. Si vamos a volver. ¿Cierto Alexandra? —la miro de manera demandante y ella sólo ríe, ya no le importan mis riñas, escucho unos pasos detrás de mí y doy la vuelta, Alexander se nos está acercando con una botella en manos y me la extiende, sonrío ¡El mejor suegro del mundo!

Alexander dirige su mirada a Alex y camina hacia donde está abrazándose con la señora Alicia.

—Alicia, es mi turno —enuncia, y yo continúo viendo la botella de vino.

La señora Alicia ahora se abalanza sobre mí, y comienza a llorar ¡Ah! No tengo de otra, la rodeo con mis brazos igualmente. Observo a Alex abrazar a su padre, eso es un avance, luego se murmuran cosas que no logro entender por los llantos de la señora Alicia y la abuela. Y yo que creí que mi madre era la persona más sentimental de este planeta.

Caminamos hacia el exterior, Frank le ayuda a Alex con su maleta, y todos se comienzan a despedir de nosotros igualmente.

He conducido por algunos treinta minutos, miro mi reloj y en mi mente estoy sacando cuenta de a qué horas estaremos en Nueva York ¡Joder! Mi cerebro tiene que descansar algún día.

—Oliver...

—Alex... —sonrío, ya sé que cuando hace ese sonido agudo con mi nombre es que va a preguntar o pedir algo.

—Necesito algo que me levante el ánimo —frunzo el ceño y enarco una ceja, yo conozco muchas formas para levantarle el ánimo.

—¿Algo como qué? —pregunto, intentando sonar inocente.

—No sé, una hamburguesa —se encoge de hombros y suspira, Alex y sus hamburguesas me hacen reír.

—Bien, entonces nos vamos a parar en algún lugar a comer grasa.

—Oliver la princesita — ¿Me llamó princesita? Freno de golpe pero ella ni se percata por estar carcajeándose sonoramente, a mí no me causa gracia.

—Alex... Alex... te vas a quedar sin hamburguesa —digo, poniendo en marcha el auto otra vez.

Me detengo en una estación de hamburguesas y rodeo el auto para abrirle la puerta a ella, la observo viendo detenidamente hacia el exterior y se baja analizando aquel lugar, me da intriga y comienzo a ver en el mismo recorrido que sus ojos han hecho, y ¡Claro! Era de imaginarse, a la par del puesto de hamburguesas hay una heladería, a la par de la heladería hay un puesto de Hot Dogs, a la par del puesto de Hot Dogs hay una pizzería y luego una tienda de caramelos. Este debe ser el paraíso para esta mujer. En mal lugar me detuve.

—Sí, ya sé, vamos a pasar por cada uno de esos lugares y de paso vamos a llevar un cubo por si vomitas como la vez que te comiste mis postre —me mofo, pero sé que puede ser cierto recordando la vez en Italia que no me quiso regalar aquel postre, ella sólo suelta una risa y comenzamos por el puesto de hamburguesas, así pasamos por cuatro lugares y tuve que soportar que me llamara la princesita Oliver. Juro que voy a comprar cinta adhesiva para taparle la boca a esta mujer.

Estando en el puesto de pizzas, la observo incómoda y pasando su peso de uno de sus pies al otro, con su mirada busca algo y siento curiosidad por saber que le pasa.

—Oliver —me toma del brazo y ahora si la intriga me mata —tengo que ir al baño.

—Y esto que no has empezado a comer, Alex —bromeo con risas.

—Es otra cosa —dice, y continúa buscando lo que ahora sé son los baños.

Los busco yo igualmente y cuando doy con ellos la llevo hasta ahí y la espero afuera, creo imaginarme qué es. Comienzo a recorrer el lugar con la mirada y se ve bastante limpio, eso me gusta, también hay plantas en maseteros, a mí me gustan las plantas, sólo unos minutos después mi celular suena, lo saco de mi bolsillo y frunzo el ceño al ver que es Alex. Contesto de inmediato, al parecer mi celular ya se va relajando.

—¿Alex?

Oliver... tengo un problemita —¿Problemita? Esa palabra con diminutivo me estresa.

—¿Necesitas que entre ahí?

No —hace una pausa y escucho atento —necesito que vayas por toallitas femeninas, urgente.

No puede ser, mi mente maquina todo tipo de cosas en cuanto a esa frase "necesito que vayas por toallitas femeninas, urgente"

—¿Qué? Alex... significa que... ¿no habrá sexo por varios días? –murmuro, maldita naturaleza de las mujeres.

—¡Joder! ¿Yo estresada desangrándome y tú pensando en sexo?

¿Cómo no pensar en eso? Soy hombre. Y ahí es donde me percato que yo tengo que ir por esas dichosas toallitas femeninas, esto no puede estarme pasando a mí. Salgo de aquel lugar pensando que voy a hacer y donde voy a comprar esas cosas, camino de un lado a otro sobre el andén y escucho el coro de los ángeles al ver un bendito súper mercado al frente, cruzo la calle a toda carrera, entro al súper y me repito una y otra vez lo que Alex me dijo "con alas y flujo normal" no sé a qué mierdas se refiere pero ni siquiera doy con la sección de las toallitas femeninas, y pensar que esto me va a pasar no sé cuantas veces más por el resto de mi vida.

—Disculpe joven ¿Qué busca? —una señora de mediana edad se me acerca y me observa intrigada con sus enormes ojos grises, lleva un uniforme con el logo del supermercado, de seguro vio mi desesperación. Aclaro mi garganta.

—To... toallitas fem... femeninas —balbuceo ¡diablos! ¿Porque me pasan estas cosas?

Ella asiente y la sigo hasta el lugar donde están las supuestas toallitas, y sí, al parecer aquí es. Y veo que hay de todo tipo y todos colores, qué se yo cual cuales son las favoritas de Alex. Aquí dice nocturnas, cuando lleguemos ya va a ser de noche, supongo que le llevaré una de estas ¡Joder! ¡No tienen alas!, malditas alas, ¿Serán grandes? ¿Serán pequeñas? Supongo que las deben de tener a ambos costados.

Una señora pasa a la par mía y me veo tentando a preguntar porque yo no veo ni mierda con alas aquí.

—Disculpe —aclaro mi garganta y ella clava sus ojos en los míos —¿Cuáles de estas cosas tienen alas?

Ella sonríe levemente y me señala la siguiente sección, agradezco y me dirijo hasta ahí y antes de llegar veo unas cajas que dicen "tampones" y sé por David que estas cosas también sirven, pero igual no tienen alas.

Puta.

Voy hasta donde la castaña anterior me dijo y ¡Tampoco! ninguna tiene alas ¡Ah! Ya estoy estresado ¿Es que no entienden que esto es urgente? Tendré que llamar a Alex. Me recargo en un estante esperando que levante su teléfono celular.

—Alex, no les veo las putas alas por ningún lado —digo de inmediato, Alex se suelta en risas y frunzo mi entrecejo.

—¡Joder Alex! Estoy pasando vergüenzas aquí ¿Y tú sólo te ríes? —y vuelve a reír ¿Qué le pasa? Deben de ser las hormonas que la ponen feliz.

—Oliver, mira el empaque. Ahí dice si son con alas o no —frunzo el ceño y observo, sí, ahí dice "con alas" y hay algo que dice "flujo normal" sí, estas son ¡Por finnnn! Esta era toda la mierda.

—¡Ah! —resoplo —ya las tengo. Eso me hubieses dicho desde el inicio, ya llego.

Cuelgo la llamada, me llevaré cincuenta de estas, no quiero tener que pasar por esto otra vez.

Casado con mi secretaria © (Borrador de la 1era edición - 2016)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora