Mientras pienso, no logro contestar, y Ebby se percata de que lo que supuso es cierto. Sin embargo, también se da cuenta de que por algo yo no digo nada, así que cierra la boca.

—Está bien, no diré nada.

—Lo sé, tan sólo es que... es difícil —digo, logrando recuperar la firmeza de mi voz—. No te das una idea de cuánto, aunque creas que sí. No sabes todo lo que hay detrás de mi simple confesión. No sabes todas las reglas, normas y personas que pueden estar siguiendo mis pasos.

—Pues explícame —inquiere ella, poniéndose frente a mí—. ¿No era eso lo que querías hacer?

Lo era. Antes de ver cómo reaccionaba y de ser más consciente de que no podía volver atrás después de hacerlo.

Tal vez, en realidad, mi intención desde un principio no fue contarle todo sobre mi mundo; sino, más bien, que simplemente vea por qué tuve que alejarme de ella, de Jim, de todos.

Ebby me observa. Ya no está enfadada, sino que veo una mezcla extraña de curiosidad y comprensión en su mirada. Creo que ya se da una idea de cuánto me cuesta, de cuánto dudo, de cuánto miedo tengo de estar arruinándolo todo. Creo que ya sabe por qué me costaba tanto volver a acercarme a ellos; lo mucho que deseaba contárselo y no podía.

El timbre suena. Ella se despega de mí, murmurando algo acerca de que ya regresa. «Es Jim». En cuanto mi mente pronuncia su nombre, comienzo a ponerme nerviosa. Él es muy, muy diferente a Ebby. ¿Cómo diablos reaccionará? No puedo ni siquiera hacerme una idea, no puedo imaginarme una posible escena. ¿Se enojará? ¿Se asustará? ¿Se irá? ¿Le fascinará y tendré muchos dolores de cabeza tratando de que no quiera soltarlo por ahí, para que alguien más se entere?

Oigo cómo la puerta principal se abre, allí en la planta baja. Comienzo a peinarme un mechón de pelo con ansiedad. Estoy a punto de meterme en un lío tremendo. Contárselo a una persona ya es muchísimo, ¿y contárselo a dos?

Imagino a Fénix enfadándose. No por el hecho de revelarme frente a unos mundanos, sino por incrementar el enojo del Gremio hacia mí. En mi mente también se dibuja el rostro de Ashley, enojada por haber sido tan idiota. También están Jota y Danna, reprobándome.

Cuando la imagen de Kendrick hace acto de presencia en mi fantasía, la puerta se abre.

Ebby entra primero y, cuando se aparta, Jim y yo nos quedamos mirando. Se siente como una eternidad desde el momento en que lo vi por última vez. Lo veo bastante cambiado, y creo que eso se debe al hecho de que viene sin gorra, sin tener todos los mechones pelirrojos echados sobre su cara. Sin embargo, aquellas pecas nunca podrán borrarse de su rostro.

Ebby queda a un lado, esperando a que algo ocurra.

—Hola —musita Jim, aún parado bajo el umbral de la puerta.

—Hola —le respondo, intentando una sonrisa.

—Hola —suelta Ebby, por el simple hecho de molestar. Rueda los ojos y se acerca a la puerta para cerrarla y mover a Jim de ahí.

Él se acerca con pasos torpes hacia el centro de la habitación. Mira para todos lados hasta que decide apoyarse de espaldas contra el ropero.

—¿Y bien? —pregunta. No recuerdo cuál ha sido la última vez en la que una charla entre los tres haya sido tan incómoda— ¿Qué ha pasado?

—Audrey tiene algo... importante que decirnos —comenta Ebby, jugueteando con sus manos y uñas mientras me mira de soslayo.

Jim clava toda su atención en mí. Va a ocurrir lo mismo que sucedió con Ebby: voy a decírselo, o a mostrárselo, y después caeré en la cuenta de que no puedo retroceder el tiempo. Suceda lo que suceda, entre él y yo o entre el Gremio y yo, ya no seré capaz de volver al inicio.

Hawa: Debemos salir a flote | #2 |Where stories live. Discover now