Capítulo N° 26

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—Wolff, ¿qué pasó? Creí que ella... —comenzó a decir Moira, sentada junto a él en uno de los sillones.

—Me odia, me teme.

—¡Pero salvaste su vida! —frunció el ceño, como si le molestara la actitud de Erica.

—Creo que eso no importa, no fui del todo bueno con ella y... es entendible que me odie, no la juzgo por eso, pero... hago mi mejor esfuerzo, vos sabés lo mucho que me cuesta ser... normal —dijo en voz baja, no quería que Erica los escuchara hablar—. En verdad hago mi mejor esfuerzo y ella parece no verlo. Solo deseo tenerla conmigo, pero nada parece ser suficiente...

—Wolff, mein freund, va a llegar un día en el que conozcas a otra mujer.

—¡Nein, nein, nein! Mi padre me dijo una vez que...

Erica se acercó con las cosas en una bandeja, por lo que él se quedó en silencio, concentrado en ver a Jack jugar en el suelo con Hund. Tomó con cuidado la taza, mientras que Erica le extendía otra a Moira, con una sonrisa dulce.

Erica volvió a alejarse, debía comenzar a preparar la cena, así que dejó de prestarles atención a ellos, porque sí los había escuchado hablar y se sentía realmente culpable. Pensó que debía agradecerle por cuidarla y por todo lo que hizo por ella, y solo había una forma de hacerlo.

Mientras picaba cebolla los miró reír ahí en el living, se sorprendió al ver que el Loco no tenía problema en alzar en sus brazos a Jack, y que incluso era muy cariñoso con él. Lo sentó en sus piernas y jugaba con un autito con él, a la vez que conversaba con su madre.

Ich hab dich lieb, Freundin —dijo el Loco y apoyó con cariño su mano sobre la de Moira.

Ella apoyó su cabeza en el hombro de él, quien le dio un beso en la frente.

—También te quiero, mi buen amigo —le respondió.

Erica cocinaba y de a ratos los miraba, parecía que Jack se había quedado dormido sobre el pecho del Loco, quien estaba reclinado hacia atrás para que el pequeño estuviera cómodo. Sin embargo él y Moira hablaban tan bajo que no llegó a escuchar nada de su conversación.

Luego de cenar Moira se fue llevándose a Hund, aunque prometió regresar el fin de semana. El Loco había tardado en despedirse de su mejor amigo, y cuando Hund se fue el Loco se sintió vacío, solitario, y solo se dejó caer en el sillón con un cigarrillo en su boca.

—Loco... —dijo Erica al acercarse a él.

—Hacé lo que quieras, andate si querés irte —dijo él y sopló el humo de su cigarrillo, luego dirigió su mirada triste hacia ella—. Te traje contra tu voluntad, te mantuve retenida una semana por tu seguridad, pero no quiero... No quiero darte más motivos para odiarme. Podés irte cuando quieras, Erica. No quiero... ser el monstruo en tu vida al que le tenés miedo.

—No sos el monstruo en mi vida —susurró Erica.

—Ya no importa, podés tomar tus cosas e irte cuando quieras —suspiró—, aunque no sé si vas a estar segura allá afuera. Solo te pido que no le hables a nadie de este lugar, por el bien de Moira y Jack.

Con un suspiro se puso de pie y la esquivó para poder dirigirse a su habitación, su caminata era pesada y lenta, como si estuviese realmente agotado, como si no le quedara energía alguna.

El Loco se recostó en su cuarto a pensar, pensaba en los pasillos de Mörder donde se había criado, pensaba en Gretchen, a quien tanto había amado durante toda su adolescencia. Aún la quería, Gretchen seguía siendo importante para él, pero no más que todo lo que representaba Erica en su corazón. Pensó en sus padres fallecidos, que murieron por su amor, por intentar darle una vida decente. Pensó en Moira, Jack y Hund, a quienes amaba más que a nada en el mundo, y pensó, también, en Erica, a quien ya no vería más. No volvería a verla si ella se iba, porque él no tenía pensado regresar a Mörder, no quería volver junto a Gretchen. Por más que deseara quedarse con Erica, sabía que ella sí tenía una familia y una vida a la cual regresar.

Mörder [ COMPLETA ]Où les histoires vivent. Découvrez maintenant