Capitulo II: Derriben al Ángel

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Los meses pasaban, los segundos fallecían, el reloj de la pared no se detenía, el tiempo parecía correr sin descanso, el inexperto Jeremías, estaría a punto de encontrar nuevas paginas que merecían ser leídas.

En aquella solitaria casa un momento desesperante llegaría, un tempestuoso día se acercaba, la visita de una familia tan despiadada, que los leones corren tras sus piedras buscando refugio con el fin de escapar de esas largas garras y lenguas tan venenosas como el Cianuro mismo. -¿Que clase de familia era esta?- Pues esta familia es la de nuestro pequeño Jeremías. Primos, tíos, parientes de todo lugar reunidos en un mismo epicentro, un temblor ocurrirá eso no se puede dudar.

El sol había salido los rayos que irradiaba trataban de saludar el pequeño hogar pero apocado por la oscuridad que se acercaba, Mariana vestía a su pequeño con las mejores prendas que tenia, una corbata un poco empolvada y unos pequeños zapatos que no podía levantar porque si lo hacia el aire entraría por la ventila de sus suelas. Una lagrima acariciaba la mejilla de Mariana, Jeremías inclina su cabeza -Alguien tan dulce no se puede empapar de esa forma- dice el pequeño Jeremías, una sonrisa fluye del corazon de esta fuerte mujer y mientras aun abrazaba al pequeño un sonido seco resuena en la casa, es la puerta, esta siendo golpeada.

Mariana a duras penas movía sus piernas y como podía se dirigía a la manilla, al abrir esa puerta parecía como si el tiempo jugara con ellos, corría tan lentamente como los caracoles que duermen en el patio. Allí estaban ellos, dispuestos como leones rugientes buscando a su presa. -Bienvenidos- dijo Mariana -Están en su casa- Añadió. -¿Casa?- Preguntaron ellos, -Como si se pudiera llamar así- Se escucho entre ellos.

De repente un suspiro de asombro se escucho a tal punto que el eco reboto en cada pared de la habitación, el familiar mas despiadado de todos (Gozaba de una apariencia elegancia, pero por dentro solo una cosa se encontraba, gusanos que carcomían su ser como sepulcro) observo al pequeño Jeremías y dijo -¡¿Que es esta cosa?!- Todos comenzaron a murmurar, -Otro inútil mas, que desgracia- se repetían entre si.

Comentaban historias que desgarraban los oídos, la luz se asomaba hacia el pasado de Mariana, -¿Crees que el si lo lograra? Que inútil- Se reían sin descanso, algo as fuerte que los alfileres penetraban el corazon del pequeño, no soportaba la escena, no sabia que hacer, el pánico y el desespero se apodero de sus ser.

Observo la entrada e hizo lo inimaginable, sus pies se apresuraron hacia la calle y corrió como aquel que corre tras el viento, sin ningún destino. Para Mariana fue como ver si las tinieblas ahogaran la llama que tanto alumbraba.

Los pies de Jeremías ya cansaban pero eso no importaba, con cada paso que daba trataba de borrar los recuerdos que atormentaban, en ello un impacto dio contra el pequeño a tal punto que pensó que había cruzado la linea de lo conocido, al colocarse de nuevo sobre sus pies pudo observar a un pequeño casi desmayado en el suelo. -¡¿Estará Muerto?!- Me habría preguntado. -¿Quien sera este pequeño atarantado?- Su nombre es Esteban, miembro de una familia pequeña de los alrededores, tras su cara de alegría escondía una historia merecía ser escrita y emitida a voz en el aire.

Jeremías extiende su mano para así levantar al noqueado. -¿Te encuentras bien?- Pregunta Jeremías, -Si, solo que nos fallaron los cruces creo- Dice Esteban con su inconfundible sonrisa. Esteban parecía no conocer a Jeremías -¿Estas perdido?- Pregunta Esteban, -La verdad ya ni lo se- Responde Jeremías. Los pasos que había dado ya se habían borrado.

En ello entra en escena una mujer de caminata cansada, sus rizos de color rojizo acariciaban su rostro, una voz sublime y un corazon abnegado podría ser apreciado, es la señora Angélica, madre de Esteban, en sus brazos traía un niño muy pequeño, con mejillas enormes como cuando esta llena la luna, era Josue, su mas amado pequeño. Ella observa la escena -Estos niños y sus juegos extraños- dice Angélica -¡¿Piensa que esto era un juego?! Eso es mucho mas extraño-,  Angélica al observar al desorientado Jeremías tuvo compasión de el, así que lo invita a su humilde pero hermoso hogar. Lo primero que Jeremías pudo observar al cruzar esa entrada fue un piano que descansaba en la esquina de la habitación principal,  Angélica revisa a los dos pequeños choquones (Por lo menos no encontró nada, externo claro esta), -¿Que te trae por acá pequeño?- Pregunta Angélica, Jeremías tratando de contener la cascada de lagrimas expresa que solo necesitaba divagar,  la noche comenzaba a caer, pero antes de salir de la casa, cada habitación fue llena de canciones que resonaban en el piano de la casa, un sonido dulce que eliminaba lo salado, al menos por el momento, de repente al momento de retirarse Jeremías pudo observar un examen medico en el escritorio a un lado del piano, -¿Que significaba esto?- Angélica, la feliz y cantarina señora había sido diagnosticada, una enfermedad que la carcomía desde adentro, de pronto los problemas de Jeremías parecían haberse derrumbado, -¿Quieres escuchar la Historia?- Pregunta Angélica, Jeremías apenado no sabia cual era la respuesta correcta, aun así, ella narro su condición antes de que el respondiera.

Al final de su historia cierra con una frase que serian el bálsamo a las cicatrices de Jeremías, -Aprendí a no quedarme en el suelo,  las pruebas no son el final, solo es temporal- Decía Angélica.

Ya era muy tarde, Jeremías tenia que retirarse, esta familia lo despide con un fuerte abrazo, -"Mi Ángel"- Decía Angélica al verlo alejarse, convirtiéndose en parte de algo que llegaría a ser especial , al llegar a su casa su madre lo esperaba con lagrimas en sus ojos, esas aves de rapiña se habían retirado. Abraza fuertemente a esa mujer que enjuagaba su cara con las lagrimas que brotaban, al entrar a su hogar y mirar su  realidad, algo había cambiado, Ahora entendía que duros son los golpes, pero ninguno de ellos pueden lograr que derriben al Ángel.

Presencias EternasWhere stories live. Discover now