Capítulo 16

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Los dos jóvenes estuvieron caminando durante varios días, descansaban por las noches y peleaban contra monstruos, hasta que llegaron a un pequeño pueblo en las afueras del bosque.

— Mi papa me contó de este lugar, estuvo a cargo de la comunidad por un tiempo, espero sepan algo de el.

Unos niños iban corriendo por los alrededores y al ver a los extraños, fueron en busca de alguien mayor.

Una anciana se apareció delante de ellos y los miro fijamente.

—¿Quienes son ustedes? —les cuestionó mirándolos con desconfianza.

— Buenos días — Yuuki hizo una pequeña reverencia — el padre de esta chica esta desaparecido, y nos enteramos que un tiempo estuvo en esta aldea, es por eso que nos gustaría saber si tienen alguna información al respecto.

— Ha venido mucha gente por aquí —dijo ella cruzándose de brazos.

—  El trabajaba para el reino... — habló rapidamente el pelinegro.

— En ese caso no me interesa darles ninguna información, esos sinvergüenzas solo venían a llevarse todo lo que teníamos y a maltratarnos — le interrumpió muy enojada.

—  ¡Eso es mentira! - dijo Izumi disgustada con la opinión de la anciana — mi padre era diferente, el era un hombre bueno, estoy segura.

— ¿Cual era su nombre? —cuestionó una vez mas aquella anciana alzando una ceja.

— Jason.

—  Oh, ya veo — el rostro de la anciana cambió - ¿Les parece si vamos a un lugar con más privacidad?

Los tres empezaron a caminar, pasaron por varias casas hechas de madera, había personas fuera de ellas, algunos parecían que hacía mucho que no probaban un bocado, tenían la cabeza gacha y nadie sonreía.

Entraron a una pequeña casa, no había piso y había varios huecos por donde entraba el frío y el agua, la anciana les ofreció unos pequeños bancos para que se sentaran y tomó otro para ella.

 —Jason dices ¿verdad?

— Si — observó un poco el lugar para despues mirarla eaperando respuesta.

—  Pues si, hubo un soldado llamado Jason que estuvo un tiempo aquí.

—¿Que sabe sobre el? — se acomodó en el banco.

—Bueno, hubo un tiempo donde mandaron a varias tropas a todas las pequeñas aldeas para supervisar ya que había rumores de una revolución, y dentro de la tropa asignada para aquí estaba tu padre.

Izumi abrió sus ojos.

— Esos soldados llegaron, golpearon a la gente y se robaron nuestras reservas, estuvieron día y noche vigilando el pueblo y si veían a alguien sospechoso, lo golpeaban hasta dejarlo inconsciente — les contó molesta.

Yuuki desvío la mirada y maldijo en voz baja.

— Todo estuvo así por un mes y al terminar ese lapso dijeron que solo se quedaría un hombre a cargo en cada pueblo, aquí se quedó Jason.

— Mi papá... — pronunció la joven con melancolia

— Una vez que los guardias abandonaron el lugar, Jason se encargó de restaurar todo lo que esos tipos habían causado, creó pequeños huertos, mejoró las casas, hizo un pozo para que siempre tuviéramos agua, ayudo a los enfermos, era realmente un ángel; pero lo que no sabíamos era que había un espía aquí, por lo que el reino se enteró de lo que estaba haciendo tu padre.

—¿Que paso después? — le interrogó con interes.

— Los soldados vinieron por el, y también se llevaron a todos los hombres que les podían ser útiles, dijeron que se acercaba una gran guerra y se fueron.

— Pero, debieron de haberse enterado de algo después — alzó la voz.

— No, ya no supimos nada.

— Pero si ya no están los soldados, ¿ Por que la aldea esta tan mal?— pregunto por fin Yuuki.

— No hay hombres y nuestras tierras ya no son tan fertiles como antes.

—Ya veo...¿Les importa si salgo un momento? — dijo el joven mientras se ponía de pie.

—  Adelante, no hay problema — autorizó aquella mujer sonriendo levemente.

Ambas vieron con detenimiento como Yuuki salía de la casa y una vez fuera, la anciana se acercó a Izumi.

— Sabes jovencita, tienes el mismo brillo aventurero en los ojos al igual que tu padre, nunca tuve tiempo de agradecerle todo lo que hizo por esta pequeña comunidad. Además siempre mencionó que tenía una luz en su vida por la que era capaz de hacer cualquier cosa, creo firmemente que esa luz eras tu.

Izumi empezó a llorar, sus ojos quedaron inundados de lágrimas, la anciana la tomó en sus brazos y le acarició la cabeza tiernamente.

Las sombras del atardecerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora