Alucard & Integra

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- Alucard - el conde desvió la mirada hacia ella entregándole toda su atención - Hace unos instantes que hablábamos de mi abuelo, el profesor Van Helsing, me quedé con una inquietud...

- Sería interesante que la externaras y así poder aclararla, adelante Integra. - contestó con amabilidad.

- ¿Crees que él alguna vez habría sido tentado a obtener la inmortalidad? ¿A volverse un vampiro?

- ¿Van Helsing? - Alucard sonrió con malicia - no, ese hombre sabía muy bien lo que quería, sin embargo, una vez casi sucumbe ante los encantos de mis hermosas vampiresas. No hay ser por más santo que sea que no caiga alguna vez en la tentación, eso incluye a ese viejo molesto. Pecar es un placer, y sin duda querida, el más delicioso de todos los pecados es la lujuria; no puedo entender cómo es que pudo negarse.

- ¿Y nunca has deseado hacerme pecar, conde? - dijo con seriedad pero una sonrisa picara salió involuntariamente de sus labios

- Hnn - la sonrisa del rey sin vida se abrió aun más mostrando todos sus dientes picudos y siniestros - mein kleines mädchen, ¿qué diría tu abuelo si escuchara el poco recato con el que dices eso a su acérrimo enemigo, a un demonio? Seguramente ese viejo decrepito ha de estarse ruborizando por ti desde lo más profundo del averno.

- Lo digo con fundamentos Alucard, siempre me has dado la opción de convertirme en una caminante de la noche. - dijo manteniendo las formas sin aparentar mucho interés - la pregunta aquí es ¿por qué?

- Tengo varios motivos, cada uno totalmente diferente del anterior, no obstante, todos igual de egoístas.

- Enuméralos, me encantaría escucharlos.

- Lo dudo mucho querida, pero después de todo ¿Qué puedo hacer? Quien lleva la batuta eres tú. - explicó el príncipe elegantemente sirviendo un poco más de vino a su copa - Me agrada tu compañía, eres alguien con quien se puede tener conversaciones muy interesantes ya que eres muy culta, eres divertida y fina; te admiro y estimo mucho y me encantaría no tener que perder eso tan solo porque tu vida mortal termine. Por otra parte, si seguimos con las razones positivas para ti por las cuales deseo volverte mi vampiresa, es porque considero que serías una excelente comandante de mis ejércitos: eres una gran líder: honorable, fuerte y firme, tienes muchas agallas, sin contar que como estratega eres brillante. Me encantaría tenerte como segundo al mando, no habría una sola batalla que perdiéramos ante nadie con una mujer como tú a mi lado.

Integra sonrió, estaba un tanto emocionada por las razones del conde sobretodo porque su mirada se notaba la admiración que le tenía. Se le veía muy sereno, como siempre. Nunca lo había tomado de esa manera, sabía que era importante para él pero ahora se lo había dicho:

- Sin embargo, no todos mis motivos son tan amables; tú eres estirpe de mis enemigos. No habría triunfo más grande para mí que verte a ti, hija de mis captores, como un sirviente más de mi sequito. Si tú murieses la línea Hellsing terminaría y por lo tanto sería libre, pero tú no. Invertiríamos los papeles ahora yo sería el amo y tu, querida mía, mi esclava. Admiro a tus antecesores y a ti pero eso no significa que no les odie con todas mis ganas y que no esté sediento de venganza. He pasado muchos siglos encerrado, lacerado y humillado, a la sombra de cualquier orden que ustedes, mis amos, se dignen a darme aun en contra de mis deseos. Si tú te volvieses mi draculina vería la forma de retribuirme todo aquello de la forma más satisfactoria, fräulein.

- Si me convirtiese en tu draculina sería inmortal Alucard, no serías libre.

- No puedes convertirte en una vampiresa sin morir Integra, al menos no si yo no lo consiento. Y aunque sucediera, de todas maneras estarías a mi sombra y a mi voluntad. No podrías negarte a cumplir mis órdenes, porque tus pretensiones serían solo los mías.

El Corazón De Un No MuertoWhere stories live. Discover now