treinta y cinco.

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Había quedado con Johan en su restaurante de comida china favorito—ese mismo en el que él había actuado como un patán en el día de su cumpleaños—para hablar de algo supuestamente demasiado importante como para ser tratado en mensaje.

Era raro quedar con Johan. Compartían clases juntos y en ocasiones él había ido a su casa, sí, pero era raro quedar con él a solas, sin Karen de por medio y con comida china en su lugar.

Le había costado acostumbrarse a la relación que tenían. Amigo—Amiga, Enamorado—Consejera amorosa, Amor Imposible—Pretendiente de mi mejor amiga. Con el tiempo aprendió a disimular. A disimular que cuando hablaba de lo linda que era Ka no le dolía. A disimular que cuando no paraba de mandarle mensajes acerca del lindo peinado que llevaba Ka aquel día a ella le daba igual. A disimular que cuando él hablaba de lo mucho que le gustaba ella estaba completamente de acuerdo con sus sentimientos.

Fue duro pero lo logró. Acepto aquello como último remedio porque no podía odiar a ninguno de los dos ni aunque quisiera y porque no le quedaba de otra.

Estaba feliz por su mejor amiga. Johan era un buen chico después de todo (¿bueno? ¡Buenísimo!). Era atento, cursi, divertido y—hemos de admitirlo—guapo. No exageradamente guapo como para salir en una de esas películas románticas que Keyla y Karen veían en sus pijamadas pero sí lo suficientemente guapo como para salir el sitio web de la escuela, sí. Probablemente se vería lindo cargando una mochila y sonriendo cual modelo pretendiendo que hacía sus tareas.

Es bueno en eso—piensa rápidamente Keyla divertida—pretendiendo que hace las tareas.

—Hey, Key.—Le haba el interrumpiendo sus pensamientos y casi matando del susto a la joven enamorada.

—¿Sí?—Pregunta tratando de lucir como si no hubiera estado pensando sus linda sonrisa dos segundos atrás e introduciendo una cucharada del platillo a su boca.

—¿Te gusta tu sopa Hanchow?—Pregunta Johan antes de darle un sorbo a su té verde. Ella tragó antes de responder.

—Está rico.—Responde y piensa en qué más podría decir—¿A ti te gusta tu pollo Chung Sang?

—Está buenísimo—dirige su vista al plato y luego a ella.—¿Quieres?

—No, no. Estoy bien. De hecho, creo que ya estoy llena. Pero muchas gracias—se queda callada un segundo y agrega dudosa.—Oye Johan, el asunto de hace rato...

—Oh, cierto. El asunto... Bueno, es algo verdaderamente muy importante—. Comenta el entre nervioso y dudoso.

—Eso lo sé. Me dijiste por mensaje. Lo que me pregunto es qué puede ser lo suficientemente importante como para reunirnos aquí.

—Bueno, Keyla—carraspea y toma un sorbo de su té antes de seguir—. Me gustaría poder hablar y decir todo lo que tengo por decir antes de arrepentirme de hacerlo o me acobarde a mitad del camino. ¿Puedo hacerlo?

Ella asiente dudosa. Él traga en seco y aclara su graganta antes de empezar a hablar:

—Has sido una gran amiga para mí todo este tiempo...

Amiga.

—Y ni hablar de lo gran consejera amorosa que eres. En serio, deberías cobrar, ¡igual que los psicólogos!

Que chistoso. La consejera amorosa se enamora del paciente enamorado. Enamorado de su mejor amiga.

—Siempre me ayudaste a acercarme más a Karen y a conocerla mejor. Gracias.

Karen, Karen, Karen...

—Lo cierto es que hace tres meses me gustaba mucho una chica linda de ojos azules y sonrisa encantadora. Pero el asunto era que apenas me atrevía a dirigirle la mirada y me moría de vergüenza con tan solo pensar en hablarle. Y quería conocerla. En serio quería conocerla.

Vale, estás tratando de matarme. Ya capté.

—Y recurrí a quién parecía ser su antipática mejor amiga. Aquella que no creía en que cada visto significaba la muerte de un perezoso y que preferiría mil veces soportar los incesantes mensajes de un chico medio chiflado a dejar que ese chico se acercase a su mejor amiga porque quería protegerla.

Sí hubiese sabido...

—Entonces comencé a hablar más con está chica. Y a la vez que aprendía de su amiga aprendía de ella. ¿Sabías que esa chica prefiere las películas de terror a las de amor? Que rara, ¿verdad? También está loca por la comida china. Y dibuja muy bonito aunque no le gusta que los demás lo sepan. Es buena en química y le gusta la materia, ¡o sea, le gusta materia! Creo que es la única en el curso que no la odia a morir. Es que te digo que es súper rarísima.

Va, soy súper rarísima. No entiendo.

—En estos tres meses–habla con más lentitud y un poco más alto, como queriendo que ella escuche—me ha encantado conocerla.

Y a mí me has encantado y punto.

—Y no estoy muy seguro de en qué momento de estos últimos tres meses fue en que deje de obsesionarme por su mejor amiga y empecé a interesarme más en ella.

Espera, ¿qué?

—Me gustas Keyla.

¿QUÉ YO QUÉ?

¿Keyla o Karen?Where stories live. Discover now