Capitulo 3

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- Así es.

-¿No me dirás que lo habéis hecho en la enfermería?

-¡Lucia! ¡No por dios! – bajó el tono de voz – no deja de ser mi profesor… ¿entiendes?

- ¿Y qué? Pues yo me lo tiraría. Está buenísimo, y seguro que es súper majo. ¿Me equivoco?

-No, no te equivocas… - _tn_ suspiró – me ha tratado muy bien… pero ese no es el caso, el caso es que nosotras, es decir. – señaló a su amiga. – tú. – y ahora a ella misma – y yo.
Somos menores. ¿Entiendes lo que es eso? ME-NO-RES DE E-DAD. Si tenemos relaciones sexuales con un adulto, y más si es nuestro profesor, lo mínimo que podrían hacerle es echarlo del centro. Imagínate que lo encarcelan por mi culpa.

-Oh, _tn_, eres un verdadero tostón. Haber cuando dejas de quejarte y preocuparte y te lanzas y diviertes un poco, que ya te hace falta. Dentro de unos meses ya cumplimos la mayoría de edad, además no seria violación ni nada por el estilo. No si tú quieres. – se levantó y se fue a su asiento, porque Matt, el profesor de Lengua, había llegado. Y era uno de los peores.

_tn_ terminó de recoger los libros. Eran ya las cinco de la tarde, todos habían marchado con prisa, pero ella no la tenía. No cuando nadie la esperaba en casa. Su madre, seguramente estaría hablando con las vecinas, y su padre… trabajando. O eso es lo que creía. Ana era un ama de casa muy atrafagada, se ocupaba de todo y hasta llevaba las cuentas de la factura. Mientras que Oscar… Oscar era un hombre despreocupado. Un total amargado al que Ana había estado esperando muchas noches, cuando él no volvía hasta la mañana siguiente. Y el resto de las noches, si es que venía, discusiones. Hasta había llegado a golpearla. Pero ella lo terminaba perdonando. A _tn_ se le humedecieron los ojos con esos pensamientos. Desearía que ella y su madre terminaran lejos de su padre. Pero Ana seguía amándolo con cada trozo de su corazón. _tn_ se quitó aquella lágrima traviesa que había querido viajar de su ojo hasta el mentón, pero no había podido llegar. Se puso la maleta colgada en la espalda y salió de la clase, que a aquella hora estaba teñida de un color amarillo, del sol y el calor. El pasillo estaba desierto, y la verdad es que daba un poco de miedo la escuela, a estas horas. Intentó pasar rápido, pero algo la detuvo. Escuchó una melodía. Venia de la sala de los instrumentos. Y siempre ella, tan curiosa, se acercó. La puerta del salón tenía unas ventanitas a la altura de los ojos. Se asomó por allí.

Justin estaba tocando el piano. _tn_ quedó maravillada. Lo hacía perfectamente, con una fluidez increíble. Y lo que tocaba era precioso. ¿Alguna cosa compuesta por él? Sería fascinante.

En ese momento, se sintió como una extraña, así que se dispuso a marchar. Cuando de repente, Justin la vio. Ella se puso roja, la había visto… espiándole. Él en cambio, sonrió y le hizo un gesto para que entrara. Ella lo hizo.

-Yo… lo siento… pasaba por aquí… y lo escuché tocar…

- ¿Y por qué te disculpas? –Jutin se giró hacia ella. – A mi no me avergüenza tener espectadores. A ti no te tendría que avergonzar ver a alguien tocar el piano. – Un simple movimiento que hizo sonar las teclas en una escala. – Creo que es un instrumento de lo más hermoso. – La miró directamente a los ojos. - ¿Sabes tocarlo?

- Solo un poco…

-¿No te gustaría aprender? – le sonrió – A una chica como tú le quedaría muy bien el piano.

Ella rió.

-¿Lo dice enserio?

-Lo digo enserio. Por algo soy profesor de música. ¿Tocas algún instrumento?

-No… Hace algunos años tocaba la batería… pero no sé si ahora mismo…

-¿Por qué no lo intentas? – sonrió – yo también se tocar la batería. Es lo que mejor se me da.

-¿Cuántas cosas sabe tocar? – se sorprendió _tn_. Justin se rió. Entonces se dio cuenta de lo mal que había sonado aquella frase – Ups… no intenté darle doble sentido a la frase. – Se sonrojó – ¡me refería a los instrumentos!

-Ya lo sé mujer… - le hizo un gesto con la mano, _tn_ cerró la puerta y se acercó a él, dejando la maleta al suelo – Se tocar el piano o teclado, la batería y la guitarra.

- Wow, fantástico. – Ella abrió aun más los ojos, y se apartó algún mechón de la cara, hacia detrás de la oreja.

Justin se levantó, se dirigió hacia la batería de color negro y plata que pertenecía al instituto. Le ofreció las baquetas.

-Oh… creo que ahora mismo.

- Inténtalo. – le dijo él seguro – No pierdes nada. Además es una pena que hayas aprendido a tocar un instrumento y ya no quieras seguir. La música es un arte muy bello.

Tenía razón. Ella se sentó en el taburete de la batería. Cuantos años hacia des de que no se sentaba en uno de estos. ¿Quizás dos? Podría ser.

- Por cierto… no te lo he preguntado ¿pero no te vas? Si tienes prisa...

- Sí, me iba a ir, pero me tomo las cosas con mucha más tranquilidad que el resto. No tengo ningún compromiso esta tarde. – le dijo. Y eso sonó con picardía. Ella sonrió.

Justin le devolvió la sonrisa y se retiró un poco. Redoble en los platillos y empezó a tocar.
Siguiendo el ritmo con el bombo de pie. La magia volvió a su cuerpo y se dejó llevar. Era fantástico volver a poder desahogarse, tocando. Con cualquier instrumento, Justin tenía razón. Era maravillosa, la música. Los mechones del largo pelo castaño le caían en la cara, al moverse al ritmo de lo que estaba tocando. En poco rato ya estaba sudando. Pero a pesar de ello, sonrió. Porque estaba disfrutando. Al cabo de un minuto y medio, terminó con doble toque de tambores.
Miró a Justin, retirándose el pelo de la cara.
- ¿Entonces? – dijo ella, cogiendo el pelo como en una coleta, en sus manos. Y Justin, lo que pensaba en esos momentos… la única palabra que tenia, era… preciosa.

-Le pones mucho entusiasmo… eres energética… - sonrió, descruzando los brazos y guardando las manos en los bolsillos. – me gusta mucho como lo haces. – Entonces fue él quien se echó una mano a la cara. Se rió, viendo la expresión de gracia de _tn_. – Que conste, que no le he dado ese significado doble. Malpensada. – La miró mal, pero sin perder la sonrisa.

-¿Malpensada? Eres tu quien lo ha dicho. – se levantó, pero tropezó con un cable de un amplificador de la guitarra. Justin la cogió, antes pero, posó su mano en uno de los pechos. La apartó rápidamente al notar que había cogido en el sitio equivocado.

-Vigila… - la ayudo a incorporarse.

- Perdona… soy así de patosa. – Con tan solo eso, Justin hizo que al joven cuerpo de _tn_ subiera un calor nunca probado antes. Y a pesar de todo, _tn_ quería sentir de nuevo ese dulce tacto. Lo miró a los ojos - ¿Así que te gusta como toco… la batería? – Sonrió, terminando la frase para que no hubiera mal entendidos.
-Si… encuentro muy excitantes las chicas que tocan la batería… - Ella se sonrojó aun más–Lo siento, no debí hacer ese comentario tan personal… - se disculpó, con otra sonrisa.

- No, no, al contrario… es mejor que la gente se exprese… creo que a veces las cosas
Serian más fáciles si no escondiéramos tanto lo que sentimos. – Miró a Justin. Él la observaba. Sonrió. – No me hagas caso… seguro que piensas que soy una adolescente depravada más.

-Para nada. – Justin también sonrió – Me pareces especial. Nunca había escuchado a una chica de dieciocho años hablar así.

_tn_ sonrió. Quería decirle que aun tenía diecisiete. Pero no quiso interrumpir el momento.

-¿Cómo vas a llegar a casa?

-Tengo un escúter. Me va bien para ocasiones así.

-De acuerdo… - sonrió – entonces, nos vemos el miércoles a primera hora. - _tn_ asintió y se marchó. 

No podía quitarse la imagen de ese hombre de la cabeza. Era in-cre-i-ble. Aun que Justin se esfumó de su mente, cuando vio las ruedas de su escúter pinchadas.

-Luis… - es el primer nombre que le vino a la cabeza – Eres un maldito cabr.ón. – Se acercó al escúter. Encima una abolladura. ¿Cómo iba a hacer que Luis arreglara eso? No tenía pruebas de que había sido él.

-¿Algún problema? – Una mano se posó detrás de ella. Se sobresaltó.

-Oh… Chris… me has asustado.

-Lo siento nena… no quería…

- No me llames nena, no soy tu nena. – Ella asqueó.

-Vale, vale, gatita, no te enfades.

-Tampoco gatita, tengo un nombre: y es _tn_.

-Oye, baja esos humitos, encima que me paro para ver si te ha pasado algo…

-Ya lo sé, pero ya sabes que no me gusta que me pongan estos sobrenombres de cariño.

-Te gustaba que te lo digiera Luis…

-Porque era mi novio. Y prefiero no recordarlo. – Miró la moto.

-¿Lo ha hecho él?

-Pondría la mano en el fuego a que si…

-Si quieres te la puedo arreglar. – Le dio un vistazo al escúter. – pero como mínimo tardaré una semana en cambiar las ruedas, reparar el golpe este… - le pasó una mano por encima. – y si quieres le echo una mano de pintura.

-Me harías un favor, de veras…

-Ya… pero te costara algo… - él le sonrió, apoyándose en la escúter, como solía hacer
Lucia. Tan parecidos en algunos casos, y se llevaban tan mal la mayor parte del tiempo.

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Chicas, espero que les este guste, dejen su voto y comentario si no es molestia.

Voy a ser tu maestro |HOT| {Terminada}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora