Madrugada

34 2 0
                                    

Siempre he cargado con el insomnio. Ojos cerrados y aparece de nuevo en mi cabeza esa película que tanto me gusta. Sonrío y lloro. A veces es difícil creerse esa película. Es tan perfecto todo que la vida se ofende y hace que el pequeño Morfeo nos haga caer en un profundo sueño, para así, enseñarnos quién manda.
Siempre he tenido madrugadas muy cambiantes. Nunca me ha fallado la de lágrimas. Tampoco la de felicidad. Pero... Y... ¿La de pensar? Esa madrugada en la que no puedes dejar de pensar en todo lo que te rodea, en todo lo que has vivido, en todos tus recuerdos. En esas madrugadas te encanta aparecer de repente. Es como si el hilo que nos une tirara de ti y sonara ese pequeño cascabel que colgamos, por si acaso. Dijimos: "Si nos ciegan, el oído no nos fallará". La vista ya ha sido demasiadas veces vendada y no me fío de ella aunque me suplique que lo haga. Es tan mentirosa. Aunque también puedo añadir el olfato y no hablo de perfumes o colonias, hablo de tu olor. Tan tierno y dulce, tan tú. ¡Qué bonito cuando te abrazo y siento que me calmo por dentro! No te veo, pero tu olor es tan parte de mi, como de ti. Es bonito. Por supuesto no voy a olvidar el tacto. Aunque es fácil de predecir esto. Mi piel reconoce tan bien a la tuya... Tan suave, tan limpia, tan pura... No quiero que nadie la encuentre en mi ceguera.
No quiero que nadie encuentre mis madrugadas porque son preciosas cuando tú estás en ellas. Aunque estés lejos. Aunque no te vea.
Tu sol enciende mi luna y mis estrellas tu cielo.
No te vayas por favor.
Te quiero.

Algo cotidiano Where stories live. Discover now