12.- Combina "el hombre de hojalata" "un dragón enamorado" y un "ogro"

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12.- Combina estos tres personajes a modo de secundarios: "el hombre de hojalata" "un dragón enamorado" y un "ogro" para hacer con ellos una narración fantástica.

La fortaleza llevaba destruida más de una década todo había quedado reducido a cenizas, antes era un castillo visitado por seres de todas las partes del planeta. No lo hacían por su belleza o imponencia, el castillo era un lugar tenebroso donde solo había lugar para la miseria y la perdición; era visitado porque la reina que moraba ahí era capaz de cumplir los deseos más descabellados de quien consiguiese su favor. Siempre había muchas tareas que hacer, tesoros que la reina anhelaba. Ella era una tirana, una horrible persona, y como en los cuentos de antaño, tenía a su cuidado a una princesa huérfana de padre (hija propia), pero nadie le prestaba atención, ella era solo una bolsa de llanto; la reina había tratado de hacer todo para que la princesa fuese feliz, pero la niña era una berrinchuda y demandante persona... fue por ella que la reina congeló su corazón y se volvió tan avara y mezquina.

*Mamá quiero esto, mamá resuelve esto, mamá yo no quiero.* Esa era la cantaleta de aquella princesita. Tan harta la tenía que una ocasión le quitó la voz, pero la niña se la había pasado rompiendo cosas para llamar la atención de su madre. Cuando el rey vivía, él se había encargado de malcriar a la princesa, cualquier capricho que ella quisiese se lo cumplía. Él había sido un hombre poco paciente, había contraído nupcias a la fuerza por tanto su hija y su esposa eran de poca importancia para él, una molestia.

La reina era miserable, pero no siempre había sido así, antes de casarse ella era considerada una deidad de la naturaleza, a donde fuese que ella iba la vida la seguía, por eso los padres del rey hicieron todo cuanto estuvo en su poder para lograr aquel matrimonio; la reina dejó su vida en el bosque y se fue al castillo que había caído ante las plagas y oscuros hechizos. Mientras los padres del rey vivieron, ella llenó todo el reino de vida, la naturaleza crecía, los valles eran prósperos, el reino contaba con todo lo que necesitaba para subsistir. Pero al morir los antiguos reyes en un accidente (provocado por su hijo, pues no quería ya seguir bajo las órdenes de sus padres) todo se vino abajo. Él despilfarró todo lo que la reina había logrado, dejó a los campesinos en la hambruna y los mandó a pelear guerras sin sentido. La reina había hecho todo cuanto podía para hacer que la naturaleza renaciera, pero por falta de amor, ella perdió el don de dar vida y sin aquello que ella consideraba su única cualidad, desvió su atención a su hija, aunque como ya mencioné, eso tampoco le fue del todo bien.

La reina no asesinó al rey, sin importar el frio en su corazón, ella no quitó jamás la vida de ningún ser. El tirano monarca murió ahogado en alcohol (una de sus estrafalarias ideas, fue llenar un estanque con vino, se emborrachó tanto que quedó inconsciente dentro del estaque y murió). Pero su pequeña hija decidió que la culpa era de su madre, y se volvió la persona más odiosa posible con ella.

Al morir el corazón de la reina y ser cegada por el odio y un deseo de sentirse necesitada, un nuevo poder surgió en ella, el poder de cambiar las cosas, la transfiguración.

El primero en probar la magia de la reina fue un hombre de hojalata, él no había ido precisamente en busca de un favor, sino a reclamar por las averías que la princesa había causado en su hogar. La reina al ver los lascivos ojos que el hombre tenía sobre la princesa, decidió que sería bueno para la mocosa resolver sus propios problemas; así que se la dio al hombre de hojalata como prenda por los daños ocasionados. La princesa había llorado y reclamado por tal castigo, dijo que ella no podría estar con alguien que rechinaba al caminar y cuyo corazón se oxidaba con los años, simplemente que él no estaba a la altura de ella. La reina preguntó al hombre qué prefería, ser él a imagen y semejanza de la princesa o que fuese lo contrario. Dolido por los comentarios de la princesa llegó a la resolución que aquella muchacha no era digna de amor o piedad así que ninguno de las 2 opciones lo satisfacían mucho; le explicó a su majestad que lo que él necesitaba era alguien que hiciera las labores del campo y no importaba si era de hojalata o de carne, la princesa simplemente no podría con el trabajo, por lo que necesitaba que ella fuese un animal de carga.

En algún punto de su vida la reina había amado a la joven y jamás hubiese pensado en dañarla, ahora solo era alguien a quien despreciaba y quería que su exterior reflejara su podrido interior, para que quien fuese que se fijara en ella, se atuviera a las consecuencias. Convirtió entonces a la joven en un espejo interno y lo que reveló (tal como la reina lo esperaba) fue un gran y grotesco ogro. El hombre de hojalata quedó satisfecho, aquel ser podría hacer todo lo que él quisiese.

-Mientras no aprenda su lección, ella obedecerá todo lo que le pidas, sino, sufrirá de un terrible dolor. – Le explicó la reina.

-¿Y si la aprende? – El hombre de hojalata sentía que iba camino a una trampa.

-Una bestia domada es siempre obediente. –La reina miró con malicia al ogro y esté no pudo más que sentir vergüenza y una enorme ira.

Así las noticias se fueron esparciendo y los visitantes aparecían para pedir el favor de la reina. En ocasiones ella pedía cosas muy sencillas a cambio de su magia, en otras sus demandas eran objetos inexistentes que aquellos que iban en su búsqueda jamás volvían. Todo era un simple espectáculo, algo para pasar el tiempo; aunque, de apoco, la reina comenzó a aburrirse de todo.

El último en pedir su favor, fue un dragón; un pequeño y diminuto ser que le ofreció todas sus riquezas a cambio de poder desarrollarse como sus colegas, quería ser un imponente dragón digno de respeto, terror y admiración. La reina no vio más allá del estupor que causaría si lograba hacer lo que el dragón le pedía, dejaría de ser considerada un genio cumple deseos y se cantarían canciones sobre cuán magnifica hechicera era. Le dijo entonces al dragón que ella concedería su petición sin pedirle nada a cambio, pero que debía darle tiempo, pues para hacer un conjuro de ese tamaño se necesitaba estudio y precisión. El pequeño reptil aceptó con la condición de quedarse junto a ella hasta que estuviese lista.

Con el tiempo, la admiración del dragón hacia la reina se fue convirtiendo en algo más, la seguía como su sombra y vigilaba su sueño. Para cuando el hechizo estuvo completo, el dragón estaba loco de amor por ella. La reina, al carecer ya de sentimientos, no tomó en cuenta la flama que el dragón había encendido dentro de él por ella y cuando recibió el conjuro y su cuerpo cambió y creció varias tallas hasta convertirse en una bestia imponente, las llamas de su corazón crecieron de igual manera, y no solo figurativamente, sino literal y consumieron todo a su paso.

Ahora, al visitar las ruinas, aun siento la presencia de mi abuela, la reina. Quizá las cosas no tomaron la dirección que ella esperaba, pero sin su magia, mi madre jamás se hubiese convertido en la persona que es ahora y mi padre no se abría fijado en ella. No soy un ogro, si es lo que se preguntan, soy una hechicera al igual que mi abuela. Mi padre no es un príncipe, sino un humilde herrero, pero ama a mi madre con locura y ella sigue reflejando su interior, solo que ahora ya no hay rastros del ogro, sino de una mujer feliz y plena. El hombre de hojalata se había cansado de ella y la regaló a un panadero, ahí mi madre aprendió su lección y de a poco se fue transformando. El cariño de mi padre fue lo que por fin la devolvió a su forma humana, él le enseño que la fortuna y los objetos materiales no hacen más que corromper y ensombrecer el ser.

Mi madre me contó su historia y la historia de mi abuela, sabiendo que soy poseedora de los poderes de mi abuela, quiero corregir su error, y reconstruir lo que se perdió debido al egoísmo.

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52 Retos de escritura 2017Donde viven las historias. Descúbrelo ahora