El Sello de una Noche: Vida o Muerte!

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El corazón humano es un instrumento de muchas cuerdas; el perfecto conocedor de los hombres las sabe hacer vibrar todas, como un buen músico. Charles Dickens

Han pasado cuatro años desde la última vez que vi a Charles Aldrich y solo pensar en su nombre hace que mi mente deambule por miles de historias capaces de estremecer cada parte de mi corazón. Miles de historias como sus miles de años vividos.

Vivir miles de años? Es eso lo que hace Charles? Una vez me dijo que aún cuando su corazón no palpitaba, aún cuando sabía que la muerte lo envolvía totalmente  por su condición, él jamás aceptaría estar muerto habiendo tanta vida a su alrededor. Oh! Cuándo dejaré que las lágrimas no sean más fuertes que mi voluntad? Los recuerdos me consumen, me hacen fuerte pero a la vez me debilitan. Y es que, Charles terminó su frase de la vida así: - y más cuando veo tanta vida en tus ojos, mi pequeño ángel-.

Si pudiera ver mis ojos ahora es muy seguro que no diría lo mismo. Quiero vivir de la misma manera que él me enseñó, quiero gozar de cada momento, sin pensar si moriré o viviré eternamente; solo vivir el momento presente. Oh Charles!!!

En una de las últimas conversaciones que tuvimos en momentos de paz y tranquilidad, hablamos de su nombre: Charles Aldrich. Me confesó que ese no era el nombre que le pusieron sus padres y que no valía la pena recordar cuál era su nombre original ya que no tenía mayor significado para él. Pero, que con el paso de los años decidió cambiarse de nombre para sentirse identificado con cada uno, para que al oírlo en la boca de los demás pueda sentir algo especial. Recuerdo que rápidamente pensé en lo detallista que era: quería que todo fuera especial, porque así es la vida.

- El nombre de Charles me lo puse un par de años después de la muerte de Charles Dickens, era aproximadamente el año 1874. Hice un listado de los nombres de los personajes de sus grandes obras inmortales: Ebenezer Scrooge, Mrs. Gamp, David Copperfield, Charles Darnay, Oliver Twist, Pecksniff, Wackford Squeers y muchos otros; pero no lograba decidir cuál de ellos quería para mí. Así que comprendí que no eran sus personajes a los que les dirigía mi principal admiración, era a ÉL. Mi querido amigo Charles Dickens, quien le dio otra pizca de animosidad a mi ser sin alma.-

Oírlo hablar era todo un deleite, su boca expresaba perfectamente lo que sentía sin necesidad de hacer mayor movimiento con su cuerpo, de hecho acostumbraba recostarse en el lado derecho del gran sillón de la sala, me pedía que me sentara a la par de él pero, cuando comenzaba a contarme historias así, prefería ponerme de frente y así captar cada movimiento. O mejor dicho, deleitarme con los movimientos de sus labios. Me acomodaba en una pequeña silla enfrente y quedaba más baja que él, lo cual hacía que me sobara las mejillas mientras hablaba o me miraba fijamente lanzando inesperadas sonrisas, que solo a mí me regalaba, o sus inesperados ojos cambiantes de color, que en esencia eran celeste claros con una pizca de negro profundo alrededor del iris.

- Y Aldrich se lo debo a un niño llamado Ronald Frank Aldrich, a quien conocí en la Escuela de Música y Drama Guildhall en Londrés entre el año 1,920 a 1,923. Recuerdo haber ido a esa escuela por su fama en la composición de partituras para violín_ sabes mi ángel lo mucho que me gusta tocar el violín_ y vi a ese niño en sus clases aprendiendo cómo sostenerlo ¡y llegó el gran momento que definiría su vida! En el descanso, se dirigió a la sala donde un maestro estaba practicando en su piano y me asombré tanto al ver su mirada cuando se acercaba a ese piano. Me vi reflejado en él al recordar mi pasión por el violín porque esa era la misma pasión que él sintió el resto de su vida por el piano. No sé si por su corta edad, tendría entre 3 a 4 años, él recordaría ese momento pero, sí sé que yo no lo olvidé ni quiero olvidarlo-.

Mientras me decía esto, pensé en la primera ocasión que lo escuché tocar el violín. En mi cinismo pensé en lo irónico que era asociar un vampiro con ese instrumento, incluso pensé en los Libros de Crónicas Vampíricas de Anne Rice como había creado el estereotipo de vampiros y música juntos. Pero, todo ese pensamiento se derrumbó al adentrarme a su sala de música y verlo con el violín en su hombro, me hacía sentir que cada nota provocaba una vibración irracional en mi cuerpo. Oh Charles! Cuánto anhelo verte así nuevamente!. Podré hacerlo?

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